Tuesday, May 24, 2011

Tosquísima


Hoy se publicó en el periódico El Financiero mi texto sobre la reposición de la ópera Tosca de Puccini en Bellas Artes. Corresponde al primer elenco y lo que coloco aquí es el director's cut, aunque igual habrá una versión extendida que incluya comentarios sobre el segundo elenco. Pero esa versión se publicará más adelante en la revista Pro Ópera, lo de hoy es lo que aparece en el diario. Finalmente, y por si alguien quiere tener fresco lo que escribí en 2008 sobre esta misma producción proveniente de San Luis Potosí, dar kliq aquí. Eso sería, con calor insoportable.


Periódico El Financiero
Martes 24 de mayo de 2011
Tosquísima
x José Noé Mercado


Saber que Wolfgang Amadeus Mozart y Giacomo Puccini son los  compositores operísticos que más se programan en el mundo, según estadísticas de Operabase, puede suponer el equívoco de que no hay nada más sencillo y exitoso que presentar obras de sus respectivos catálogos. Puesto que el arrastre que generan dichos títulos en un público casi siempre conservador no exenta la necesaria capacidad para llevar a la escena una reinterpretación fresca, propositiva y que aporte como versión al ser reproducida.

Ejemplo de ello es la Tosca de Puccini con la que la Compañía Nacional de Ópera  (CNO) continúa su temporada 2011, pues no sólo la falta de una programación imaginativa y que guste del riesgo de la propuesta innovadora es evidente, sino también el escaso talento para cocinar un refrito.

Con funciones 15, 17, 19, 22, 24 y 26 de mayo en el Teatro del Palacio de Bellas Artes y alternando dos elencos, la CNO recurrió de nuevo a la producción de Tosca concebida por el Festival de San Luis Potosí en 2007, repuesta ya en Bellas Artes en 2008. Esta vez, sin embargo, el esplendor original ciertamente sobrevalorado en su momento de este montaje que cuenta con escenografía de Ricardo Legorreta, fue ensombrecido por modificaciones innecesarias y fallidas.

En el estreno, la función fue condenada por dos factores principales. Primero por la dirección escénica de Raúl Falcó, plagada de movimientos clichés, incapaz de configurar una lectura rica o consecuente de los personajes, caricaturizándolos incluso como en el caso del Barón Scarpia, malo, malísimo desde que sale a escena, conectándole combos a Cavaradossi, practicándoles el bullying a sus esbirros o interrumpiendo el clímax del “Vissi d’arte” al volver de colocarse una suerte de bata o negligé. Lo bueno para Falcó es que si como ex director de la CNO es tristemente célebre, ahora como regista difícilmente alguien se acordará de él.

Descontando la iluminación ordinaria y brusca de César Guerra, el segundo aspecto que condicionó esta Tosca fue la apresurada lectura musical del croata Niksa Bareza, ya que dificultó las respiraciones canoras de los solistas, indispensables para la construcción dramática del fraseo y de los mismos personajes y su estado emocional. Su ejecución plana y sin matices al frente del Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes tuvo menos puntuación que la de un adolescente en Twitter y se quedó a años luz de recrear las sensuales atmósferas puccinianas llevadas al paroxismo por directores como Victor de Sabata en cuya imagen sonora puede incluso respirarse el exquisito y embriagante perfume de Floria Tosca.

El rol protagónico fue encarnado por la soprano Bertha Granados, con un instrumento de gran peso dramático, pero de una frialdad histriónica que no transmitió  la carga de sentimientos que debería ir desplegando su personaje. El Cavaradossi del tenor Diego Torre contó con una voz oscura, potente, aunque proyectada más a semejanza de un rayo láser y no como una luz expansiva que bañara al público. Su fraseo no es particularmente refinado ni hábil para convencer de las transiciones anímicas de su personaje. El barítono Juan Orozco interpretó a Scarpia sin buscar contrastes en su poderosa voz. Emite siempre a todo volumen, lo que le lleva a perder afinación y color: a construir un canto monótono, estridente y sin gusto.

El bajo Charles Oppenheim, quien en 2006 fuera criticado por no tener suficiente carrera o estudios musicales como para debutar en este recinto, para sorpresa de muchos regresó esta vez convertido en uno de los cantantes más activos de México para interpretar el personaje del Sacristán. En buena parte del primer acto fue inaudible y sólo hacia el final logró rebotar la voz en la escenografía. Ahora se le escucha más seguro respecto de aquel 2006, aunque su voz sigue presentando pobreza de brillo sobre todo en su registro alto. Su desempeño actoral es resuelto, pero empañado por manierismos y bufonerías fetiches que le imprime a todo personaje que interpreta.

Es rescatable la oportunidad de que cantantes jóvenes como los barítonos Óscar Velázquez y Ricardo López o el tenor Víctor Campos puedan subir a escena para acumular experiencia a través de partiquinos. No obstante, el resultado integral de esta Tosca es sin duda superlativo: por sus fallas y la carencia de refinamiento interpretativo, por su nula propuesta y lo pegoteada de la producción, simplemente fue tosquísima.

3 comments:

  1. el título me parece magnífico, digno de una reseña tan interesante y bien escrita.

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  2. josé noé11:42 PM

    estimado gabriel páramo
    gracias por tu comentario,
    en el que no podría coincidir más.
    como siempre eres muy atinado
    en lo que dices.
    un abrazo

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  3. Anonymous6:49 PM

    Felicito a Noe Mercado, el unico critico en este ambiente que se atreve a dar una vision de las cosas como "verdaderamente" son en nuestro ambiente operistico nacional y se mantiene libre todos los interes que permean este ambiente y de los que son participes todos los que se dicen "criticos"

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