Este post-galería, y quizás otros iguales que vengan después, decidí llamarlo Imágenes q no dicen + q mil palabras. Sí, es como una declaración de principios. Igual depende de quién sean las palabras, eso sí. Pero, en todo caso, me gustan más las imágenes que encierran historias que al mirarse uno debe imaginar, suponer, intuir. Y eso sólo puede ocurrir a través de las palabras, aunque sólo sean pensadas. Una fotografía que lo dice todo, es, acaso, intrascente. Estaba muerta desde el momento de ser tomada.
Edificios en edificio
Las fotografías incluidas en este primer post-galería fueron tomadas en la ciudad de DeEfe, así que en parte son reconciliadoras ahora que se ha vuelto una capital ensangrentada. DeEfe es operativos estúpidos y homicidas, irresponsables, ejecuciones que generan terror en la gente, pero también es más que eso. Es un espacio, un territorio, que se vive.
No me gusta, como quizá se aprecia, fotografíar personas, aunque a veces se cuelan y salen. Prefiero el paisaje urbano, solitario. Captar en un momento distinto ese sitio que, cotidianamente alberga a las personas, su vida mecánica, sus máquinas. El molde, la forma, sin contenido.
Como ya se ha dicho, en DeEfe las distancias no se miden en kilómetros, sino en horas. Y manejar en esta ciudad es una travesía a veces muy aburrida. Una de mis malas costumbres, últimamente, es la de tomar fotografías mientras manejo para distraerme un poco. Es entretenido. El acto, por supuesto, requiere cuidado y atención. Ya no debería practicarlo.
Es obvio, pero no tan evidente para muchas personas, descubrir los matices de un sitio dependiendo del día, de la hora, de la luz y el enfoque. En ocasiones somos tan rutinarios que sólo conocemos los lugares a cierta hora, en cierta mirada. Hueva.
Pocas experiencias tan solitarias como deambular en el auto mientras la mayoría en la ciudad duerme. Y si aparte llueve todo se potencia.
Esta foto es como Macondo da paso a McOndo. Y cuando la naturaleza se hizo a un lado, lo urbano estaba ahí.
Pemex de ladito
Conducir sin tanto tránsito puede ser tan placentero como descubrir esos sitios iconos que, quizá a diario, sólo nos contemplan. Es una metáfora, no nos contemplan, son inanimados, pero es raro, muchas veces nos remontan y, seguramente, nos trascenderán. Y cuando algún día ya no despertemos, los edificios seguirán ahí.
Pocas ocasiones contemplamos las pieles, la textura, los colores de aquello que nos contiene.
Un plano holandés, creo que se llama, en un lugar crucero, un punto de encuentro para mucha gente, en el que, mientras espera, oberva que la demás gente va y viene. Cumple destinos, cursos, enfrente del nuestro.
Una fachada que escurre ante las inclemencias del tiempo. Me imagino cómo escurre el rostro del ser humano en la misma situación.
La hora mágica, ya ha oscurecido pero queda algo de luz, sin que se encienda la luz eléctrica. Buen momento para pensar que más fotografías, luego. Por hoy, este primer post Imágenes q no dicen + q mil palabras. Para alguien que prefiere escribir, no está mal. Pero ya es suficiente.
Eso de la polución nocturna suena tan, pero tan... digamos... adolescente.
ResponderEliminaryo mismo soy todavía un adolescente peter pan, gabriel. he cumplido años, pero conservo mi esencia puberta, jejeje.
ResponderEliminarun abrazo
¿Cómo estaré yo que mis hijas (las grandes, claro) dicen que mis gustos musicales son de adolescente inadaptado?
ResponderEliminarCuídate.