Thursday, July 19, 2007

El barbero de Sevilla en Bellas Artes


Balcón original de Rosina, en Sevilla, España, a donde dice la leyenda que Almaviva le llevó serenata. Foto: éoN.

Posteo mi crítica de la puesta 2007 de El barbero de Sevilla en BA. Éxito de público, desastre según la crítica especializada. Una de las dos partes no está viendo las cosas bien. ¿Cual será? ¿Quién ofrece los mejores argumentos?, ¿a quién creerle?: that-is-the-question. Y preguntas, muchas preguntas, es lo que me arrojó, en lo personal, escribir esta crítica.


El barbero de Sevilla en Bellas Artes
Por José Noé Mercado


La colonización de la Compañía Nacional de Ópera comenzó, en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, los pasados 1, 3, 5, 8, 10, 12 y 15 de julio, con la presentación de siete funciones de El barbero de Sevilla de Gioachino Rossini, en un montaje importado del Teatro Colón de Buenos Aires.

Esta producción es, por así llamarle, el comienzo de la puesta en escena del acuerdo de colaboración firmado entre la CNO y el Teatro Colón, que en México, en rigor, se ignora en qué consiste a ciencia cierta. ¿Se trata, simplemente, de un contrato de arrendamiento de producciones? ¿Es el pago de este alquiler una colonización de nuestra ópera? ¿Será una erogación, un gasto, a cambio de presentar puestas en escena que luego de ello no dejarán acervo de montajes, no acrecentarán el repertorio de producciones, ni acarreará otro beneficio tangible fuera de salir del paso en la presentación momentánea de ópera en nuestro llamado máximo recinto artístico?

Las respuestas a estas preguntas no son, o no deberían ser, asuntos menores, pues de ellas depende saber si la CNO asume con esta colonización, que continuará de menos con Diálogo de Carmelitas y La ciudad muerta, su incapacidad, ¿económica, artística, administrativa, imaginativa?, para producir ópera, función principal, y razón de ser, de su existencia. ¿La renuncia de José Areán —no anunciada oficialmente pero presentada de facto entre la cuarta y quinta función de estos Barberos—, a la dirección general de la CNO, y que hasta el momento de escribir estas líneas no se sabe si fue, o será, aceptada o rechazada por las altas autoridades culturales de México, tendría que ver con todos estos asuntos, o con la calidad de lo ofrecido al público en esta producción?





Caminito

Porque en última instancia, este Barbero de Sevilla que contó con la dirección escénica, escenografía e iluminación de Willy Landin, independientemente de que ubica la obra más en la entrada de Caminito, en el barrio de la Boca, en los años 50, que en la Sevilla de finales del dieciocho, dándole así una lectura más o menos fresca, cierto: no en todo momento congruente e hilvanada en sí misma, ¿es una producción que justifica el gasto de seis millones de pesos por traerla a Bellas Artes? ¿No se hubiese podido hacer algo líricamente presentable y digno con ese dinero, o con menos, para producir un montaje nacional que incluso se quedara en nuestro país para futuras reposiciones? ¿Con base en qué se optó por esta decisión: fue lo más barato, lo más práctico, lo más brillante, lo mejor? Puesto que aun cuando este montaje del Barbero del Colón tiene pasajes logrados, y otros malogrados, en su confección que recurrió más al entramado de sketches que a una concepción y discurrimiento integral de la trama, es decir que se ajustó a la medianía operística que últimamente se presenta en Bellas Artes, ¿era nuestra mayor necesidad traerlo desde el Cono Sur? ¿Quién salió beneficiado, en concreto?





Rossini


Unas líneas, ahora, del elenco que fue, igualmente, irregular. El rumano George Petean interpretó un Fígaro de buena factura vocal, más taita, más bacán, que factótum, producto de la dirección escénica de Landin, que hizo de Rosina una paica fresa, más lolita: con todo y apapachos a su osito de felpa —quizá de ahí la atracción real que ejerció sobre Almaviva—, que ingeniosa y aguzada. Alternaron funciones en este rol las mezzosopranos Nancy Fabiola Herrera, española que mostró buenas cualidades en la zona aguda y ligereza en las coloraturas, y Carla López-Speziale, compatriota destacada en las agilidades, escénicamente una mezcla de bien portadita y caprichuda: lo que ayudó a sacar adelante la concepción impuesta a su personaje, aunque en la región alta de su registro enfrentó algunos problemas de descompresión.

Para abordar al Conde Almaviva se importó al tenor Brian Stucki, de voz diminuta, acento norteamericano, y nivel acaso estudiantil. Histriónicamente se desempeñó, sin embargo, con mayor desenvoltura que el mexicano Rogelio Marín, alternante del rol en dos funciones, con instrumento más audible si bien con algunas desafinaciones en el pasaggio, pero de actuación más bien chata, cuyos momentos más graciosos resultaron algo involuntarios, en el segundo acto, haciéndose pasar por don Alonso, cuando parecía caracterizado de una fusión jipiosa de Pablo Milanés y James Levine.


Beaumarchais

Para interpretar a Don Bartolo se importó también al barítono catalán Enric Serra, de relevante trayectoria internacional, pero que podría considerarse, en términos coloquiales, lo que se dice un cartucho quemado. Es decir, aunque simpático en escena, vocalmente ya no tiene nada qué ofrecer, razón por la cual se llamó de emergente, al sacarlo de la jugada y tratar de remediar la situación, al bajo-barítono mexicano Arturo Rodríguez, quién aun cuando tiene una voz interesante, será con más oportunidades, como ésta, que logre la soltura escénica que realce su trabajo.

Y a todo esto, ¿quién contrató a Stucki y a Serra? ¿Acaso no los oyeron antes? ¿Se puede ser directivo y confiar a ciegas en los agentes y hacer el trabajo, o creer que se hace, desde el escritorio? Por lo visto, no. Por lo escuchado, menos.

Las intervenciones más sólidas y convincentes correspondieron al Don Basilio del bajo Rosendo Flores, como siempre confiable y correcto, a la mezzosoprano Gabriela Thierry como Berta, la más desparpajada de cuantos aparecieron en escena, y al barítono Roberto Aznar como Fiorello, este par de cantantes con buenas interpretaciones pese a la brevedad de sus roles. O quizá por ello.




Rossini

Al frente del Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes se contó con la batuta del italiano Marco Balderi, quien, con acertado estilo rossiniano a decir verdad, a lo largo de las funciones enfrentó problemas en el balance sonoro entre la música y los cantantes quienes por ratos en definitiva no se oían, y en los tiempos que no lograron ser del todo eficientes según la emisión de los solistas.

El vestuario de Luciana Gutman estuvo al servicio de la puesta en escena de Landin, que, por lo que respecta a la iluminación, permaneció en constante penumbra, sin reflejar la brillantez y jocosidad de la trama y la partitura. Lástima.

Al finalizar estas funciones es válido preguntar si la gente se divirtió con este Barbero de Sevilla en Bellas Artes colonizado y la respuesta es que, en general, sí, salió contenta del teatro pues este título se defiende solo, pase lo que pase, cante quien cante, dirija quien dirija. Pero que en general así haya sido no significa que todos lo hayan aplaudido. No.
Baste con citar, por ejemplo, más allá de si hubo abucheos o no en algunos sectores del público, la contundente contestación que, durante la última representación, una gemelita dio a su mamá, que pedía a sus dos pequeñas, que no pasarían de los cinco años de edad, ambas con vestido blanco y estampado de manzanitas, que se rieran con esta ópera, puesto que era justamente para que se divirtieran: —Pero ma, ¿de qué quieres que me ría si todo esto son puras babosadas?

7 comments:

  1. Anonymous6:01 PM

    Creo que el hecho de que el público y los críticos tengan versiones distintas de lo que pasó es normal. El público va a disfrutar (y por tanto en general va dispuesto a darle más relevancia a los aspectos positivos que a los negativos), el crítico..a criticar. El público ve una ópera divertida con un Fígaro, una Rosina y un Don Basilio sensacionales y por ahí le acaba dando lo mismo si hubo una coreografía ridícula , para el crítico todo lo que le merece Petean es decir que tiene una "buena factura vocal"...y a otra cosa mariposa.
    Eso sí, no sé a qué función habrá usted asistido, yo estuve en 3 y puedo decir que si alguien fue inaudible fue Arturo Rodríguez. Stucki , sin deslumbrar, me parece que cumplio.
    Saludos de un internauta operómano que "googleaba".

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  2. Anonymous2:17 PM

    Tengo un problema con lo que dices sobre Stucki tambiem. Asisti a dos de las presentaciones y Stucki estuvo buenisimo. Siempre lo escuche, y tiene una voz muy suave. El director dijo que Stucki, siendo norteamericano canta italiano mucho mejor que otros gueros con quien ha trbajado.

    Se que puedes tener tu opinion, y si, te gusta criticar. He visto Il Barbiere muchas veces, y me encanto Stucki en el papel Almaviva.

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  3. Anonymous2:08 PM

    MANUEL YRÍZAR DIJO:

    El tenorcito Brian Stucki.

    No se trata de gustos de los que que se gastan géneros sino de mero
    sentido común y de orejas limpias.El tenor Brian Stucki podrá caerles mal
    o bien a sus amigos y promotores, podrá ser lo simpático o antipático
    que se quiera, pero lo que no puede dejarse soslayar es que como
    cantante rossiniano es no solo malo sino malísimo. Y hay un porqué afirmamos
    contundente y rotundamente que lo es. Razones abundan para decirlo. Las
    hay de todos tipos, tamaños, colores y sabores. No se trata de gusto
    que puedo tenerlo bueno o malo.Se trata de objetividad. De analizar.
    De evaluar las cualidades y los defectos.De poner en una balanza y
    pesar. De vwer a donde se inclina, de que lado, el patillo de la justicia.
    Sí. De juzgar se trata.
    LA VOZ. Brian Stuki es poseedor de un instrumento tenoril de calidad
    ínfima, poco alcance y escasa resonancia, volumen muy pequeño que se
    vuelve inaudible en todos sus registros cuando la densidad orquestal sube
    minimamente. Cuando "parla" en los recitativos secos o con clave se le
    puede oir con un ingrato timbre que carece de belleza en su emisión. Es
    una vocesita que podría compararse a una flauta de carrizo rajada que,
    inaudible en sus registros extremos, el grave y el agudo, en el centro
    se sostiene con languidez. Meliglua y carente de armónicos el tenor
    podía calificarse como de primera fila.En la segunda ya no se escucha.
    Sus agudos, que ne un tenor ligero es la región más interesante y
    poderosa, no existen.Ahogados nunca aparecen. Las colaraturas y los adornos
    que los requieren salen sobrando pues jamás aparecen. Ni trinos, ni
    apoggiaturas, ni ninguna otra gracia que pide la partitura rossiniana.
    ESTILO. Cantar a un clásico belcantista, quizás el más genial de los
    comppositores de ese periodo, es una especialidad que requiere de gracia,
    soltura, flexibilidad vocal, agilidad,en el "cantabile" y valor y
    fuerza ("coraggio") en las partes de "forza". Afinación perfecta y
    precisión rítmica impecable. Ninguna de esa caracteristicas tiene el tenorini
    Stucki.
    HISTRIONISMO. El "tenore di grazia"
    que canta el papel del Conde Almaviva require nobleza y distinción en
    su personaje. No solo debe ser un noble. Debe parecerlo. Tal vez no todo
    sea culpa suya, el director de escena tambien contribuyó, pero más
    bien fue rídiculo su personaje timorato y blandengue, amariconado y
    sangrón. Y así podíamos alargarnos "Ad infinitum" o "Ad nauseam". Ya no
    seguimos.
    Y para rematar. El mismo "Director de la ópera" el talentoso músico
    José Areán, confesó que nunca antes lo había escuchado."Es un
    recomendado", confeso sin ruborizarse. Y otra cosa. Su inclusión se justifica
    plenamente pues en México carecemos de esa voz de tenor. ¡Bienvenidos sean¡
    Tanta falta nos hacen.
    Manuel Yrízar:
    Operópatas de todos los países ¡uníos!

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  4. Anonymous10:43 PM

    Pues si Manuel lo encuentra inaudible y otra gente no, quizás el que no tenía orejas limpias esos días era él. Por otro lado me parece curioso que hable de una opinión objetiva para luego salir con lo del " timbre que carece de belleza", ¡viva la objetividad!Y luego claro, las burlas/majaderías gastadísimas ("es un tenor de primera fila"), que como él es un gran sabio tiene derecho a soltar a diestra y siniestra, todo en nombre de la objetividad. Ole maestro!
    Atte. Un innominado villamelón.Juas!

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  5. Hola, a ambos. Gracias por dejar sus comentarios que por falta de tiempo no había respondido.

    Internauta operómano anónimo: De fondo, no considero que las motivaciones del público en general y las de un crítico para asistir a una función, en este caso operística, sean diametralmente opuestas. El público puede ir a disfrutar. Y si se forma una opinión crítica de lo que presencia puede no dejar de disfrutar. Lo primero no excluye a lo segundo. El crítico en efecto critica, pero no necesariamente deja de disfrutar lo bueno de una función, si es que hay algo bueno vale aclarar, y bien puede señalar aquello que a su juicio y conocimiento, si es que lo hay, no cumplió o funcionó en la representación.

    Pero igual se me ocurre decir, porque me ha pasado, que cuando una puesta en escena, una interpretación, es verdaderamente buena, el público deja de ser público y el crítico deja de ser crítico y unos y otros se convierten simplemente en testigos de algo casi mágico, que es la entraña de todo arte.

    También creo en la posibilidad de que un crítico pueda no gustar de una función que aplaude el público. Eso, incluso, es histórico. El público no siempre ha digerido aquello que el arte presenta como nuevo e inovador para su momento, a veces tampoco la crítica lo digiere a la primera: hay que decirlo, pero si los papeles se cumplen es el crítico el intermediario entre el artista y el público, quien a fin de cuentas puede hacer evolucionar, a través de su perspectiva y argumentación, las miradas estéticas del público.

    Puntualizando, la buena factura vocal es lo que me pareció adecuado señalar de George Petean. La verdad es que ni más ni menos. Además, debo reconocer que a veces falta espacio en una crítca para hablar de todo lo posible. Y en este caso me pareció más fundamental dedicar espacio a la colonización de nuestra ópera que a lo inaudible que resultó por momentos Arturo Rodríguez y el resto del elenco, incluido Rosendo Flores, lo que ya es mucho decir, pero no por responsabilidad de ellos sino por el balance orquestal y algunos momentos escénicos que no ayudaban acústicamente.

    Sobre el tenor Brian Stucki, más allá de que subjetivamente el timbre pudiera no agradarme del todo, considero que careció de solvencia técnica y estilística para sacar adelante el rol de Almaviva. La voz no me pareció suave, sino dura, sin flexibilidad, aunque de poco volumen, que le impidió cumplir con la coloratura y los agudos tan necesarios en los papeles tenoriles rossinianos. La pregunta es simple: si la CNO iba a importar a un tenor, sejando de lado a los tenores mexicanos que habrían por lo menos igualado lo que hizo Stucki, ¿por qué no traer a alguien capaz y brillante en el papel?

    A Manuel Yrízar le envío un saludo, en general coincido con mucho de lo que dice. Pero pues sí, algunos chistes gastados pudieran demeritar su opinión, la seria.

    Les recomiendo a ambos, si es que no lo hubieran leído ya antes, el ensayo que escribí sobre la crítica. Creo que ahí se encuentran muchas de mis perspectivas acerca del quehacer de un crítico. Les dejo el link:

    http://josenoemercado.blogspot.com/2006/11/criticando-los-crticos-2-foto-ana.html

    O pueden encontrarlo en el archivo, en los posts de 2006.

    Saludos

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  6. Anonymous1:28 PM

    Mi anónimo contestatario me conoce bien:

    Me habla con gran respeto y me llama maestro y sabio.
    En el fondo me da la razón.
    No dice nada en favor del tenor defendido.
    Así como yo enumeré sus defectos
    el podía haber alabado sus virtudes.
    No lo hizo.

    Veo que sus oídos limpios siguen dejando mucho desear.
    A veces estan más sordos los que no quieren oir.
    Y los chistes viejos siguen siendo efectivos cuando estan bien contados.
    Ojalá que el innominado respondón de la cara.
    Yo firmo siempre todo lo que afirmo. Aunque redunde.
    Mi querido Noé le ruego publique mi respuesta en su Blog.

    Manuel Yrízar.

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  7. Anonymous10:25 AM

    Manuel Yrízar dijo...
    Mi anónimo contestatario me conoce bien:

    Me habla con gran respeto y me llama maestro y sabio.
    En el fondo me da la razón.
    No dice nada en favor del tenor defendido.
    Así como yo enumeré sus defectos
    el podía haber alabado sus virtudes.
    No lo hizo.

    Veo que sus oídos limpios siguen dejando mucho desear.
    A veces estan más sordos los que no quieren oir.
    Y los chistes viejos siguen siendo efectivos cuando estan bien contados.
    Ojalá que el innominado respondón de la cara.
    Yo firmo siempre todo lo que afirmo. Aunque redunde.
    Mi querido Noé le ruego publique mi respuesta en su Blog.

    Manuel Yrízar.

    11:28 AM

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