Al hurgar en algunos cedés de mis arrumbados archivos de respaldo, topé con el borrador de una entrevista que me realizaron hace unos años sobre el periodismo cultural. El entrevistador, o la entrevistadora: ya no recuerdo si fue chavo o chava, obviamente preparó el original al editarlo, o no sé. Tal vez lo tiró o deleteó: ya no supe bien. Así que mi borrador es ahora el original. Lo releí, en todo caso, y me pareció interesante postearlo, pues en esencia hay mucho que sigue actual. Quizá lo único que ha cambiado es que mi entusiasmo por los alcances del periodismo cultural ha disminuido y se ha puesto gris. Ese entusiasmo era muy idealista y, como le pasa a todo idealismo, la realidad se encargó de evaporarlo. Ahora creo más en el periodismo personal, de individuos, no de gremio. Pero conservé lo dicho en aquel entonces porque moverlo ahora sería manipuleo y eso no cabe en este blog. No conscientemente.
Las imágenes, doy crédito, son de ´Acuario´ de MACLATINO.COM.
Posteo, va, esta entrevista:
José Noé Mercado:
El periodismo cultural
como instrumento de navegación
-Hay muchas definiciones y conceptos pero, en tu perspectiva, ¿qué es cultura?
-La cultura es un intento permanente por darle significación y sentido a la existencia del ser humano, a través de códigos y valores en común, por lo menos en un sector o grupo determinado.
Esta definición, que se basa mucho en la idea que sobre la cultura tenía Friedrich Nietzsche, creo que nos explica el concepto en una perspectiva más amplia y que nos permite comprender que la cultura no es un objeto o una actividad determinada, sino más bien una actitud para vencer la falta de significación existencial en el mundo.
De esta manera, nos acercamos a los objetivos de la cultura y no sólo a sus hechos, lo que es fundamental para tener un juicio y una opinión específica acerca de una actividad social. Es decir, nos brinda la posibilidad de crearnos un juicio crítico, siempre respecto a los objetivos de un grupo o de una comunidad, para discernir qué es cultura y qué no lo es. Todo aquello que esté vinculado con la consecución de dichas metas, forma parte de la cultura. Entre otros elementos más, podemos citar los valores, las leyes, el arte, las costumbres o la religión.
Si hemos entendido lo que representa y lo que busca la cultura, debemos asumir que toda cultura siempre será positiva, aun cuando no coincida o incluso difiera con otra en aspectos particulares, sin olvidar que en términos generales siempre existirán valores universales insertos en toda cultura, por encima de cualquier localismo, como el valor y el respeto a la vida.
Las imágenes, doy crédito, son de ´Acuario´ de MACLATINO.COM.
Posteo, va, esta entrevista:
José Noé Mercado:
El periodismo cultural
como instrumento de navegación
-Hay muchas definiciones y conceptos pero, en tu perspectiva, ¿qué es cultura?
-La cultura es un intento permanente por darle significación y sentido a la existencia del ser humano, a través de códigos y valores en común, por lo menos en un sector o grupo determinado.
Esta definición, que se basa mucho en la idea que sobre la cultura tenía Friedrich Nietzsche, creo que nos explica el concepto en una perspectiva más amplia y que nos permite comprender que la cultura no es un objeto o una actividad determinada, sino más bien una actitud para vencer la falta de significación existencial en el mundo.
De esta manera, nos acercamos a los objetivos de la cultura y no sólo a sus hechos, lo que es fundamental para tener un juicio y una opinión específica acerca de una actividad social. Es decir, nos brinda la posibilidad de crearnos un juicio crítico, siempre respecto a los objetivos de un grupo o de una comunidad, para discernir qué es cultura y qué no lo es. Todo aquello que esté vinculado con la consecución de dichas metas, forma parte de la cultura. Entre otros elementos más, podemos citar los valores, las leyes, el arte, las costumbres o la religión.
Si hemos entendido lo que representa y lo que busca la cultura, debemos asumir que toda cultura siempre será positiva, aun cuando no coincida o incluso difiera con otra en aspectos particulares, sin olvidar que en términos generales siempre existirán valores universales insertos en toda cultura, por encima de cualquier localismo, como el valor y el respeto a la vida.
-¿Cómo se vive la cultura en México?
-Sinceramente considero que en México no vivimos dentro de una cultura definida, no formamos ninguna. No hay un objetivo claro como grupo, país, nación, pueblo, o como quieras llamarle, a nivel estatal. ¿Por qué entonces habría de vivirse alguna cultura en la gente? Somos una sociedad dispersa, que lo mismo puede gustar de Big Brother que de un concierto de la Sinfónica Nacional. En términos estrictos, no habría problema si supiéramos qué es lo que estamos formando o persiguiendo como país. El riesgo, y no sólo de México sino de la posmodernidad, es que todo convive, sin distinción, y lo pernicioso permea en todo el ambiente y cada quien jala para su lado, como individuo, sin considerar qué buscamos como conjunto, si es que algo buscamos.
Si te refieres a las actividades más bien artísticas, ¿qué podemos esperar de un país que no lee, ni se preocupa por una preparación y desarrollo integral? Como pueblo no conocemos, por decir algo, a los grandes novelistas o a los filósofos que han arrojado sus obras que a fin de cuentas nos acercan a la existencia, a distintas cuestiones del ámbito humano. En la música clásica o en la ópera no hay un número de aficionados representativo, es decir, como pueblo, y déjame decir que odio la palabra o el uso que suele dársele al concepto pueblo, desconocemos la música y su esencia más técnica, más elaborada. La gente acude al cine y quizá al teatro, pero ello implica un gasto que no necesariamente puede solventar, pues sabemos que los aspectos de la economía son deprimentes en el país: empleo insuficiente y muchas veces informal, sueldos raquíticos, falta de oportunidades, créditos muy altos o inaccesibles, cierre de empresas, desesperanza en los jóvenes... ¿Se puede esperar mucho a nivel cultural de un país como el nuestro? Francamente, lo dudo.
Por lo demás, vivimos inmersos en una multitud de ámbitos culturales que no nos pertenecen y que ni siquiera hemos terminado por hacer nuestros. No quiero decir que nos cerremos al mundo, pero si no tenemos una clara idea de lo que somos y lo que buscamos, si carecemos de identidad, las influencias, las invasiones, las copias de otras culturas terminan por dispersarnos y anularnos más.
-Sinceramente considero que en México no vivimos dentro de una cultura definida, no formamos ninguna. No hay un objetivo claro como grupo, país, nación, pueblo, o como quieras llamarle, a nivel estatal. ¿Por qué entonces habría de vivirse alguna cultura en la gente? Somos una sociedad dispersa, que lo mismo puede gustar de Big Brother que de un concierto de la Sinfónica Nacional. En términos estrictos, no habría problema si supiéramos qué es lo que estamos formando o persiguiendo como país. El riesgo, y no sólo de México sino de la posmodernidad, es que todo convive, sin distinción, y lo pernicioso permea en todo el ambiente y cada quien jala para su lado, como individuo, sin considerar qué buscamos como conjunto, si es que algo buscamos.
Si te refieres a las actividades más bien artísticas, ¿qué podemos esperar de un país que no lee, ni se preocupa por una preparación y desarrollo integral? Como pueblo no conocemos, por decir algo, a los grandes novelistas o a los filósofos que han arrojado sus obras que a fin de cuentas nos acercan a la existencia, a distintas cuestiones del ámbito humano. En la música clásica o en la ópera no hay un número de aficionados representativo, es decir, como pueblo, y déjame decir que odio la palabra o el uso que suele dársele al concepto pueblo, desconocemos la música y su esencia más técnica, más elaborada. La gente acude al cine y quizá al teatro, pero ello implica un gasto que no necesariamente puede solventar, pues sabemos que los aspectos de la economía son deprimentes en el país: empleo insuficiente y muchas veces informal, sueldos raquíticos, falta de oportunidades, créditos muy altos o inaccesibles, cierre de empresas, desesperanza en los jóvenes... ¿Se puede esperar mucho a nivel cultural de un país como el nuestro? Francamente, lo dudo.
Por lo demás, vivimos inmersos en una multitud de ámbitos culturales que no nos pertenecen y que ni siquiera hemos terminado por hacer nuestros. No quiero decir que nos cerremos al mundo, pero si no tenemos una clara idea de lo que somos y lo que buscamos, si carecemos de identidad, las influencias, las invasiones, las copias de otras culturas terminan por dispersarnos y anularnos más.
-¿Cuál es el concepto y la diferencia entre subcultura, contracultura y anticultura?
-Puede resultar un tanto confuso si no se explica con peras y manzanas. Por ello, si nos basamos en la teoría de conjuntos, diré que la cultura es el conjunto principal, es decir algo que contiene a todo lo que lo conforma.
La subcultura es un subconjunto del conjunto principal. O sea una parte que lo forma. La contracultura es un conjunto que busca ser el conjunto principal, es decir, va contra lo establecido en él, no contra el conjunto en sí mismo.
La anticultura es aquello que destruye, desintegra o anula el conjunto principal (cultura), y desde luego todo lo que hay en él (aun pacíficamente, es decir no importan los medios que utilice). La anticultura no modifica como la contracultura, sino que demuele y, para términos de cualquier cultura, siempre será negativa, aunque esto no significa que una cultura sea en todo caso mejor que otra o que lo buscado por la anticultura.
-¿Cómo defines el periodismo cultural?
-El periodismo cultural es aquel ejercicio que, a través de los medios de comunicación, desempeña un comunicador con una perspectiva humanista.
-Puede resultar un tanto confuso si no se explica con peras y manzanas. Por ello, si nos basamos en la teoría de conjuntos, diré que la cultura es el conjunto principal, es decir algo que contiene a todo lo que lo conforma.
La subcultura es un subconjunto del conjunto principal. O sea una parte que lo forma. La contracultura es un conjunto que busca ser el conjunto principal, es decir, va contra lo establecido en él, no contra el conjunto en sí mismo.
La anticultura es aquello que destruye, desintegra o anula el conjunto principal (cultura), y desde luego todo lo que hay en él (aun pacíficamente, es decir no importan los medios que utilice). La anticultura no modifica como la contracultura, sino que demuele y, para términos de cualquier cultura, siempre será negativa, aunque esto no significa que una cultura sea en todo caso mejor que otra o que lo buscado por la anticultura.
-¿Cómo defines el periodismo cultural?
-El periodismo cultural es aquel ejercicio que, a través de los medios de comunicación, desempeña un comunicador con una perspectiva humanista.
-¿Cuál es la diferencia entre periodismo general y periodismo cultural?
-No es de acto. La diferencia entre un periodista cultural y uno que no lo es estriba no en lo que hace, sino en la mirada con que lo hace.
El ser humano, sus inquietudes, sus desarrollos, sus costumbres, su política, las bellas artes, su religión, su vida cotidiana, sus pensamientos, etcétera, son temas que puede abordar el periodismo cultural. O sea que prácticamente debería estar en todos los ámbitos del ser humano, porque importa el hombre y todo lo que haga, no sólo se trata de noticias exclusivas y quizá momentáneas.
El periodismo cultural busca en los actos diarios del ser humano, cualesquiera que éstos sean, la trascendencia de vivirlos o crearlos.
-¿Qué herramientas son las idóneas para ejercer el periodismo cultural?
-La respuesta es riesgosa, porque no hay una receta con ingredientes y porciones para ejercer el periodismo cultural. Además, se ejerce en distintos niveles. No es lo mismo explayarte con detalle, y tal vez aventurar una mirada crítica, sobre la técnica de un pintor, que ir a una exposición y redactar una nota. Hay matices en el periodismo cultural, como los hay en toda materia de la vida.
La preparación es básica para un periodista cultural. Pero no me refiero a contar con las bases de un periodista o comunicador en general, pues dominio de géneros periodísticos, ortografía, expresión, métodos de investigación, etcétera, son recursos con los que se debe contar casi de fábrica, para empezar. Hablo de estar inmerso en el mundo, en su estudio. Lo mismo en grandes novelistas que en manifestaciones populares. Debes contar con una perspectiva más amplia si quieres entender no una sino varias culturas y tal vez a la humanidad misma, aunque esto último suene pretencioso.
Por ello, contestando tu pregunta, puedo decir que todo lo que tengas en ti es una herramienta idónea: curiosidad, idiomas, ideas, conocimientos de arte, historia, filosofía, geografía, religión, ciencia, psicología: vamos, de todo lo que se te ocurra. Entre más capacidad y conocimiento que como persona poseas, mayor será la probabilidad de que realices bien el periodismo cultural, que entiendas al hombre en sus motivaciones y que así puedas comunicárselo a los demás.
-No es de acto. La diferencia entre un periodista cultural y uno que no lo es estriba no en lo que hace, sino en la mirada con que lo hace.
El ser humano, sus inquietudes, sus desarrollos, sus costumbres, su política, las bellas artes, su religión, su vida cotidiana, sus pensamientos, etcétera, son temas que puede abordar el periodismo cultural. O sea que prácticamente debería estar en todos los ámbitos del ser humano, porque importa el hombre y todo lo que haga, no sólo se trata de noticias exclusivas y quizá momentáneas.
El periodismo cultural busca en los actos diarios del ser humano, cualesquiera que éstos sean, la trascendencia de vivirlos o crearlos.
-¿Qué herramientas son las idóneas para ejercer el periodismo cultural?
-La respuesta es riesgosa, porque no hay una receta con ingredientes y porciones para ejercer el periodismo cultural. Además, se ejerce en distintos niveles. No es lo mismo explayarte con detalle, y tal vez aventurar una mirada crítica, sobre la técnica de un pintor, que ir a una exposición y redactar una nota. Hay matices en el periodismo cultural, como los hay en toda materia de la vida.
La preparación es básica para un periodista cultural. Pero no me refiero a contar con las bases de un periodista o comunicador en general, pues dominio de géneros periodísticos, ortografía, expresión, métodos de investigación, etcétera, son recursos con los que se debe contar casi de fábrica, para empezar. Hablo de estar inmerso en el mundo, en su estudio. Lo mismo en grandes novelistas que en manifestaciones populares. Debes contar con una perspectiva más amplia si quieres entender no una sino varias culturas y tal vez a la humanidad misma, aunque esto último suene pretencioso.
Por ello, contestando tu pregunta, puedo decir que todo lo que tengas en ti es una herramienta idónea: curiosidad, idiomas, ideas, conocimientos de arte, historia, filosofía, geografía, religión, ciencia, psicología: vamos, de todo lo que se te ocurra. Entre más capacidad y conocimiento que como persona poseas, mayor será la probabilidad de que realices bien el periodismo cultural, que entiendas al hombre en sus motivaciones y que así puedas comunicárselo a los demás.
-¿Cuál es la importancia del periodismo cultural en el medio televisivo, específicamente un noticiario?
-Es básica dicha importancia, por el papel tan relevante que la televisión ocupa en una sociedad. La televisión, al igual que otros medios pero quizá con mayor penetración y simultaneidad, crea valores, conciencias, o bien las destruye. La televisión es una herramienta muy poderosa, aunque depende para qué se utilice. Según entiendo, en México la televisión es para entretener. Pero me parece que va más allá de eso: la televisión mexicana, en general, es un instrumento de control social que dicta las agendas temáticas de las que nos ocupamos como país. Que nos mantiene pensando en banalidades o que bien nos entretiene con idiocias, eso sin mencionar la mezcla de elementos que permean en el espectador, más que como una perspectiva amplia y llena de matices, como un auténtico pastiche que genera descontrol. No hay brújula y así todo resulta desfavorable. Por un lado nos pueden presentar a un cantante con trayectoria, voz estudiada y artísticamente intachable. Y al mismo tiempo un programa en el que se fabrican artistas, o supuestos artistas, en dos meses. Eso es ridículo, pero más lo es que no sepamos encontrar la diferencia. No digo que todo esto sea pernicioso en sí mismo, sino en cuanto a que la sociedad se pierde y no distingue con claridad el negro del blanco.
Es en este marco donde un noticiario cultural podría cobrar importancia. Pero no debe quedarse en notas del día, sino que debe encontrar el punto trascendente de las cosas, incluso las de un país tan disperso y desgraciado en muchos sentidos, como el nuestro. En ese sentido casi diría que la labor del periodismo cultural es heroica, y en la televisión no debería serlo menos.
Siempre he creído que si la televisión puede manipular para mal, asimismo puede hacerlo para bien. O sea, manipular para que la gente lea, para que estudie, para que se vuelva más crítica de su entorno y exija y lleve al cabo los cambios necesarios dentro de la sociedad para vivir con mejor calidad y perspectiva. ¿De qué otra manera puedes interesar a la sociedad, por ejemplo, en el arte que es la expresión más elevada, cuando el arte es verdadero y no marketing, que genera una cultura?
Sin embargo, todo esto lo veo difícil y estúpidamente idealista. Porque además los grupos de poder no lo permitirían. Sobre eso, como decía un político mexicano: quien diga que en el pueblo no hay nada qué cambiar, es porque se está beneficiando del estado de ese pueblo. Y además, quizá, a la gente tampoco le interesaría ser distinta de como es hoy. Y porque el periodista, aunque ciertamente con las nuevas tecnologías como el Internet y los blogs se ha modificado, depende en buena medida del medio de comunicación, de sus intereses, de sus patrocinios, de sus apetencias. De las órdenes del día, del editor, no precisamente de las propias. Por eso el trabajo, temo decirlo, es con generaciones nuevas, con niños que puedan crecer con otra mentalidad, distinta a la que tiene un mexicano en la actualidad. Pero eso, si somos sinceros, suena a ciencia ficción.
-Es básica dicha importancia, por el papel tan relevante que la televisión ocupa en una sociedad. La televisión, al igual que otros medios pero quizá con mayor penetración y simultaneidad, crea valores, conciencias, o bien las destruye. La televisión es una herramienta muy poderosa, aunque depende para qué se utilice. Según entiendo, en México la televisión es para entretener. Pero me parece que va más allá de eso: la televisión mexicana, en general, es un instrumento de control social que dicta las agendas temáticas de las que nos ocupamos como país. Que nos mantiene pensando en banalidades o que bien nos entretiene con idiocias, eso sin mencionar la mezcla de elementos que permean en el espectador, más que como una perspectiva amplia y llena de matices, como un auténtico pastiche que genera descontrol. No hay brújula y así todo resulta desfavorable. Por un lado nos pueden presentar a un cantante con trayectoria, voz estudiada y artísticamente intachable. Y al mismo tiempo un programa en el que se fabrican artistas, o supuestos artistas, en dos meses. Eso es ridículo, pero más lo es que no sepamos encontrar la diferencia. No digo que todo esto sea pernicioso en sí mismo, sino en cuanto a que la sociedad se pierde y no distingue con claridad el negro del blanco.
Es en este marco donde un noticiario cultural podría cobrar importancia. Pero no debe quedarse en notas del día, sino que debe encontrar el punto trascendente de las cosas, incluso las de un país tan disperso y desgraciado en muchos sentidos, como el nuestro. En ese sentido casi diría que la labor del periodismo cultural es heroica, y en la televisión no debería serlo menos.
Siempre he creído que si la televisión puede manipular para mal, asimismo puede hacerlo para bien. O sea, manipular para que la gente lea, para que estudie, para que se vuelva más crítica de su entorno y exija y lleve al cabo los cambios necesarios dentro de la sociedad para vivir con mejor calidad y perspectiva. ¿De qué otra manera puedes interesar a la sociedad, por ejemplo, en el arte que es la expresión más elevada, cuando el arte es verdadero y no marketing, que genera una cultura?
Sin embargo, todo esto lo veo difícil y estúpidamente idealista. Porque además los grupos de poder no lo permitirían. Sobre eso, como decía un político mexicano: quien diga que en el pueblo no hay nada qué cambiar, es porque se está beneficiando del estado de ese pueblo. Y además, quizá, a la gente tampoco le interesaría ser distinta de como es hoy. Y porque el periodista, aunque ciertamente con las nuevas tecnologías como el Internet y los blogs se ha modificado, depende en buena medida del medio de comunicación, de sus intereses, de sus patrocinios, de sus apetencias. De las órdenes del día, del editor, no precisamente de las propias. Por eso el trabajo, temo decirlo, es con generaciones nuevas, con niños que puedan crecer con otra mentalidad, distinta a la que tiene un mexicano en la actualidad. Pero eso, si somos sinceros, suena a ciencia ficción.
-En la actualidad se vive una mezcla en la cultura, que no se diferencia a simple vista. Algunos denominan esa mezcla como el kitsch, otros como lo pop. ¿Qué opinas tú al respecto?
-Decía Milan Kundera, el extraordinario novelista y ensayista checo, que el kitsch elimina de su punto de vista todo aquello que humanamente es despreciable. Dice que el kitsch niega rotundamente la existencia de la mierda. Eso nos ha tocado vivir como cultura occidental en la era moderna y posmoderna, y es terrible porque no existen mecanismos de saneamiento cultural. No defecamos, como cultura, como lo hace nuestro cuerpo para estar saludable.
El kitsch, y en cierta medida lo pop: en el peor sentido de la palabra, encierran en sí un fétido olor putrefacto que nos intoxica, pues no permite distinguir lo saludable de lo enfermizo o decadente. Esta falta de diferencia es la perdición para cualquier cultura, así nos lo demuestra la historia. Y aunque no tiene porqué repetirse ésta, es obvio que cuando no hay nada malo, nada es bueno. Es como un piloto aviador de guerra que en pleno vuelo, afectado por la fuerza G y por confusión mental y física, no sabe si debe dirigir su avión hacia el azul del cielo o al azul del mar, corriendo así el peligro de estrellarse. Claro, para eso existen instrumentos de navegación que ayudan al piloto con su tarea para no fiarse únicamente de sus sentidos y así logre elegir el azul del cielo.
Si me permites cierto exceso, el periodismo cultural puede ser para la cultura, para la sociedad, como una especie de instrumento de navegación, porque si lo ejerces con visión y pensamiento, puedes advertir que culturalmente nos hemos dirigido en los últimos tiempos hacia el azul del mar. Espero que no nos estrellemos todavía y que podamos rectificar el vuelo.
Pero fíjate: es paradójico porque dentro de estas formas de vida que son el kitsch, y hasta cierto punto el pop, no toda la vida la vemos en negro. El mundo aun con guerras, hambrunas, imperialismos, con erosión de valores tradicionales e incluso con anticultura, es padre y divertido. Es lindo y digno de admiración, a grado de que podríamos hacer un big Big Brother Universal (transmisiones bélicas o destructivas de cualquier otro tipo en vivo), al estilo de los concursos reality de la Cadena Librevisión que concibió Richard Bachman, o sea Stephen King, en su novela El fugitivo, y cantar una balada pop monorrítmica con orquesta sinfónica y emisión operística que loe nuestro mal gusto o el extravío total de éste.
-Decía Milan Kundera, el extraordinario novelista y ensayista checo, que el kitsch elimina de su punto de vista todo aquello que humanamente es despreciable. Dice que el kitsch niega rotundamente la existencia de la mierda. Eso nos ha tocado vivir como cultura occidental en la era moderna y posmoderna, y es terrible porque no existen mecanismos de saneamiento cultural. No defecamos, como cultura, como lo hace nuestro cuerpo para estar saludable.
El kitsch, y en cierta medida lo pop: en el peor sentido de la palabra, encierran en sí un fétido olor putrefacto que nos intoxica, pues no permite distinguir lo saludable de lo enfermizo o decadente. Esta falta de diferencia es la perdición para cualquier cultura, así nos lo demuestra la historia. Y aunque no tiene porqué repetirse ésta, es obvio que cuando no hay nada malo, nada es bueno. Es como un piloto aviador de guerra que en pleno vuelo, afectado por la fuerza G y por confusión mental y física, no sabe si debe dirigir su avión hacia el azul del cielo o al azul del mar, corriendo así el peligro de estrellarse. Claro, para eso existen instrumentos de navegación que ayudan al piloto con su tarea para no fiarse únicamente de sus sentidos y así logre elegir el azul del cielo.
Si me permites cierto exceso, el periodismo cultural puede ser para la cultura, para la sociedad, como una especie de instrumento de navegación, porque si lo ejerces con visión y pensamiento, puedes advertir que culturalmente nos hemos dirigido en los últimos tiempos hacia el azul del mar. Espero que no nos estrellemos todavía y que podamos rectificar el vuelo.
Pero fíjate: es paradójico porque dentro de estas formas de vida que son el kitsch, y hasta cierto punto el pop, no toda la vida la vemos en negro. El mundo aun con guerras, hambrunas, imperialismos, con erosión de valores tradicionales e incluso con anticultura, es padre y divertido. Es lindo y digno de admiración, a grado de que podríamos hacer un big Big Brother Universal (transmisiones bélicas o destructivas de cualquier otro tipo en vivo), al estilo de los concursos reality de la Cadena Librevisión que concibió Richard Bachman, o sea Stephen King, en su novela El fugitivo, y cantar una balada pop monorrítmica con orquesta sinfónica y emisión operística que loe nuestro mal gusto o el extravío total de éste.
Excelente! demasiados puntos en común. Saludos desde Chile.
ResponderEliminarEntusiasma encontrar perspectivas compatibles en otros sitios del continente. Gracias por el saludo y va uno de vuelta, desde México.
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