Thursday, October 30, 2008

[Rec]: [rec]abrona


Estuve en Chiapas. Llevaba cine en mi PSP, pero igual fui al cine. Al de pantalla grande. Varias veces. O sea, no se puede estar indefinidamente en la selva o navegando el Grijalva, ni mirar todo el tiempo el Cañón del Sumidero. Algo se debe hacer mientras se emprende el largo camino a casa. Coloco algo de lo que escribí, de lo que miré.


[Rec]: [rec]abrona
x José Noé Mercado

Pido una torta vaquera en La torta vaquera porque es la especialidad de la casa. Pierna, jamón, quesillo. Me obsequian agua de horchata que katafixio y obtengo agua de jamaica y un pay de queso que se ve lo peor. Me siento y deposito mi charola en una mesita de las muchas que hay vacías en la zona de comida de este mall de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

La torta es sabrosa y, más que nada, es la oportunidad de mandar lejos el omnipresente chipilín, las bolitas de nixtamal, el cochito. Hubiera preferido McDonalds pero, como casi todo a esta hora, ya cerró. Es de noche. Pocos locales se mantienen abiertos.

Frente a mí, una familia de cuatro integrantes come Pizza Hut y bebe gaseosa de manzana. Me miran, los miro.

Me levanto, sujeto la charola, tiro los restos, incluido el pay, en un bote que pide dividir la basura en orgánica e inorgánica. Miro el reloj. Ya no tengo hambre, pero para hacer hora voy a Taco Inn y pido un paquete que incluye minitaquitos de bistec y pastor y más agua de jamaica. Uno de los tres jóvenes que atienden me da una especie de ovni pequeño, que no vuela pero igual tiene foquitos que prenden y apagan tipo el Fabuloso Fred. Y vibra. Cuando vuelva a vibrar y se ilumine una secuencia, vuelva por su orden, me dice, estará lista. Los otros dos despachadores hacen cuentas en un cuaderno. El cierre del día es inminente.

Vuelvo a mi lugar a la mesa. En rigor, cambio de mesita. Una chica muy potable se despide de beso de un tipo que despacha detrás del mostrador en Subway, pero no se va. Siguen platicando. Ella parece enamorada. Él también. Miro el ovni-Fabuloso Fred. Se prende y vibra al poco rato. Me levanto enseguida y tomo la charola con mi orden y regreso a mi lugar. Como. Tiro los restos. Han apagado varias luces. Me marcho.

Camino por el mall, por poco, vacío. Las tiendas están cerradas. Bajo las escaleras y llego a Cinemark. Ya había decidido cuál vería, aunque sigo sin estar convencido. Lo malo es que ya vi casi toda la cartelera de este cine, en mi breve estancia en Tuxtla. Y, de momento, me niego a ver a Jackie Chan o una de dibujos animados. Orillado por las circunstancias, voy a la ventanilla, seguro de que aún no quiero regresar a mi hotel.

Quiero uno para [Rec].

Entro en la sala 2. Está vacía. Seré el único espectador. Busco una butaca que me agrade, todas están disponibles para mí, excepto una que tiene una manta blanca que dice Fuera de servicio.

Tomo asiento. Con el celular me saco algunas fotos en esa soledad que no es tan solitaria puesto que hay cine. Baja la luz. Inician los trailers, vienen los anuncios. Miro el proyector, nadie lo opera.

Por fin, inicia [Rec] y, por tanto, el horror. En inmejorables condiciones, aquí y ahora, pienso.

[Rec] es una película, digamos survival horror para usar un género más bien gamer pero que viene completamente al caso, que depara constantes y genuinos sustos al espectador, con su debida carga de angustia placentera y adictiva.

Se estrenó ante el público masivo en noviembre de 2007, pero ya desde antes se había presentado en algunos festivales donde obtuvo varios galardones. La dirección de la cinta es de Jaume Balagueró y Paco Plaza. Es decir, es española.

De entrada, debo reconocer que este asunto de la nacionalidad me prejuició un poco. ¿Terror a la española?, me dije, seguro es una especie de extravagancia. Pero después recordé no sólo El orfanato, sino que, justamente, uno de los mejores survival horror de cuantos existen en el mundo transcurre en España: Resident Evil 4. Y es supremo que así sea. Así que simplemente me dediqué a ver la peli. Total, no tenía muchas más opciones aquí en Tuxtla, Chiapas.

Después de todo, creo que hice bien, puesto que [Rec] terminó por superar todas mis expectativas. Se trata de un filme que no inventa casi ningun elemento para el género del terror, pero mezcla con gran tino y feeling los ya existentes y obtiene un resultado más que logrado, propio. Aunque por momentos puede remitirnos a otras cintas como La noche de los muertos vivientes o El proyecto de la bruja de Blair, [Rec] tiene su propia onda, crea en quien la mira un particular mundo de terror con reglas también propias y que funcionan coherentemente.


Ángela Vidal (una mega querible Manuela Velasco) es una reportera algo frívola y light de cara bonita que hace reportajes que transmite en un programa de televisión nocturno que, quizás, no ve nadie. Ésa es la premisa. Y ella, junto con Pablo, su camarógrafo, al inicio de [Rec] pretende armar un reporte de color sobre la vida y quehacer de los bomberos de una estación de Barcelona. Con ellos acuden a un llamado vecinal, hasta un edificio donde se desencadenará el horror.

Un horror, por cierto, que lo es más en la medida de que es creíble y parte de lo cotidiano. La historia de esta cinta la vemos a través de la cámara de televisión, movible, en primera persona, lo que a ratos marea, desconcierta y crea desazón, y frente a ella desfilan personajes comunes, reconocibles de alguna manera, cercanos. Claro que también hay zombies, que si no existen en la realidad, en la ficción de la película son bastante probables y no necesariamente sobrenaturales.

El aspecto que da veracidad a toda la trama es evidente y no menos importante. En ese sentido, Balagueró y Plaza apostaron bien como directores: lo que sabemos de esta historia es a través de un medio de comunicación: la tele, que en nuestra época sobremediatizada casi todo, o todo, lo convierte en verdad irrefutable. Aunque sea mentira. Es un artificio, pero bien aprovechado, al estilo documental. Por eso es un acierto ver en la pantalla, incluso, los bloopers de Ángela al grabar sus cápsulas o entrevistas algo sosas que realiza en momentos de crisis.

Por lo demás, Manuela Velasco está en su papel. Además de ser una estupenda actriz (quien haya estudiado periodismo o comunicación o haya estado cerca no podrá dejar de reconocer en ella a típicas compañeras de curso más cercanas a las Spice Girls que a la información dura), la sobrina de la también actriz y conductora Concha Velasco, ha sido presentadora de televisión en programas tipo Los 40 principales o Del 40 al 1. Su actuación es intensa y conmovedora al mismo tiempo. De la dulzura más ñoña, pasa con igual naturalidad a la histeria más contagiosa. Me parece justo y merecido el Goya 2007 que obtuvo como Actriz Revelación. Ella, en sí, es un deleite.

[Rec] es una película que crea, sobre todo, tensión y sobresaltos. La ficción se desenvuelve de manera realista y gore (la sangre, los combos y uno que otro shoryuken -el que le aplican a la vieja es de colección- se incluyen en buena cantidad) y no alcanza un clímax, sino varios, lo cual, es cierto, crea también algunos momentos de reposo que pudieran resultar ligeramente tediosos a la mitad de la cinta. Pero el final es fuerte. Compensa con réditos. Golpea los nervios. Los raspa hasta agobiar al espectador, lo que, en una cinta de este género, es un mérito notable. Por algo, en estas fechas se estrenará un remake estadounidense: Quarantine, dirigido por John y Drew Dowdle.

Al abandonar la solitaria sala 2 de este Cinemark me sentí algo aterrado, pero no solo. Creo que, visto así, salí ganando. Y pensé, por lo ahora apuntado, que [Rec] es, sin duda, una película [rec]abrona. Para los aficionados al género terror es ya una referencia [rec]ordable. De ésas que deben tenerse en la repisa de los deuvedé para [rec]apitular su trama de vez en cuando.


Tuesday, October 28, 2008

Meme fome


Este meme lo encuentro mil fome pero, como me lo pasó la Nena Jess, no le diré que no. Entro con gusto. Me tardé en contestar por ene razones, pero igual ya lo estoy posteando. + vale tarde. Para quienes aún no saben lo qué es un meme, cliq aquí o acá. Eso. Va:

Las reglas:

1. Poner las reglas en el blog.
2. Compartir seis cosas que me gustan y seis que no.
3. Elegir seis personas al final y poner los enlaces a sus blogs.
4. Avisar a estas personas dejando un comentario en sus blogs.

Me gusta:

1.- Conectar mi ser con la hermandad cósmica a través de los libros, la música, la ópera, el cine, el arte en general, el Internet.

2.- Filtrar el mundo y su gente a través de lo que escribo.

3.- El placer de una sonrisa vertical.

4.- Lo urbano posmoderno, en vivo o en virtual.

5.- Imaginar la vida y obra o no obra de ciertas personas que me interesan pero no conozco, hasta armar novelas piradas que casi nunca escribo de puro buenas que me quedan.

6.- Observar, reportear, escribir, volver a observar y seguir el ciclo.

No me gusta:

1.- La gente que no le da vuelta a las cosas una y otra vez para enfocarlas desde todas las perspectivas posibles. Lo odio en personas cercanas, me carga cuando miran el mundo con la simpleza de la primera mirada.

2.- Estar con gente posera que trata de mostrar mundo cuando no tiene ni inframundo y que cuenta ene veces su historia y la de su familia y la de sus conocidos sin que nadie, menos yo, se los pida.

3.- La manera en que vivimos autoengañados en México en casi todas las áreas, por ejemplo en el arte lírico donde el cuerno de la abundancia es tan comprobable como la existencia del Chupacabras.

4- Que me sobrevaloren o subvaloren. Tolero que no se interesen en conocerme, pero no que se formen un juicio que no me corresponde y aún así crean que me conocen.

5.- Esa gente que no se da por enterada de cómo la vemos los demás y hacen el ridículo más obsceno y cabrón.

6.- Que no callen cuando callo y estoy como ausente.

Invito a:

1.- Luis Enrique, quien al igual que Saramago se convenció, tarde pero se convenció, de que podía tener blog.
2.- Andrea, por su pensamiento ácido-combativo que descubrí gracias a su blog.
3.- Ricardo Marcos, porque de a poco configuró un contenido sólido en su gruta.
4.- Manuel Grillýzar, porque es un visitante frecuente de este blog escribicionista.
5.- Josef que sé que es beisbolero y ahora se está celebrando la Serie Mundial.
6.- Gabriela Alegría (aunque no dudo que este meme ya lo haya respondido algún día), que es la bloguera más chingona de México ed altri siti, le pese a quien le pese.

Tuesday, October 14, 2008

Necrofilia


He pasado horas y horas hablando sobre el genial Leopoldo María Panero. Y leyéndolo y viéndolo en You Tube. En rigor, quien se la pasó contándome anécdotas deliciosas sobre Panero, Montané, Vila-Matas y, étc: todo lo que querís saber sobre Panero, ha sido una amiga tan querida como chilena. Ella puso el tema, digamos. Y vaya que dio tema. Un tema que da tema.

Dejo algo, breve pero que mata, de Panero:



Necrofilia
(prosa)

El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.
Leopoldo María Panero

Thursday, October 09, 2008

JMG Le Clézio: Nobel de Literatura 2008


No cabe duda: a veces, el Premio Nobel de Literatura es muy útil para dar a conocer escritores.

Y es que sí, me sumo a quienes no sólo desconocen la obra de Jean-Marie Gustave Le Clézio, sino a quienes ignoraban, incluso, el nombre de este autor francés al que este jueves la Academia Sueca otorgó el Premio Nobel de Literatura 2008 por ser "un escritor de la ruptura, la aventura poética y el éxtasis sensual... Un explorador de la humanidad, más allá y por debajo de la civilización reinante".

No tenía idea de él, por eso me sorprendió saber que, según sus primeras declaraciones, JMG Le Clézio le debe mucho a México y a Panamá. Según esto, el Nobel de Literatura 2008 vivió un tiempo en México. Primera noticia que tengo al respecto. Por acá, entre otras cosas, defendió con Homero Aridjis a las ballenas... Conoció--convivió a los indios y eso le marcó la vida... ¿?

Igual, no sé quién sea.

Ha publicado más de 50 libros, pero no he leído ni uno. Así pasa. Ahora seguro lo conocerán muchos. Por eso, a veces el Nobel sirve para dar a conocer. ¿Así debería ser?

Dejo un link a lo que dice Alberto Fuguet respecto a este Nobel. Como suele suceder, el escritor y cineasta chileno traduce--capta el sentir de una generación, quizás de más o menos:

http://albertofuguet.blogspot.com/2008/10/yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.html

Wednesday, October 08, 2008

Poco ya es mucho: Rigoletto en el Teatro de la Ciudad


A continuación, posteo mi reseña-crítica de Rigoletto en el coloso de Donceles. O lo que queda de él. Eso.

Poco ya es mucho: Rigoletto en el Teatro de la Ciudad

x José Noé Mercado


México, DeEfe, 6 de octubre. 20:18. La función de Rigoletto no iniciaba. Debió empezar, según la cita, a las 20 en punto. El público fue numeroso. Digamos unas mil personas, lo que no es despreciable para ser un lunes laboral y los precios de los tickets, que costaron entre 1200 y 450 pesos. No hubo supertitulaje —y, por el ritmo fluido de la escena, lo entretenido, tampoco se echaría de menos—. Sí, en cambio, bocinas en las alturas, porque el espectáculo se sonorizó de manera casi imperceptible. O imperceptible. Es la norma, siempre se hace así en el Teatro de la Ciudad. Aunque a veces se disimule.

Por fin se dio la tercera llamada, con 25 minutos de retraso.

La Orquesta de la Ópera de Moscú, bajo la batuta de Yaroslav Tkalenko, sonó ligera en tiempos desde la nota inicial. El sonido fue agradable. Pulido. Transparente, con idea verdiana. La primera escena fue enfática en lo teatral y, bajo esa premisa, la propuesta del director Ivan Popovsky continuó así durante toda la función. Desde ese momento, quedó claro que para la Compañía Galina Vishnevskaya: Opera Centre de Moscú, la ópera es teatro. Y música. Puesto que lo que se ve en el escenario: una serie de cortesanos decadentes y caricaturescos, moviéndose como títeres del Duque de Mantua en un bello cuadro plástico, se dispone a partir de la música, sin descuidar el libreto. Suena lógico. Pero, para como a veces se hacen las cosas en México líricamente hablando, hacer lo lógico mucho tiene también de raro y novedoso.


Eso es algo que sorprende: que una compañía de mediano nivel en talentos, pero grande en esfuerzo, en preparación, en trabajo, venga desde Rusia a mostrar en un país como el nuestro, supuestamente inscrito en la tradición operística —whatever that means—, cómo se puede hacer ópera bien, sin contar con tantos recursos, pero más ocupados en las tablas y el resultado que en las falsas pretensiones y el qué dirán.

Aunque claro: para sorprenderse y, más aún, para aprender cómo se pueden hacer las cosas, es necesaria la humildad y no sé si esa flor crezca con abundancia en México, entre nuestras instituciones artísticas--culturales. Tal vez sí. O quizás no. Porque, para empezar, podríamos darnos cuenta que la escenografía es un recurso para ubicarnos en el contexto de la trama, ni más ni menos, y para diseñarla es más importante la imaginación, la creatividad, que el dinero.

En esta puesta en escena de Rigoletto, la escenografía de Alla Kozhenkova no fue más allá de grandes racks (esos coche-armazones donde se cuelga vestuario y mil cosas más) forrados a cada lado con contornos que sugerían un castillo, un edificio, y así, según el momento y el giro que aprovechando las rueditas los mismos cortesanos les daban. Una solución simple, honesta y válida. Funcional. Eficaz, a la par que el vestuario, también diseñado por Kozhenkova. Todo, además, con la iluminación de Vladislav Frolov, tan sencilla como efectiva. Relevante, en ese sentido, porque se dispuso, igual que ciertos detalles que son teatro, para subrayar la trama: por ejemplo, el balanceo corporal de los cantantes sobre su propio centro de gravedad combinados con efectos lumínicos, movimientos de manos, intención determinada al caminar.


A simple vista, el aspecto vocal podría parecer otro punto débil de la producción. Pero no es así. Porque los cantantes conocen sus roles y son musicales, cumplidos, más que enormes talentos de la voz. Y cuenta más su realidad que su potencial o no, ya que éste no es raro que en materia artística se quede sólo en eso. Y la realidad es que en esta función los participantes cantaron, con la menor o mayor técnica, calidad o belleza que su estudio o instrumento les permite, de manera incuestionable respecto a las exigencias de la partitura, con la solidez y experiencia que acumulan por el solo hecho de pertenecer a una compañía en activo.

Muy probablemente, el barítono Boris Statsenko no sea el mejor Rigoletto de la historia, ni del momento, siquiera. De acuerdo. Pero la noche del lunes fue un Rigoletto humano, solitario, convincente, al público que aplaudiría de pie al final de la función por más de 10 minutos no le quedó duda de ello. Incluso si consideramos esa dicción tan de camarrada que mostró. Lo mismo puede decirse del tenor Oleg Dolgov, como el Duque de Mantua, quien es cierto que se revolvió en técnica y facultad para poder salir adelante, pero de que lo hizo a su modo, lo hizo. Los bajos Nikolay Anisimov (Monterone) y Evgeny Plekhanov (Sparafucile) y la mezzosoprano Kristina Fush (una sensual Maddalena), lo único que requieren en su interpretación, quizás, es mayor edad y lo que ello significa en color vocal, pero eso llegará justamente con el tiempo.


Pero, si todo lo anteriormente expuesto no fuera suficiente para que este Rigoletto haya valido el boleto y mucho, mucho más que eso, reservamos la cereza irrefutable del pastel para el final. Ya algunos amigos de Ciudad Juárez, Chihuahua, y Monterrey, Nuevo León, dos de las varias ciudades donde se presentó esta producción antes que en el DeEfe, me habían hablado de las cualidades de la soprano Irina Dubrovskaya.

Bien, pues todo comentario previo se quedó corto.

Irina Dubrovskaya, 27 años de edad, fue más que un descubrimiento, una real epifanía. Sin venir precedida por un aparato marketinguero, sin la apabullante publicidad de las grandes divas-divis (Duvrovskaya, por ejemplo, ni siquiera está en You Tube), esta cantante es, lejos, la mejor soprano que haya cantado en México en años. Que fuera parte de esta compañía para nada espectacular, y en muchos sentidos modesta, en algo nos recordó, no interpretando Shakespeare sino Verdi, el arte de Sibyl Vane (leer-releer El retrato de Dorian Gray cuando recién aparece el personaje, después ya no).

Irina Dubrovskaya (hay que repetir su nombre y aprenderlo) fue Gilda. No una Gilda cualquiera, sino la ideal. Una de ensueño, imbatible. Con una redondeada voz de lírico-ligero que —a falta de otro adjetivo— debemos referir hermosa, con una bella presencia escénica, con una actuación conmovedora. Ella sí con una técnica sobresaliente, exquisitez en su canto y buen gusto interpretativo, con coloraturas vertiginosas, agudos solares, cuidada dicción, Dubrovskaya re-develó al público nacional que el canto es para quien lo escucha, sobre todo, verdad estética y placer.


Cuán deseable sería que nuestras autoridades líricas la hayan ubicado. Y pronto los operófagos mexicanos pudiéramos disfrutar de esta cantante, así en plenitud, ya no por una gira como ésta en la que tocó suelo nacional por cosas del destino, sino por invitaciones expresas para Lucias, Julietas, Ofelias, Maries,Violetas, y todo ese repertorio que le viene tan bien a su voz y su voz a esas partituras. Claro que para eso primero deberíamos tener, uno, autoridades líricas, y dos, algo no menor, ópera.

En rigor por lo dicho, aun cuando fuera por presenciar la sola participación de Irina Dubrovskaya, soprano con calidad suficiente para brillar en cualquier teatro del mundo, este Rigoletto fue altamente revelador para el público mexicano. No sólo porque demostró a los asistentes que la ópera es para disfrutarse, lo que a veces, por lo visto, se nos olvida, sino porque enseñó que puede hacerse de otra manera, con alternativas. Sin tantas broncas de todo tipo. Quizá los asistentes al Teatro de la Ciudad nos mojamos con muy poco, pero en un panorama líricamente desértico (¿acaso no terminó Manon Lescaut en un desierto?) poco ya es mucho. Harto. Asaz.

Wednesday, October 01, 2008

No lo sabía


"¿Cómo podría hacerle daño?

"Entonces no lo sabía. No sabía que era capaz de herir a alguien tan hondamente que jamás se repusiera. A veces, hay personas que pueden herir a los demás por el mero hecho de existir".

Al sur de la frontera,
al oeste del sol

Haruki Murakami

Agua, por favor: Manon Lescaut en el Teatro de la Ciudad


Posteo aquí mi reseña-crítica versión definitiva o al menos release candidate de Manon Lescaut en el Teatro de la Ciudad (UPDATED: que contiene un par de detalles y que no contiene un par de detalles respecto a la versión beta, que coloqué hace unos días).

La verdad es que cada vez estoy más convencido de que en realidad prefiero escribir sobre aquello que me entusiasma-motiva-apasiona, que de lo que está mal o es criticable-cuestionable.

Suena lógico, pero no siempre es posible.

Según la concepción que se tenga de la crítica, hay quienes prefieren destruir que crear. Yo no. Yo prefiero, de ser posible, crear. Por más que se diga eso de que toda crítica es un ejercicio subvencionado a aquello que critica. Soy más fan que un serial critic. En todo caso, como es normal conforme a lo que estaba diciendo, me siento más cómodo entusiasmando-argumentando a los lectores por qué podrían leer un libro o ver una película o comprar una grabación o ir a una función--concierto, que destazando a un autor que no me gusta o interesa o un compositor--obra que me aburra o encuentre fome o inútil o prescindible. En este último caso, ni siquiera me tomo la molestia. No gasto energía--tiempo en ello.

Pero capto que, en ocasiones, también puede--debe escribirse de aquello que nos interesa cuando no marcha del todo bien, justamente para que cambie y nos permita hablar con gusto-satisfacción de ello. O no sé. Pero se adquiere un compromiso, digamos, con aquello que un día nos ha servido para sentirnos bien, para emocionarnos un minuto, para trasladarnos a una realidad estética, mejor o más habitable--tolerable que la cotidiana. Eso me pasa de un tiempo a la fecha con la ópera en DeEfe, y no hay opción: creo que debe escribirse de ella, pase lo que pase, esté como esté, para que no pase lo que pasa y no esté como está. Aunque, en parte, uno termine algo desencantado--frustrado en ese ejercicio. Ni modo. Me sentiría más desencantado--frustrado, si no lo hiciera. Supongo que es otra faceta de la crítica. Y alguien tiene que hacerla.

Y nada. Después de esta especie de declaración de principios digna de cualquier bloggersänger, dejo la crítica. Eso.

Agua, por favor: Manon Lescaut en el Teatro de la Ciudad

x José Noé Mercado

La tercera ópera de Giacomo Puccini, Manon Lescaut, fue el cuarto título de la Temporada 2008 de la Compañía Nacional de Ópera (CNO), y se ofreció al público en tres funciones, los pasados 23, 25 y 28 de septiembre.

Como todo en la vida, la CNO y su quehacer no puede entenderse sin su circunstancia. Así, por esas fechas en medio de exigencias y presiones sindicales, a última hora paliadas más que resueltas, y el puente patrio, que alteró el tiempo de ensayos rumbo al estreno, una de las cuatro funciones contempladas originalmente para ser presentadas (la del día 21) tuvo que ser cancelada y las tres restantes, con los trabajos de remodelación del Teatro del Palacio de Bellas Artes iniciados, tuvieron como foro el Teatro de la Ciudad, con los respectivos problemas técnicos, acústicos, logísticos, económicos, que ello podía significar.

Todo lo anterior, como puede suponerse, incidió más o menos en el resultado artístico e integral de esta producción, que permitió al público presenciar Manon Lescaut, después de casi 30 años de que se pusiera por última vez en Bellas Artes. Veamos.

Para el rol epónimo, se invitó a la soprano chilena Verónica Villarroel, a más de 18 años de que actuara por primera vez en nuestro país. Casi dos décadas después, comprueba, como dice la canción, que Dios perdona, el tiempo no. Quien tuvo, tuvo. Fue. Y es que si bien la entrega y el compromiso de la intérprete deben rescatarse en estas funciones, en lo vocal escuchamos una emisión gastada en el registro agudo que, forzada y abierta para llegar a él, pierde el control de la línea melódica y del vibrato.

Pierde el control, punto.

La templada calidez y la serena seducción de la parte media de su voz se pierde por ratos, se va la señal sintonizada, digamos, y quedó de manifiesto que Villarroel enfrentó un papel que en varios momentos la evidencia. Histriónicamente construyó a su personaje con cierta pasión afortunada en estilo, pero con un resultado que la conmueve más a ella en su interpretación que a quien la contempla.

El caballero Renato des Grieux fue alternado por los tenores Alfredo Portilla (mexicano) y Richard Bauer (brasileño). En la función del martes 23 (erróneamente atribuida a Bauer en el programa de mano), Portilla pareció sentirse incómodo y distraído con la acústica seca y dispar del otrora Esperanza Iris y ofreció frases sin canto y a toda voz, sin poder ocuparse de los matices y, sobre todo, de hacer música con ese bello y bronceado instrumento tenoril que posee. Sin girar la voz en las notas de pase (lo que equivaldría a pisar el clutch para cambiar de velocidad o no hacerlo y de cualquier manera acelerar), las palabras del Des Grieux de Portilla se escucharon con fuerza en el Teatro de la Ciudad, pero no corrieron en él, ni se incorporaron del todo en el fluido musical pucciniano emanado desde el foso de orquesta y de su propia garganta, cuando utilizó la media voz y el centro de su registro. Ciertamente, hacia el final de la obra, la voz de Alfredo Portilla sonó con más armónicos, más húmeda y lubricada en lo musical, pero justamente ya fue el final y todo acabó.


De algunos de los numerosos cantantes de reparto y los figurantes líricos, podría apuntarse que el barítono Jesús Suaste estuvo sobrecalificado en un rol (Lescaut) para el que le sobran recursos y refinamientos canoros y le falta cinismo interpretativo. Que a Arturo Rodríguez, bajo-barítono, no le viene el Geronte di Ravoir ni papeles que le exijan hacerse el simpático (aun involuntariamente) porque en escena no lo es, quizás nunca lo ha sido porque lo suyo, lo que le queda a su personalidad, es el drama, aun cuando trata de cumplir en lo vocal. Que el tenor Carlos Arturo Galván cantó con profesionalismo, corrección y entrega el Edmondo. Que la mezzosoprano Nieves Navarro (Músico) ofreció el canto más deleitable de la velada. Que Miguel Hernández-Bautista, bajo, (Hostelero) es un apasionado de la ópera y se brinda, aunque sea brevísima, a su encomienda: su actuación, sus gestos, son para seguirse en detalle. Que el tenor Luis Alberto Sánchez (Maestro de baile) sí es simpático y cantó su rol como se debe y puede. Que Roberto Aznar (Sargento) y Arturo López Castillo (Capitán) cumplen, cumplen y cumplen, siempre, siempre que son requeridos. Y que, en rigor por lo dicho, la función se la llevaron los comprimarios. O quizás se la llevó el Coro del Teatro de Bellas Artes, en el año en que sigue celebrando 70 años de su fundación, ya que en estas funciones, preparado por Jorge Alejandro Suárez, discípulo del padre Xavier González, configuró una labor relevante, con uniformidad, motivada.

A esa motivación, ¿contribuiría, quizás, el monto extra de 2700 pesos por persona, por mes que estén fuera de Bellas Artes, que se supone fue acordado para los grupos artísticos, técnicos y más, por concepto de desplazamiento-traslado, ya que, como se ha dicho, se les movió de su sede de trabajo?

Sobre este aspecto, aun cuando sí, es verdad que se les movió unas tres cuadras, ¿se justifican así los millones de pesos que, desembolsados por este motivo, se sumarán al costo real de las producciones operísticas, en este caso de Manon Lescaut?

Con todo esto, el verdadero inconveniente para que la CNO presente ópera en el Teatro de la Ciudad, por encima incluso de la maltrecha y fisurada acústica del recinto, sería, es, convencer a sus grupos artísticos abriendo la chequera, para soltar en un gasto corriente (a veces dispuesto de manera torpe o ineficaz, como en un ensayo para el que se citó al coro sin que fuera a ensayar en realidad) un porcentaje significativo del importe total de los montajes (que en este caso de Manon Lescaut fue coproducido con el Festival Internacional Cervantino). Y esto, desde el punto de vista administrativo y financiero no es viable ni sostenible, acaso por ello, si consideramos, además, la falta de liquidez que enfrenta la CNO porque las instituciones de las que depende no le sueltan el dinero a tiempo, es comprensible que los próximos dos títulos de la temporada hayan tenido que posponerse o cancelarse: Muerte en Venecia de Benjamin Britten y La sonámbula de Vincenzo Bellini.

La puesta en escena correspondió al argentino Marcelo Lombardero, un conocedor de la obra, y del género operístico en general, que marcó un trazo adecuado, claro, limpio, para desenvolver en el escenario dramática y musicalmente esta Manon Lescaut. El trabajo de Lombardero quizá no sea espectacular, pero en cambio es efectivo, clásico, aun si pensamos en el pasaje de travestido pero real faje lésbico del primer acto (y que por cierto ayudó a entretener al público, algo voyeur, en momentos en que el foco escénico-vocal de los protagonistas se pone tedioso). Marcelo Lombardero, se notó, tenía una idea definida de lo que quería hacer y lo hizo. Incluso con el movimiento del coro, hecho no siempre visto en México, donde la norma es el amontonamiento, la plasta visual.

Lo cuestionable de la concepción escénica fue la falta de unidad conceptual entre los tres primeros actos (escenografía corpórea, tradicional, física) y el del cuarto acto (proyección, virtual, sobre una gasa). La escenografía (quedó grande, saturando el espacio escénico del Teatro de la Ciudad) e iluminación (quizá demasiado contrastada y por tanto artificiosa, efectista, en algunos momentos, pero sugerente, lógica, en otros) fueron de Enrique Bordolini y el vestuario (logrado, de época, vistoso si bien ciertos elementos se veían delatoramente falsos) de Luciana Gutman, ambos, también, argentinos.

De aquí, esta producción se va al Teatro Juárez, en Guanajuato, donde quedará aún más grande. ¿Y luego? ¿El público (que en estas funciones no ocupó siquiera la mitad de los asientos, entre otras razones porque la publicidad de las instancias culturales encargadas de ella fue casi nula, avara, displicente) deberá esperar otros 29 años para volver a ver Manon Lescaut con la CNO? ¿Será posible arrendarla a teatros o compañías internacionales para amortizar los gastos de su diseño y elaboración? Ése es, sin duda, un gran reto que podría plantearse.

De la dirección concertadora se encargó la batuta del italiano, viejo conocido en México, Guido Maria Guida, quien concibió la obra casi wagnerianamente, acaso por los leitmotiven presentes en la partitura de Puccini, pero sobre todo por el manar fluido y constante de las melodías que dan una riqueza particular en el colorido orquestal. El trabajo de Guida fue detallado, pero también se vio afectado por la acústica del recinto. El sonido, seco y sordo, más que esparcirse por la sala, se fue hacia arriba del foso, creando como una invertida cascada sonora a través de la que tenía que proyectarse (o estrellarse) la voz de los cantantes. Lástima.

Y lastima. Porque la limitada Temporada 2008 de la CNO, de momento, sólo continuará con una versión en concierto de Edgar, igual de Puccini, en la Sala Nezahualcóyotl. Quizá, antes, se pueda hacer también un Elíxir de amor de Donizetti u otro título alternativo a los cancelados, pero eso está en veremos, dadas las circunstancias expuestas. Por eso, para los operófagos capitalinos el panorama es más desértico que para Manon y Des Grieux en el cuarto acto. Agua, por favor. Aunque sea de un espejismo.