Wednesday, February 29, 2012

Los blogs que quedan, ¿son mejores?

Ilustración: KmCero

Quizás el auge de los blogs ha pasado ante el furor de las redes sociales. Muchos blogs, que en algún momento ayudaron a generar la apertura necesaria y alternativa de los medios de comunicación masiva tradicionales, con la inclusión de contenidos marginales, con pluralidad y libertad de expresión, fueron de pronto abandonados por sus autores quienes se convirtieron en facebookeros o twitteros o fueron absorbidos por los medios tradicionales, y sus bitácoras se convirtieron en "ruinas digitales" como lo señaló el escritor y cineasta chileno Alberto Fuguet, en un post: Réquiem por los blogs, que dio por cerrado su Apuntes autistas.

Muchas pueden ser las razones para que las redes sociales se hayan impuesto. Bloguear implica más tiempo, más elaboración. Facebook y Twitter no sólo son en su operación plataformas más prácticas en su uso inmediato, sino que también, quizás, sirve más exactamente a quienes antes usaban blogs para expresar sus estados de ánimo, opiniones instantáneas, departir, linkear: en suma, mantener su red social. Eso igual explica en parte que se hayan creado infinidad de blogs descuidados, sin rigor, que adolecen de una mano editora, expresivamente inútiles. No todos, pero una buena cantidad de blogs, sin embargo, fueron creados para escribir en ellos. Para comunicar por medio de la escritura y con el uso de la multimedia. Esos son, muy probablemente, los que subsisten. Los que no se pelean con las redes sociales sino que las utilizan para difundir sus contenidos. Los que, acaso, permanecerán.

En su blog Vano oficio en El País, el escritor peruano Ivan Thays publicó un excelente artículo sobre la materia, que puede leerse para comprender a detalle la situación. Advierte Thays:

"Son los tiempos del triunfo de las redes sociales. Y con ello, el narcisismo ha dado paso al exhibicionismo. Antes uno se tomaba bastante en serio escribir un artículo para un diario. Luego, cuando aparecieron los blogs, la mayoría de sus administradores no se tomaron tan en serio el trabajo (insisto, la mayoría, pero hay valiosas excepciones) y los post dejaron la seriedad de la tinta impresa para convertirse en una exhibición poco pudorosa de opiniones mal argumentadas y pésima ortografía. Luego vendrá el Facebook que aumenta exponencialmente las posibilidades del exhibicionismo. Ya no se trata, ni siquiera, de escribir posts o de comentarlos sino de filtrarse en el muro de cualquiera que no tenga política de privacidad, o al que logró añadir como amigo, y comentar lo que sea y como sea, sin sentir la menor vergüenza por redactar un rebuzno o cometer una injuria. Lo importante no es el contenido, sino que su comentario quede grabado en la mayor cantidad de muros de Facebook. Y como el narcisismo no es tan importante como el exhibicionismo, estos comentarios en blogs o esos perfiles en Facebook pueden perfectamente ser anónimos.

"Al fin, llegamos al Twitter. Podemos parafrasear a Andy Warhol y decir que todos tendrán no su cuarto de hora, sino sus 140 caracteres de fama. Una frase exitosa puede llevar a centenares de retweets, que a su vez pueden convertirse en miles. Solo hay que encajarla en el momento preciso. No tiene que ser inteligente ni divertida, solo aprovechar el momento y que sea suficientemente agresiva o ingeniosa para que los demás la repitan".

En efecto, los objetivos separan a unos y otros. Las plataformas son un medio que en cualquier caso ha de determinar el usuario. depende de sus intereses e intenciones lo que haga con ellas. Thays termina con una sentencia:

"Lo bueno es que, con la aparición del Twitter y su inmediatez, el territorio de los blogs (con cada vez menos lectores y, por tanto, menos interesante para los exhibicionistas) ha quedado en manos de autores que se fijan más en el contenido. Ya no hay tantos blogs como antes, pero los que quedan son mejores. Esos contenidos sí quedarán, habrá valido la pena el esfuerzo. En cambio, los tweets serán sepultados en el olvido con la misma frecuencia con que se actualizan".

Quizás. Tal vez. Es cuestión de esperar, ver qué sucede y cómo se actualiza el tema. Porque eso sí: somos la generación del timeline.

Fama y rareza

Foto: Peter Ross

Coloco el texto que publiqué hoy en el periódico sobre el concierto de Deborah Voigt en Bellas Artes y el concierto de la OFCM en la Ollin Yoliztli de este fin de semana. Eso, acá, en el blog, para quienes no lo han leído en papel. 

Periódico El Financiero
Miércoles 29 de febrero de 2012
*Conciertos de fin de semana*
Fama y rareza
x José Noé Mercado

El aficionado lírico capitalino tuvo que optar el pasado 25 de febrero. Y optar, en este caso, significó también descartar, ya que así como hay fechas que forman largas temporadas en las que la abstinencia es absoluta, la tarde de ese sábado tenía empalmados tres programas vocales de particular atracción cada uno.

Por más que le hubiese interesado estar en todos, no le fue posible debido no sólo a las distancias y tránsito en muchas ocasiones insalvables de una lluviosa y granizada ciudad de México, sino principalmente a la falta de sincronización y diálogo entre las diversas instituciones ofertantes de actividad musical que dificulta el aprovechamiento máximo del perfil del público para el que se supondría estructuran sus programas.

La primera opción terminó por imponerse por la fama y prestigio de la soprano dramático estadounidense Deborah Voigt, quien se presentó en un recital en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, acompañada al piano por Brian Zeger. Voigt es, en efecto, una de las cantantes más cotizadas internacionalmente en el repertorio operístico straussiano y wagneriano, aunque en esta ocasión ofreció la interpretación de piezas menos demandantes que aquellas para las que suele requerírsele en los teatros mundiales.

A sus 51 años de edad, con una voz poderosa, pero sin mucho aire y más dispuesta a los matices y sutilezas; con un instrumento caudaloso que sin embargo ha comenzado a perder brillo en general y firmeza y compresión en la zona aguda en particular, Voigt cantó obras y pasajes de compositores como Amy Beach, Ottorino Respighi, Richard Wagner, Richard Strauss, Ben Moore y Leonard Bernstein.

Con presencia escénica elegante (hoy no es una sílfide, pero quedó en el pasado la figura voluminosa por la que en 2004 le fue revocado un contrato en el Covent Garden de Londres) y una simpatía que mostró arrojando besos y sonrisas al público o tocando el piano al lado de Zeger, en esta segunda presentación en nuestro país (la primera fue también en 2004, con la Sinfónica Nacional) cosechó aplausos numerosos y ese tipo de aprobación y ovaciones que se obsequian a quien se sabe que es famoso y renombrado.


Foto: Abril Cabrera / Secretaría de Cultura del Distrito Federal


La segunda opción del melómano vocal pudo tomarse gracias a que la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, bajo la batuta de su Director Huésped Principal, José Areán, repitió el mediodía del domingo 26 un programa con la interpretación estelar de la Sinfonía lírica, opus 18 del compositor austríaco Alexander von Zemlinsky, con las voces de la soprano Verónica Murúa y el barítono Jesús Suaste.

Luego de iniciar el concierto con la música incidental de Pelléas y Mélisande, opus 80 de Gabriel Fauré, Areán logró armar una intensa, proteínica y musculosa versión de la Sinfónía lírica, obra raramente programada en el quehacer mexicano, proyectando de buena manera esa monumentalidad orquestal buscada en su momento por Zemlinsky y que antes había alcanzado su cenit con Berlioz y Wagner, en Strauss y Mahler.

La sensibilidad doliente y algo lacrimógena (una especie de sinfónía-Remi) de esta obra que cuenta con poemas de Rabindranath Tagore, también se concretó en lo vocal, merced al canto expresivo, de timbrado brillante y dulce de Verónica Murúa, quien sin ser una soprano dramático pura, posee el squillo y resplandor necesarios para que su instrumento fluyera por la Sala Ollin Yoliztli. Por su parte, Suaste enfrentó dificultades para imponer su voz al inicio de sus intervenciones por la densa instrumentación y entramado de la Sinfonía, que requiere casi de un heldenbaritone en cuanto a color y volumen, pero recuperó su racional y distinguido fraseo hacia el final de la obra, cuando se torna más sonora y espiritualmente sosegada.

Sin la fama de Voigt en los intérpretes, sin la rareza programática de la Sinfónía lírica, el Requiem de Giuseppe Verdi que ofreció la OFUNAM bajo la batuta de su titular Jan Latham-Koenig quizás merecía mayor atención del público. Pero por lo visto y optado, fue imposible.

Tuesday, February 28, 2012

Replicante febrero 2012


La edición de la revista Replicante del mes de febrero-2012 dedica su temática principal a "El amor, el odio y otros sentimientos".

Yo publico un cuento: El amor de mi vida. Y una crónica sobre el Festival Alfonso Ortiz Tirado 2012, que se llevó al cabo en Álamos, Sonora.

Por supuesto, en esta edición hay una gran cantidad de contenidos. Coloco link al índice completo.

Eso, para estar de regreso en el blog, luego del auge de los blogs.