Coloco esta entrevista que me realizó la periodista Viridiana Villegas Hernández para el periódico El Financiero, a propósito de la publicación de mi libro Luneta 2: la ópera que tenemos en México. Me gustó mucho la manera en que Viridiana plasmó mis palabras y además fue portada de la sección cultural. Bien.
La ópera, tema del nuevo Cuaderno de EL FINANCIERO
Viridiana Villegas Hernández
Lunes, 17 de diciembre de 2012
*El sistema vegetativo sólo presenta 6 títulos al año: José Noé Mercado.
Escrito desde la perspectiva de la Luneta 2, llega el tomo número 44 de la colección Cuadernos de EL FINANCIERO, un libro escrito por José Noé Mercado en el que desmenuza la historia de la ópera en México desde su postura crítica, la cual -a pesar del amor que el autor profesa a este arte- no concuerda con las mediocres complacencias de otros especialistas en la materia.
En este volumen, José Noé Mercado realiza un reportaje de tintes ensayísticos en el que insiste, en principio, acerca de la falta de bibliografía en la operística mexicana:
-La importancia de este asunto va en dos sentidos -dice-: uno es documentar el quehacer de este arte en el país (que tal vez sea de lo que más existe gracias a la puntual labor de algunos investigadores) a través de fichas técnicas; el otro tiene que ver con lograr que este archivo sea parte de un ejercicio de reflexión y análisis para comprender el fenómeno desde su llegada a nuestro territorio en los tiempos de la Nueva España hasta ahora, lo cual nos permitirá conocer a fondo cuáles son las carencias y los retos a resolverse en este rubro a través de una política cultural específicamente diseñada para la música. Asimismo, creo que la ponderación de la bibliografía depende de la objetividad con que se mire el tema de estudio; por ejemplo, encontré que usualmente los que escriben sobre ópera en México están directamente involucrados en estas actividades, tienen relación con los elencos o bien con las instituciones. Sin duda, esta mezcla de cercanía e intereses coarta la mirada de los involucrados (funcionarios públicos, músicos, cantantes) y quizás sea la razón por la que hasta hoy no contamos con una fotografía imparcial de la realidad de este arte.
-¿Cómo ha evolucionado la ópera en México desde la época novohispana hasta nuestros días?
-El arraigo histórico de esta disciplina en nuestro territorio ha sido entre comillas; me explico: el auge de la ópera entre el público de la Nueva España se relacionó con la presencia de compañías itinerantes provenientes del extranjero, lo cual no ayudó a crear una infraestructura de producción propia. Poco después, con el surgimiento de los teatros y ya con recursos nacionales se comenzó a ofrecer un repertorio que, en lugar de imprimirle una identidad, siguió los cánones europeos e incluso los compositores mexicanos de aquellos tiempos retomaron las clásicas estructuras italianas, lo cual, de nuevo, no coadyuvó al verdadero desarrollo del género. En México sólo se replicaba aquello que tenía éxito en Francia o Italia y, en realidad, este arte aquí nunca ha sido independiente, sino muy sustantivado de estéticas foráneas. Si bien contamos con una cantidad considerable de músicos, son pocos los que exploran posibilidades que den señales de una escuela nacional. Por otra parte, más allá de las influencias compositivas, se encuentra la preocupante situación de la producción: cada vez se interpretan menos títulos, son de una calidad muy irregular y son realizados bajo una programación improvisada directamente determinada por algunas políticas culturales que no la benefician; por ejemplo, son inexistentes disposiciones fiscales adecuadas para el financiamiento de la ópera desde la iniciativa privada, así que el desarrollo de este género continúa dependiendo del Estado, el cual es claro que tiene otras prioridades y este arte lo ha relegado junto a las inercias que se han acarreado con el paso de los años. Sólo en el sexenio calderonista hubo cuatro directores de la Compañía Nacional de Ópera, lo cual habla de una falta de continuidad y del fracaso de estos funcionarios que llegan para seguir los mismos lineamientos equívocos, pues no entienden que se enfrentan a una problemática mucho más profunda: un sistema que, al parecer, está agotado (como se puede entender en una sociedad contemporánea).
-Entonces, ¿cómo lleva a cabo su labor como crítico de ópera en un terreno que no es el más fértil?
-Siempre he procurado pensar que mi trabajo no termina cuando se cierra el telón al culminar una función. Me gusta entender la ópera desde un punto más amplio y tomando muy en cuenta su contexto; es decir, comprender la política cultural que determina el resultado artístico: evaluar los criterios de los funcionarios y del ambiente para influir o no en determinada obra. La tarea del crítico es esencial cuando existe una situación que es posible mejorar o que no marcha del todo bien. En ese tipo de casos la opinión del crítico pesa mucho más que cuando todo es adulación. Mi trabajo es visto con extrañeza o con malos ojos, porque se piensa que se ataca lo poco que hay. Sin embargo, de lo que se trata es de acercarse al fenómeno y valorarlo desde una visión estética y probar si este arte hace una aportación al mundo contemporáneo. En nuestro país hay un estrechísimo repertorio que se presenta una y otra vez sin que se le brinde variedad al público, el cual está muriendo porque la oferta no es atractiva.
-Esto da a pensar a quién le conviene este estancamiento...
-Normalmente los afectados no hablan ni se quejan en público pensando que de esa manera van a quedar bien con las autoridades o que, por lo menos, no los van a señalar de amargados u outsiders; no obstante, esta actitud lo único que ha logrado es consentir un sistema vegetativo que sólo presenta seis títulos al año con un público muy limitado. Ojalá se dieran cuenta que es justo su silencio el que los ha marginado y frustrado, porque no los toman en cuenta. Así podrían pasar 20 o 30 años más mientras no se exija el reflejo de la calidad estética y la eficiencia de los recursos públicos. Las complacencias, cuan- do se alaban medianías, terminan por perjudicar al género, pues hacen que la ópera se perciba como algo caduco, anacrónico y poco espectacular, cuando es todo lo contrario.
Orgullo falsificado
Uno de los lugares comunes que más se repite en el ámbito operístico de México es el de que somos un país de grandes voces, que debajo de cada piedra hay un cantante valioso. El problema es que la generalización anula el análisis específico y fomenta un patrioterismo vano, un orgullo falsificado y sin matizar. Evidentemente, hay voces de grandes kilates, cuyos ejemplos son numerosos, por ejemplo, en la cuerda de tenor. Aunque también hay instrumentos sobresalientes que poseen cantantes sin técnica, sin disciplina, flojos o carentes de talento. Y cantantes de liga premier con voces de discreto valor. Hay de todo. El riesgo es la creencia extendida de que, por ser mexicana, una voz en sí misma ya tenga derecho a todo, y los malentendidos que ello impone.
José Noé Mercado, fragmento de su Luneta 2: La ópera que tenemos en México.
DISCRECIÓN
*Y beneficios.
Este fue un año redondo para José Noé Mercado (Ciudad de México, 1977) como escritor: primero fue la publicación de su novela Backstage, en la que -basado en una ficción- recrea la atmósfera glamourosa, de intereses y mediana que envuelve al mundo operístico; mientras que en Luneta 2 / La ópera que tenemos en México vierte con rigor periodístico sus conocimientos históricos y críticos acerca del género que se ofrece en el país.
A partir del estudio y conocimientos que con el tiempo ha adquirido el crítico José Noé Mercado, él mismo nos dice qué clase de funcionarios es posible encontrar en el medio operístico nacional: "El perfil directivo ha sido muy variopinto en la Compañía Nacional de Ópera; por ahí ha desfilado una serie de personajes que entran sin conocer bien a bien el ambiente, las necesidades de los artistas e incluso con nulas habilidades administrativas y políticas para concretar temporadas notables. De lo más rescatable que hemos tenido en los últimos años cabe mencionar la gestión de Raúl Falcó durante el sexenio foxista, dado que a su llegada él no respondía a ningún tipo de intereses; no obstante, han llegado otros funcionarios que no tienen mayor contacto ni conocimiento de los títulos ni del repertorio, lo cual dificulta la culminación de avances significativos. Se piensa que ser directivo de ópera en México se trata de beneficiar a discreción a los amigos y artistas queridos con el glamour de las invitaciones, así como programar los títulos de su preferencia y que, por lo regular, no pasan de 10 o 15 obras, cuando en realidad deberían preocuparse por diversificar el diseño de su oferta para atraer a más público, cuidar la calidad estética y trabajar en el financiamiento privado para que el desarrollo del género sea sustentable y no sólo dependa del gobierno."
El también colaborador de estas páginas culturales aborda en Luneta 2 la difícil situación que atraviesan los cantantes de ópera en el país: "Una caseta de peaje por la que tienen que pasar los cantores, en particular, es el Concurso de Canto Carlo Morelli, pues se dice que de ahí provienen las voces nacionales más importantes de los últimos 30 años. El problema de fondo es que la gente al frente de esta competencia determina quiénes sí y quiénes no van a formar parte de nuestras filas artísticas e influyen, hasta cierto punto, en las decisiones que se toman dentro de la Compañía Nacional de Ópera. En la ópera mexicana es muy claro dónde es preciso agradar para ser tomado en cuenta."
**Luneta 2, de José Noé Mercado, puede ser adquirido en El Financiero llamando al teléfono 5227-7651 en la Ciudad de México y 01800-0156200 y 01800- 2015788 en el interior de la República por un costo de 50 pesos (más gastos de envío).
Buenas tardes, se que han pasado algunos años de la publicación de este libro pero en la escuela estoy haciendo un trabajo de investigación respecto a este tema. En los teléfonos aquí escritos ya no contestan y no se si aún pueda ir a las oficinas del financiero. Espero su respuesta, gracias
ResponderEliminar