Monday, October 31, 2011

Siete notas del Cervantino 39


Coloco acá la primera parte de mi crónica del 39 Festival Internacional Cervantino. Ilustro con algunas fotografías que tomé de la ciudad de Guanajuato. Pronto la segunda parte. Ésta salió en El Financiero del viernes. La dejo tal cual. Eso.

Periódico El Financiero
Viernes 28 de octubre de 2011
Efímero enjambre fónico de tintes macrobióticos y zen
Siete notas del Cervantino 39
x José Noé Mercado

Do
Una piedra más en el piso de estas pintorescas y coloniales callejuelas y el sistema de amortiguación de mis rodillas habría colapsado. He recorrido Guanajuato, ciudad de plazas, callejones, túneles y declives, para comprobar, de alguna manera, que aquí todo sigue igual y a la vez distinto para esta 39 edición del Festival Internacional Cervantino (FIC).

A diferencia de años recientes, ahora hay un énfasis particular en la oferta musical de esta fiesta del espíritu, cuyo eje temático discurre sobre Los dones de la naturaleza, que tiene como invitados de honor a Dinamarca, Suecia, Finlandia, Noruega y el estado de Nayarit, y un nada despreciable presupuesto de 122 millones de pesos aportados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, los gobiernos estatal y municipal y la Universidad de Guanajuato.

Como suele suceder, la atención principal no se centra en algunos artistas de semáforo que apenas si ganan su vida diaria con números básicos que no conmueven a los automovilistas en tránsito ni mucho menos a los habitantes que van de un lado a otro para cumplir su cotidianeidad, sino que habrá de repartirse en los 1805 artistas de 29 países, 347 funciones y 70 actividades académicas que conforman este FIC a celebrarse del 12 al 30 de octubre.

Decido que mi zona base será la Plaza de la Paz. De ahí, casi todo quedará cerca. Aquí, el ajetreo -casi todo producido por artistas invitados y organizadores y sus respectivas amistades o parentelas; gente de prensa y uno que otro visitante “real”-, es más evidente que en la periferia. Tuiteo. Tomo algunas fotografías y las subo a Fecebook. A partir de ese momento, comparto instantes del FIC a mis contactos, quienes van comentando. Así, en medio de la muchedumbre, encuentro cierta intimidad retroalimentada.



Re
La noche del jueves 13 acudo al Teatro Juárez. El Théâtre des Bouffes du Nord presenta la primera de tres funciones de A magic flute, versión libre de Peter Brook, Franck Krawczyk y Marie-Hélène Estienne de la célebre ópera de Wolfgang Amadeus Mozart. Es a piano y con una escenografía sencilla con base en varas flexibles, aparentemente monótona pero que tiene la virtud de transformar y aludir: que sugiere.

La adaptación es de naturaleza teatral. Las voces de Roger Padullés, Antonio Figueroa, Julia Bullock, Malia Bendi-Merad, Dima Bawab, Virgile Frannais, Patrick Bolleire y Jean-Christophe Born, son correctas, musicales, pero carecen de espectacularidad lírica. Lo que resulta altamente valioso es la manera en que desgranan la historia, sus simbolismos, y dejan la esencia de esta trama de acentos masónicos. La partitura tampoco está íntegra, pero contiene lo fundamental. La música que se ha dejado en esta versión es más que suficiente. Los pasajes más vistosos están reinterpretados, con dinámicas de tiempo, fraseo y humor que redescubren el significado y el valor sonoro del libreto. Este espectáculo constituye un ejemplo de cómo puede hacerse ópera con pocos recursos, con un trazo escénico creíble, de naturaleza portátil.

Al salir a la calle el ruido es casi insoportable. A lo lejos música de mariachi se mezcla con la de banda y la electrónica. Gente canta y grita entre copas. Otra transita rumbo a restoranes, bares y, los que tienen otra onda, a sus hoteles. Algunos hacen parada en algún Oxxo para adquirir preservativos.


Mi
Viernes 14. En las calles no es raro observar vehículos que en el parabrisas portan el letrero de “Oficial” y un número de identificación. Felipe, el chofer de uno de ellos, me asegura que “dinero llama dinero. Con el FIC los que en verdad ganan son los grandes empresarios, los hoteleros y restauranteros, además del gobierno”. A él lo han contratado temporalmente. “No es mucho lo que nos dan por el apoyo que brindamos, cinco mil pesos, pero son buenos, porque muchos de nosotros no tenemos chamba y eso nos aliviana para llevar algo de comer a la familia”. Felipe acarrea artistas: de su hotel al recinto en el que habrán de ensayar o presentarse y viceversa. Ni él ni el anfitrión asignado para atender a ese grupo tienen planeado asistir a los eventos porque “el trabajo es demandante, no queda tiempo para más”.

Me consta que a los artistas los atienden incluso hasta el empalago. De pronto pienso en lo mucho que eso contrasta con lo que me tocó presenciar el domingo 9 de octubre, pero en el Museo Nacional del Virreinato, dirigido por Cecilia Genel Velasco, en Tepotzotlán. Ahí la moneda corriente fue el trato áspero e indigno a la investidura artística representada por el Ensamble de Música Antigua de la Escuela Nacional de Música de la UNAM, que ofreció un concierto de repertorio virreinal como parte del IV Encuentro Universitario de la Canción Mexicana, no sin toparse con burocratismo y escasa voluntad de cooperación, ya sea para aparcar, montar instrumentos, acceder (y salir) libremente al recinto, instalar tripiés, recibir una extensión eléctrica, grabar y documentar el evento. Para brindar su arte. Reprobable la altanería con la que ese grupo de jóvenes fue tratado. Acá en el FIC los anfitriones son tan amables y atentos que rozan el concepto del stalker.


Fa
En la sala Hermenegildo Bustos de la Universidad de Guanajuato hay un muestra multidisciplinaria que me interesa presenciar. Se trata de la exposición De ser árbol de la artista plástica Sandra Pani. Durante la inauguración se estrenará una obra musical compuesta ex profeso para la ocasión por Mario Lavista, quien igual tocará un thai-gong y acompañará una interpretación del flautista Horacio Franco, la chelista Bozena Slavinska y la soprano Verónica Murúa, a quienes se suman seis copas de cristal.

La obra de Pani sombrea sobre blanco una idea corporal de transformación, acaso inacabada y continúa, en estructura arbórea, en organicidad humana y naturaleza contemplativa. La música de Lavista intenta propiciar un ambiente cuya dimensión sonora pueda atestiguar y cobijar una trasmutación sin más bordes que la vitalidad posible a través del tiempo y el espacio. Las voces de las copas, el gong, la flauta, el chelo, la de Murúa, utilizada como recurso expresivo de sonoridad y no como oficiante de un canto tradicional, lograron un curioso, enigmático y efímero enjambre fónico de tintes macrobióticos y zen.



Sol
En la Plaza Juárez y en los restoranes circunvecinos, desde donde puede verse el Pipila de piedra y el funicular ascendiendo y descendiendo, departen personajes del ámbito cultural mexicano. Directores de orquesta, compositores, editores, curadores, periodistas. Por alguna razón, trato de evitarlos, como si me conocieran.

Me dirijo al Templo de la Compañía a un homenaje que se le rinde al compositor, pianista y pedagogo nayarita Ramón Serratos, fallecido en 1973. Arturo Uruchurtu brinda al piano una interpretación elegante, transparente y equilibrada de diversas piezas, entre ellas Barcarola, Vals en fa sostenido menor y las Variaciones sobre los temas de A la orilla de un palmar. El programa es completado por la voz de la soprano Lucía Preciado quien, acompañada al piano por Andrés Sarré, aborda los ciclos De Julieta a Romeo y Esta tarde mi bien. La cantante hace un buen esfuerzo, aunque su instrumento no puede evitar cierta emisión capretina en su vibrato. 



La
Es complicado encontrar un taxi libre. Y me urge uno, si es que quiero llegar al Auditorio de Minas. Cuando al fin subo a uno, mi petición de que vayamos lo más rápido posible se diluye en el tránsito pesado de la tarde. Me conformo a llegar tarde, a no llegar a la ópera Arrasados de Rogelio Sosa. Por fortuna, la función también inicia tarde y logro acomodarme en mi butaca, entre una mayoría de gente muy joven, la única capaz quizás de aventurarse con este tipo de obras.

Arrasados es una adaptación de Sosa y Anajosé Aldrete a la obra de teatro Blasted de la inglesa Sarah Kane. Es una trama llena de onanismo, violencia, rabia, armas de fuego, violaciones y demás aires contemporáneos. Es una propuesta que asume el riesgo de salirse de Puccini y todo lo tradicional y que se entreteje con sonidos electroacústicos y una virtuosa exploración vocal pocas veces frecuentada en la historia operística mexicana. El punto más fuerte de esta obra es justamente la capacidad para buscar la mayor expresividad vocal a través de cierto canto, pensamientos obsesivos sonoros, preocupaciones que se reflejan en sonidos estomacales o ambientes esquizofrénicos. La cantante Carmina Escobar mostró a través de la potencialidad de su instrumento que la voz no se agota en traviatas, bohèmias y demás obras del repertorio típico. Lo mismo hay que decir de Juan Pablo Villa y del propio Sosa.

La debilidad mayor de esta ópera estructurada en cinco actos es un libreto largo, que constantemente pierde el foco dramático, que se extiende innecesariamente por redundancias y nudos en la trama que no van directamente a una resolución. Las actuaciones flojas, igualmente, debilitaron la impresión de personajes que deberían interpretarse con fuerza, si se aspira sintonizar con el contenido de la obra.




Si
Ya evito taxis, en el tránsito casi paralizado de la noche. Camino. Respiro el viento helado. Avanzo con mayor velocidad que los microbuses que van hacia el centro. Llego a la Alhóndiga de Granaditas a un concierto de Carlos Núñez y la Banda de gaitas del Batallón de San Patricio, que hace bailar a un público francamente ilusionado.

Núñez es bueno, aun si se considera que su sonido es más pop que celta. Interpreta piezas célebres, incluidas algunas mexicanas como el Huapango de Moncayo. Pero luego exagera, a mi juicio. Casi dice que el mundo ha girado en torno a la gaita, que el hombre desciende de ella. El espectáculo termina por aburrirme, aunque en cualquier caso espero hasta el final, mientras actualizo mi Facebook. Tuiteo que pronto estaré de regreso. Que veré la ópera Il Postino de Daniel Catán, a la soprano Virginia Tola, a Anonymous 4 y, desde luego, a la coreana Sumi Jo. Eso será durante la tercera semana del FIC. Pero no sé. Ya veremos.

Wednesday, October 26, 2011

Butterfly, la renegada

Fotos: Lázaro Azar

He estado escribiendo varios textos. Ésa es la razón principal de que no actualizara este blog en los últimos días. Pronto más detalles sobre eso que he estado escribiendo. Por ahora, coloco mi texto sobre la Madama Butterfly que se presentó hace unas semanas en Bellas Artes. Se publicó ayer en El Financiero. Eso.

Periódico El Financiero
Martes 25 de octubre de 2011
Butterfly, la renegada
x José Noé Mercado

Madama Butterfly de Giacomo Puccini ocupa el octavo lugar entre las óperas que más se representan actualmente a nivel mundial. Superado su fracaso inicial en Milán, en 1904, esta obra que cuenta con libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa se impuso como una de las más gustadas del catálogo lírico y es llevada a la escena una y otra vez, temporada tras temporada en todo el planeta, hasta convertirla en una trillada y escasamente novedosa muestra del anquilosamiento y conformismo estético que padecen algunos sectores operísticos.

Ello, en fusión con la modorra lírica propia de la Compañía Nacional de Ópera, agazapada en fórmulas de programación y conformación de elencos sin mayor destello desde hace tiempo, hace una obviedad que again, one more time, se recurriera a Butterfly para presentarla en una nueva producción en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, con funciones los pasados 18, 20, 22 y 25 de septiembre.

El principal interés de este montaje, surgido por una aparente relectura de la directora de escena y diseñadora de escenografía Juliana Faesler a la historia de la renegada japonesa Cio-Cio San, en el fondo terminó por diluirse porque más que una reinterpretación válida, polémica o incluso escandalosa, ofreció una inocultable especulación a la trama, al libreto y a la esencia (in)moral del personaje de Pinkerton.

De turista sexual en Japón (¿alguien duda que eso es Pinkerton, antes que oficial de la marina norteamericana?: “un teniente cachondo y medio pervertido”, califica Octavio Sosa en el programa de mano), traspatio de sus correrías donde contrae un matrimonio banal y embaraza a la gringófila y boba Butterfly con engaños amorosos de por medio, al final pasa a ser un viejo en silla de ruedas y atormentado por su actuar en aquella aventura de juventud, lo que alivia suicidándose de un tiro. Esto último, por cierto ya reniego de Faesler a lo firmado por Puccini, empequeñece el harakiri de Butterfly con el que buscó recuperar su honor y el final intenso y dramático con el que cierra la obra. A Pinkerton lo ennoblece, le crea sentimientos política y moralmente correctos y lo redime.



Las sopranos Violeta Dávalos y Maribel Salazar alternaron en el rol protagónico. Dávalos brindando un personaje porfiado en sus afectos, de gran intensidad, con una emisión creciente en calidad durante la función, aunque de fraseo corto, interrumpido por excesivas respiraciones y ataques de forte para arriba, más propicios para el fuaaa, que para darle matices y colores a la tragedia de la japonesa. Salazar confeccionó un personaje frágil, ilusionado, proyectando cierta ingenuidad a través de una voz muy dulce y cálida, que despierta en el público dolor genuino ante su infortunio.

Como Pinkerton, el tenor José Ortega, originario de Ciudad Juárez, demostró que es un cantante decoroso, con un buen centro vocal, si bien su emisión se estrecha en el registro agudo y estrangula un poco el sonido. La mezzosoprano Guadalupe Paz ha tenido como Suzuki una de sus mejores actuaciones en nuestro país, gracias a un color bello y ahora sí parejo, estable en todo su canto, mientras que Encarnación Vázquez, alternante del rol, mostró su larguísima experiencia en esta obra, mismo caso del barítono Jesús Suaste, un hipócrita pero finalmente comprensivo Sharpless. Es destacable el Goro del tenor Gerardo Reynoso y, sobre todo, el vocalmente estupendo Bonzo del barítono Óscar Velázquez.

El Coro del Teatro de Bellas Artes sigue ganando nivel, gracias al encomiable trabajo de su preparador, el catalán Xavier Ribes. Para hablar de la orquesta, sería necesario referirse al concertador Ivan Anguélov, pero quizás nadie mejor que Jaime Ruiz Lobera, director de la CNO, pueda explicar a detalle sus virtudes, que deben ser hartas como para mantenerlo al frente de la agrupación pese a saber que el nombre del director búlgaro salió a relucir en las quejas públicas de cantantes femeninas que aseguran haber padecido su acoso en el más reciente Concurso de Canto Carlo Morelli. Entonces, pidámosle que hable.

2do. Coloquio Hispanoamericano de Periodismo Cultural

El jueves de de octubre participé en el 2do. Coloquio Hispanoamericano de Periodismo Cultural del Zócalo. Fui invitado para intervenir en la mesa titulada "El periodismo cultural nota por nota" y estuve al lado de Lázaro Azar, crítico del diario Reforma, Pablo Espinosa, editor de la sección cultural de La Jornada, Sergio Raúl López, reportero free-lance, y Xavier Quirarte, reportero de Milenio.

Próximamente los organizadores editarán una memoria con las diversas ponencias y fotografías de los participantes. Mientras tanto, link a una nota que se publicó del evento en Milenio, y el boletín de prensa emitido por la Secretaría de Cultura del Distrito Federal.

Y, como bonus, una fotografía de los participantes de mi mesa: