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martes, febrero 19, 2008
No me siento sólo un escritor: entrevista con Alberto Fuguet
Posteo una entrevista con Alberto Fuguet, publicada hoy en el suplemento cultural (arte, deporte y entretenimiento) La Plaza del periódico El Economista. Esta vez, el diálogo se carga hacia Road Story y la novela gráfica. Por ese rumbo hay mucho qué seguir diciendo, pues la novela gráfica como género es tan serio y digno narrativamente hablando como en su momento pudo serlo una pintura rupestre.
Además, como digo, toda narrativa es gráfica por lo menos en nuestras mentes. ¿Quién no se ha imaginado, por ejemplo, el rostro de Raskólnikov, o de K., o de Julián Sorel, o de Pichulita, o del profesor Avenarius, o de Andony Llovet, o de Belano...?.
Y nada: gracias a Manuel Lino, editor de La Plaza. Aquí va:
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19-Febrero-08
Periódico El Economista
Suplemento cultural La Plaza
"No me siento sólo un escritor": Alberto Fuguet
Por José Noé Mercado
Una insignia que ostenta la obra de Alberto Fuguet (Santiago, Chile, 1964) es su capacidad para narrar en múltiples formatos. La ondea como escritor y cineasta, productor y periodista, ex crítico de rock y cine, profesor y guionista, como blogger a medias.
Reflejo de esa versatilidad es Road Story, su más reciente libro: una novela gráfica de 127 páginas dibujada por Gonzalo Martínez que aviva el interés por un género al que en Latinoamérica se le ha restado valor más allá del cómic o la historieta.
Para el siglo XXI, Road Story (Alfaguara) es una alternativa literaria y al mismo tiempo visual, una que sabe que, al final, toda narrativa es gráfica, aun en la mente de los lectores, y que viene de la mano de un autor con onda y propuesta.
En México se reconoce a Fuguet como el escritor de Sobredosis, Mala Onda, Por favor, rebobinar, Tinta roja, Primera parte, Dos hermanos, Las películas de mi vida, Cortos y Apuntes autistas; como uno de los 50 líderes latinoamericanos del nuevo milenio (según Times y CNN); y como el director del corto Las hormigas asesinas, el largometraje Se arrienda y diversos videoclips de música indie.
Su relevancia, y acaso trascendencia, consiste en darle voz a una sensibilidad contemporánea, más urbana y realista, virtual y no mágica, que desde hace décadas late en la vida diaria de América Latina. Fuguet captó ese latido y fue pionero en hacerlo notar, aunque eso le costó severas críticas del establishment:
"Yo esperaba ser aceptado. Pensé que me iban a tratar de mediano a bien. Como 'qué bueno que hay un escritor distinto, nuevo'. Aunque no ocurrió así. No obstante, esas críticas tan negativas, que desde luego me dolieron, me ayudaron a llegar a la gente. A vender. Llamaron la atención. Yo hubiera preferido un camino más clásico: ser bien criticado y encontrar, de a poco, algunos lectores. Pero uno no elige su destino".
¿Qué experimentas al narrar en diversos soportes: en esencia es lo mismo?
"Igual y diferente, pero a la larga es lo mismo. Filmar es más colectivo, lo que es bueno. Pero capto que siempre termino hablando de mis temas: siento que todos mis personajes son, en el fondo, parientes. Lo común que tienen todas mis facetas es que vienen del mismo lugar. Al final, todo se trata de narrar. De crear personajes.
"Ahora me pillas en un momento muy raro en mi vida, en que no sé si estoy escribiendo tanto. Porque ya no me veo haciendo puros libros. Ya no me siento sólo un escritor. Pero, en mi caso, el soporte no es la historia, sino el personaje".
¿Cómo asumes la empatía de los lectores con tus personajes?
"Creo que los personajes de los que escribo más o menos existen. O hay gente parecida. Y claro: tienen cosas mías. Siempre he pensado que soy, junto con ellos, parte de lo que llamo la hermandad cósmica: personas que no son parientes, o que podrían serlo, pero que es gente que se siente cercana aunque sólo se conozca por Messenger, quizás, y puede hablar como una hermana con su hermano.
"Si alguien logra identificarse con mis personajes, pueden ser más reales, partiendo de la premisa de que no lo son. Ahora bien: creo que en la vida real las personas no tienen tan clara su historia. Uno no sabe, no tiene oportunidad de saber, en qué instante estará en crisis. O en qué momento tendrá oportunidad de salvarse. Pienso que a la gente le gustan las historias, las novelas o las películas, porque tienen finales, resumen, y te fijan ese momento importante de la vida de alguien".
¿Cómo percibes el presente y el futuro del libro impreso respecto a los nuevos formatos?
"No creo que haya que tomar lo audiovisual, o ahora lo digital, como la competencia. Si se hace, claramente los libros impresos perdieron hace rato. Ahora bien, perfectamente pueden ser complementarios. Y cada uno puede ganar y potenciarse.
"Dudo que los libros de papel desaparezcan ahora que existe el Kindle. Pero sí creo que aquéllos que leen libros impresos se están volviendo un grupo. Una minoría. Es preocupante, sí, pero qué se puede hacer".
¿La novela gráfica es una alternativa? ¿Road Story es una opción para nuevos lectores-visuales?
"La novela gráfica es la fusión de una serie de géneros: el cómic, la pintura, el cine y la literatura. Y es un nuevo arte, o forma de expresión, para el nuevo siglo. Ya existen personas que se han criado con novelas gráficas y que han sido estimuladas con este formato. Pienso que debe tomarse en serio, sí, porque aunque como en la literatura: hay de todo, sin duda hay autores y novelas que lograrán alcanzar el mismo grado de excelencia y de obra maestra que el de un libro o escritor canonizado.
"Pero para eso la novela gráfica debe considerarse, leerse, y no tener prejuicios. Te cuento una anécdota: hasta hace unos días, ninguna revista cultural o literaria de Chile había criticado -para bien o para mal- Road Story. ¿Por qué? No sé. ¿No tienen críticos ad hoc? Deduzco que va por ahí. Creen que no es un libro. Por lo tanto, más allá de una nota tipo promoción, lo obviaron. Yo leo esto: es una curiosidad, una simple excentricidad. Como que Road Story está adelantado al mercado. Pero nada: creo que al final cada libro se encuentra, eventualmente, con su público".
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Me parece interesante, pero la leeré con cuidado en la versión impresa. Mis malos ojos y los lentes peores que tengo no se prestan para leer en la pantalla.
ResponderEliminarFelicidades,
Alfredo Gabriel
sí, es mejor leerla en papel, creo, aun si consideramos el color mamey del papel de El Economista. Salu2:
ResponderEliminarFausto ML