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viernes, junio 01, 2007

Musicadicto, operófago, iconoclasta


El profesor y periodista José Alfredo Páramo me entrevistó para el periódico El Economista sobre mi gusto x la música y la ópera. Fue un diálogo q disfruté harto y q hoy se publicó en las páginas del suplemento cultural, deportivo y de entretenimiento La Plaza.

Inevitablemente varios subtemas, detalles y precisiones se quedaron en el escritorio x razones de espacio. Páramo me anunció, sin embargo, q más adelante habrá una segunda parte. "Tienes mucha cuerda", dijo. Yo pensé q quizá sería preferible, antes q tener mucha cuerda, estar más cuerdo, pero supongo q eso no depende de uno.

En todo caso, ya se publicó esta primera parte y es el motivo de este post. Igual se puede consultar cibernéticamente en el sitio de La Plaza: aquí esta el link directo, aunque ahí no vienen las fotos q me tomó Cri Rodríguez.

Gracias a José Alfredo y a Cri. Posteo la entrevista y algunas imágenes:



Charlas con melómanos
José Alfredo Páramo


José Noé Mercado. Musicadicto, operófago, iconoclasta

-¿Desde cuándo eres melófilo? -pregunto al hombre que, cuando fue mi alumno en la clase de Ensayo, se ponía a leer a Nietzsche y solía responder a mi reclamo con la coartada inverosímil de que estaba escuchando atentamente mi disertación.

-Desde antes de tener conciencia de serlo. No te contaré cuentos como eso que 'desde que estaba en el vientre de mi madre' o 'desde que era la simple pero emocionante víspera de unión entre un óvulo y un esperma'; pero cuando pienso en mi infancia debo decir que siempre escucho música de fondo. En cualquier fragmento de mi existencia que intento evocar había música... también en clases, enchufado a los audífonos de mi reloj con radio incluido, contraviniendo abiertamente las reglas, pero sin dejar de prestar la debida atención a los profesores".

-¿Cómo diste con la música popularmente conocida como clásica?

-Mi curiosidad, que quienes me conocen a veces adjetivan de morbosa y obsesiva, hizo que un buen día, siendo ya puberto, me topara con la música clásica. Mi primer contacto con ella fue a través de los Conciertos de Brandenburgo de Bach. No estuvo mal para una primera vez, ¿cierto?

"Nunca he dejado mis filias hacia los géneros populares. La música es música con etiquetas o sin ellas. Me interesa la música popular argentina, la española, la estadounidense, la peruana, la francesa, la italiana, la sueca...

"Por decir algo, de la mexicana algo conozco de Alfonso Ortiz Tirado a Valentín Elizalde; de Juanito Arvizu a Paquita la del Barrio; de Pedro Vargas a K-Paz de la Sierra; de Joan Sebastian a Erasmo Catarino; de Juan Gabriel a Yuridia..."

-¿Cuándo te convertiste en "operópata", término que se empeñan en utilizar tus colegas y amigos, quienes tienen el lema de "Operópatas del mundo, uníos"?

-Déjame decirte que ese nombre de operópata siempre me ha parecido denigrante y de mal gusto. Es un buen insulto, ¿no? Pero bien, pongamos buena cara: lo asumo, me pongo la camiseta y me solidarizo con el gremio. Tanto, que acuñé un sinónimo lejano, el de operófago.

"Precisiones y nombres al margen, mi afición por la ópera vino poco después de que Bach me sedujera hacia la música clásica. Pienso que ese idilio lírico era lógico e inevitable porque idealmente, en la ópera se conjugan, entre varios elementos más, la música y la literatura, dos de mis grandes fascinaciones, que se fusionan a su vez con una tercera: la voz humana cantada.

"El primer cedé del género que mi morbosa y obsesiva curiosidad me llevó a comprar fue un Rigoletto, el de Milnes-Pavarotti-Sutherland-Bonynge. Otra buena primera vez, por lo demás de la mano de Verdi, ¿verdad?

"Me aficioné también al programa radiofónico de Jacobo Morett, Joyas líricas, y al de Claudio Lenk, que en paz descanse, llamado Arte lírico. Aprendí mucho de ellos dos y con el paso del tiempo se convirtieron en amigos personales".



-¿Cómo decidiste estudiar periodismo?

-Después de estudiar cada vez con menos convicción la carrera de administración de empresas turísticas, ingresé en la Escuela Carlos Septién García para cursar la licenciatura. La escogí un tanto para encontrar las bases para acercarme a todos los ámbitos que me interesan. Ahí te conocí: una serendipia auténtica. Me interesaban el periodismo político, el económico, el financiero, el deportivo, el policiaco... pero tú me encontraste aptitudes para el periodismo cultural.

"Del periodismo cultural salté al especializado en ópera. Me convertí en entrevistador y crítico. Fui invitado a la Unión Mexicana de Cronistas de Teatro y Música, de la que soy su miembro más joven".

-Me consta que eres un amante de la ópera que no se quedó, como la mayoría de ellos, en el bel canto ni cree que el género se extinguió después de Verdi, Puccini y, si acaso, Wagner.

-Para ser operópata no está mal, ¿cierto? Y es que la ópera como género cumplió cuatro siglos y hay más de 100,000 títulos. No encuentro razones suficientes, fuera del mero gusto o de que éste sea como esos viejos discos que se rayaban, para limitarme a frecuentar un periodo o un compositor determinado en lo que se escucha.

"A mí me interesa que me cuenten historias y me interesa la música; es decir: conocer una historia narrada musicalmente, así que estos ingredientes, con mayor o menor calidad, puedo encontrarlos lo mismo en una ópera de Jacobo Peri, Claudio Monteverdi o Gaetano Donizetti, que en una de Daniel Catán, Franz Schreker, Aribert Reimann o Thomas Adès. O de plano en una ópera heavy-metal como Ania o Avantasia.

"Por el contrario, lo que ocurre con muchos operópatas es que se acercan a la ópera por el virtuosismo canoro, las chiclosas cabalettas, porque les encanta Pavarotti en el 'Nessun dorma' o sencillamente porque alucinan con el supuesto súmum opereto de Maria Callas.

"Entre las óperas que me atraen como si fueran mis favoritas se encuentran aquéllas en las que participan mis amigos y amigas que admiro profundamente. O aquéllas que interpretan mis entrevistados".


-¿Tu discoteca?

-Mis filias son cíclicas. Mis fetiches operísticos en cedé o devedé, por llamarlos de algún modo, orbitan. O lo que es lo mismo, a veces están arriba en mi discoteca, en otras están abajo. Desconfío de esas discotecas asépticas y apolíneas; mejor dicho: desconfío que sus dueños realmente las escuchen o las vivan.

"Aunque se añaden constantemente algunos discos a mi colección, otros se han perdido, o no me los han devuelto, o los he regalado, o en ocasiones desaparecen a manos de mi sobrino Edgar Ahllan, por todos conocido como Papelucho, sin que yo lo sospechara. Todos ellos cohabitan con mis libros en un singular caos por todo mi estudio".

-¿Y la novela que estás por publicar?

-No en balde nací el mero 22 de noviembre, día de Santa Cecilia. Muy pronto se publicará mi reciente novela, que tiene como escenografía el género operístico, con todo y óperas heavy-metal y postmodernas para tortura de los puristas.

"Nació de mis grandes fascinaciones: la música y la ópera así como de la necesidad de que se expresen en códigos actuales y no sólo en los que marca la tradición y el conservadurismo. Recuerda que soy un iconoclasta.

"Originalmente, se intitularía El eco de tu voz, pero hoy se llama Colisión en la ópera. El editor insistió en cambiar el título, el cual le pareció más comercial. Lo que sí te aseguro es que me entusiasmó profundamente escribirla. ¿El argumento? Ya tendrás oportunidad de conocerlo. Aunque tú no eres un iconoclasta como yo, estoy seguro de que te gustará".

2 comentarios:

  1. Me cae bien Noecito. Lo tenemos en alta estima. Nos simpatiza el muchacho.
    Antes que otra cosa es escritor de cuentos. Todo lo ficciona. Aficionado a lo ficticio vuelve historias noveladas hasta sus propias vivencias imaginadas.
    Cuídense de Don Noé. Si no quieren ser convertidos en personajes falsos aunque reales, si no desean aparecer metamorfoseadas crisálidas salinas en
    una de sus novelas, cuando lo vean a lo lejos sáquenle la vuelta, no vayan a
    caer en su red de cazador de mariposas revoloteantes y luego se alcancen
    a ver a sí mismos transformados en irreconocibles pero por todos conocidos personajes. Y aquí Páramo crea al personaje que a Mercado le gusta ser.
    Con la música por dentro el escritor se escribe a sí mismo y nos escribe a
    nosotros describiéndose. Como a James Joyce a José Noé le gusta crear
    Neologismos que a sí mismo se adjudica: musicadicto, operófago. Adjetivos ciertos y actitudes noveladas. Es tímido y temido DONNOÉ. Sus rasgos de
    personalidad no son fácilmente manifestables en su exterior. Guarda casi sus
    sentimientos muy dentro y no los deja asomarse con el pudor aparentemente
    ingenuo del aura que lo rodea. No hay tal ingenuidad. Cuando Noé mira lo que
    su circunstancia ya esta pensando en que cuento lo va a incluir. La literatura lo domina por completo. Es literato nato e insomne. No sueña sueños dormidos pero siempre sueña sueños despiertos. Así ha soñado a ese personaje que ahora
    entrevista y ficciona su maestro melómano. Bonito retrato de una de las mil aristas de este muy conservador posmoderno que quiere lo creamos iconoclasta.
    No lo es tanto. Hay más cercanía a lo clásico y a lo romántico en ese personaje
    Novelado por sí mismo llamado José Noé Mercado Suárez. Escritor.
    Manuel Yrízar.

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  2. gracias por la visita y tus comentarios, mi dirección de correo es esquizoideparanoide@gmail.com ya de ahí te paso la de msn si usas.

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