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lunes, marzo 23, 2009

Don Giovanni en el Teatro de la Ciudad


Posteo mi crítica sobre el Don Giovanni en el Teatro de la Ciudad. Algunos la esperaban hace días. Se acabó la espera. Las fotos me las mandó un amigo al que se las mandó un amigo que participó en la ópera. Creo que sirven para ilustrar. Si tienen algún crédito, pueden hacérmelo saber para consignarlo. Mientras, uso el derecho de circulación de la red.

Ah, y al final incluyo el trailer de esta producción, al que hago referencia en mi texto. Me gustó, más que el trailer en sí mismo, el concepto de haberlo hecho. No es común en la ópera mexicana y, la verdad, no les quedó mal. De hecho, les quedó mucho mejor que la ópera.


Don Giovanni en el Teatro de la Ciudad
x José Noé Mercado


Piénsalo así. Esa sensación que se experimenta al escuchar una Traviata en alemán, un Tristán en italiano, un Rigoletto en inglés o ahora una Carmen en mapuche, es lo que tú sentiste en el Don Giovanni de Mozart que presentó el 25 Festival de México en el Centro Histórico en coproducción con la Compañía Nacional de Ópera. Sí, el del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, 12, 15, 19 y 22 de marzo.

Te decía, te digo, eso fue lo que sentiste ahí, sentado en tu palco del primer piso. En rigor, sí presenciaste Don Giovanni, la escuchaste, pero, al mismo tiempo, no te cuadró: te la cambiaron, de algún modo. Y consideras que si sabe a otra cosa, es como si no la hubieras escuchado. No fue la que tú conoces. ¿O sí? Dudas, pero en el fondo sabes de lo que hablo porque tú eres operista. Has escuchado Don Giovanni muchas veces antes, la has visto y aplaudido en diversos teatros. La conoces bien. Es tu ópera favorita. La de muchos. Pero esta vez, casi, te durmió.

Es verdad. Este Don Giovanni se cantó en italiano. Como es. Aunque la sensación de La traviata en alemán o demás ejemplos igual no desaparece. Te preguntas por qué. La música. La dirección, los cantantes. La forma de interpretar. Ahí, supones, está la respuesta. A ver, paso a paso.

La música sí se dio a partir de la partitura. Las notas de Mozart se hicieron sonido. Pero los tiempos pesados y lentos, no a la contundente imagen y semejanza de Furtwängler por ejemplo, sino a la manera incolora, desangrada e inexperta en este autor y repertorio del concertador británico Philip Pickett, al frente de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, cambiaron todo. Con tiempos rápidos en los que debía ir lento, lentos cuando debía acelerar. No le halló la forma ni a un minueto.

La lectura del director fue plana desde la obertura y le robó a la música esas sinuosidades de galantería, de festividad excedida, de melódico drama jocoso que se despliegan en esta ópera que Kierkegaard defendió como la mejor obra de arte jamás realizada.

Ahora no pienses en idioma del libreto, en realidad no estás hablando de eso, sino en lengua musical y de cualquier manera el resultado es el mismo: la sensación pegajosa e incómoda del Tristán en italiano o el Rigoletto en inglés, musicalmente hablando. Por eso, la intención, la imagen musical de este Don Giovanni fue muy distinta, y te hizo pensar más de una vez que estabas escuchando un madrigal o algún otro género renacentista. Fuera de lugar, cero qué ver, tratándose de este caso.

Así, lo sabes ahora, la sustancia sonora de este Don Giovanni estaba desde un inicio más condenada que al final Don Giovanni. Todo, por seleccionar inadecuadamente al director musical para esta producción. Apto, o al menos conocedor, en el repertorio antiguo, pero con escasa competencia en Mozart, cuya música planchó.

Pickett afirmó en el trailer con el que promocionaron este montaje que ésta es la mejor producción de Don Giovanni de la historia. Eso te pareció, es, una falsedad. Una boutade, una argucia para pasar gato por liebre, manía por lo demás muy propia de la Compañía Nacional de Ópera en tiempos recientes. O una ignorancia extrema, como suele decirse, irreverente y atrevida, de la que por fortuna ni tú ni buena parte del público operista de México forman parte.

La puesta en escena, en la que intervinieron, como leíste consignado en el programa de mano, muchos más asistentes, realizadores, diseñadores y actores que cantantes, correspondió al debutante en el género Mauricio García Lozano, quien comenzó por ilustrar la obertura, ya que ni a Mozart ni a Da Ponte, faltos quizá de talento o imaginación, se les ocurrió nunca hacerlo. Y te consta que esa ilustración, además, fue moneda falsa y superficial.

Usar a un actor porno ejerciendo su oficio, o simulándolo, que es peor, con todo tipo de mujeres para, justamente, dibujar las andanzas de Don Giovanni es una lectura simple y apresurada de esta obra. Como si tú como público fueras Donna Elvira y necesitaras una entrega del aria del Catálogo ilustrado.

Tú entendiste que el director de escena quería provocar, buscaba polémica. Es un viejo truco para darse notoriedad en el que no caíste. Porque, uno, Don Giovanni no es un Dirk Diggler o un Rocco Siffredi, aka El semental italiano. Basta poner un mínimo de atención a la trama para darse cuenta que Don Giovanni, en realidad, no puede conquistar a nadie, ni a una campesina. Aunque por supuesto quiere, lo necesita. Más que un consumado semental, es un personaje profundamente trágico, al que vemos en escena en un fracaso tras otro. Y, dos, porque ese tono porno no fue consistente a lo largo de la función. Para ello habría que atreverse no a escandalizar sino a ser congruente, que es todavía más complejo. Lo soft, lo fresa, comenzó una vez que concluyó la obertura ilustrada, con un Don Giovanni púdico, ya con ropa interior. Y así se mantuvo, incluso si pensamos en que mostraba el pecho o en el final del primer acto en un conjunto topless que disolvió al verdadero disoluto o en la cena con el Comendador, en la que casi se sienta, o arrima su pubis, sobre un cisne, símbolo ambiguo de lo fálico o lo femenino, lo depravado o lo homosexual, lo puro, la belleza o lo virginal, dependiendo de la interpretación.

Lo que sí reconoces es que el trazo de Maurico García Lozano fue dinámico. Hubo mucho movimiento acertado, buena dirección, con los artistas. Aunque el concepto, en general, no aportó gran cosa para impedir el sopor de una escena más bien oscura, cansada de ver. Y, lo que es peor, a veces tanto movimiento terminó por distraer, por interrumpir al solista que, en algunos casos, debe estar en escena precisamente solo.

Aunque te reconoces fan de Jorge Ballina, a quien sin duda ubicas como uno de los dos mejores escenógrafos mexicanos en la actualidad, esta vez su propuesta te distrajo por su protagonismo. En aras de funcionalidad y dinamismo y variedad en la perspectiva del espectador, la escenografía no se quedó quieta y los tramoyistas se metían una y otra vez a cuadro escénico, incluso a la mitad de las arias, para darle vuelta a una especie de plataforma-carrusel sobre la que se desarrolló la acción, o para formar muebles, tumbas, espejos, dinteles o balcones, todo muy abstracto, a partir de una especie de concepto camas-lego. Un concepto, pensaste, que más allá de su funcionalidad, no le importó ser feo, poco agradable a los sentidos, como también consideraste la iluminación de Víctor Zapatero, que se limitó a esto: luces blancas sobre cuadrilátero ajedrezado. Dónde dejó Zapatero su probado talento, cavilabas durante la soporífera función para no dormir como muchas personas a tu alrededor.

Del elenco apocado poco te apetece decir en un ambiente en el que muchos se han mostrado xenofóbicos y chauvinistas, quizás porque ante tan escasas oportunidades para ver ópera en México quisieran más presencia de talento nacional. Pero el talento no se clasifica por nacionalidades, y lo sabes. En este Don Giovanni, consideras, tanto el extranjero como el mexicano escaseó. Tan limitados unos como los otros, te dijeron miembros de la producción. Y sí. Aunque, por supuesto, hay matices.

Esto es lo que consideras: el estadounidense Chistopher Schaldenbrand fue un Don Giovanni sin protagonismo vocal, con un timbre que se decoloraba hasta parecer tenor. La rumana Catarina Coresi como Donna Anna, estridente, con ataques abiertos y un vibrato desagradable por destemplado. La canadiense Kymi McLaren, como Donna Elvira te pareció lo más rescatable, con una voz lírica y musical, en completo estilo. El ruso Mikhail Kolelishvili cantó un buen Leporello. Pese a su dicción para nada italiana, le entendiste cada frase y no se hizo el gracioso en su personaje, lo que es de agradecerse. Tres mexicanos: Raúl Hernández, Don Ottavio, se anunció enfermo y ése, como sabes, es por igual el principio del perdón o la debacle. Lucía Salas es una linda Zerlina, de voz discreta en volumen y Jesús Ibarra un joven con buen instrumento aún sin pulir, lo que sirvió en este caso para Masetto. El brasileño Luiz-Ottavio Faria posee una voz robusta de bajo, efectiva pero sin foco.

Nada especial, como pudiste comprobar, en este elenco. Nada memorable en esta producción, en la que entre el FMCH y la CNO se gastaron poco más de seis millones de pesos. Se vale, te dices, pero ¿este Don Giovanni los vale? Tus amigos mozartianos siempre afirman que Mozart lo aguanta y resiste todo. Tú, desde que abandonaste el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris y caminabas por la calle de Donceles, lo dudas. Y no por Mozart, sino por la idea de un decepcionante Don Chafanni. De un Don Güevanni. De la que hoy todos hablan. O casi. Tú ya no.


7 comentarios:

  1. Yo creo que a algunos de tus alumnos sì les gustarìa!!!!

    Ya en serio, a mí me parece que una obra --cualquier obra-- soporta todo... o no soporta nada, según se respete la premisa del autor. Si no es así, pues simplemente se trata de otra cosa.

    En fin, què puede esperarse de un ambiente cultural postmoderno y ramplòn como en el que convivimos.

    Salve,

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  2. La crónica-crítica del Don Huevonni
    da hueva. Su tono quasiagónico, aburridón, monotono, su tempo verbal de me hablo yo a mi mismo platicándole al otro que soy yo tambien lo que ya me se y tambien el otro me parecio decepcionante. No es la mejor crítica salida de la pluma del escritor Mercado. Lo que dice es cierto. Obvio. Pero lo que cansa es CÓMO lo dice. No siento el compromiso del crítico que dice: me gusto, me aburrió, me hartó, me aburrio. Ponerse Borgiano
    con eso del Otro yo soy el otro es Borges que soy tambien yo fracasó. Me divirtió más la puesta por lúdica y puntual. Eslabonada. Coherente. Funcional. Que ya no escandaliza ni a las abuelitas sesenteras. Los cantantes malísimos. No importa si gringos o mexicas. Sencillamente PÉSIMOS. Y sin cantantes y sin música no puede haber ópera.

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  3. gracias gabriel. coincido. por cobijo de la posmodernidad se hacen muchas cosas.
    abrazo.

    manuel
    una cita, abreviada, del hamlet de shakespeare, atento
    a lo que dice polonio:

    "Actor 1.- Lo encuentra pronto, en lucha cuerpo a
    cuerpo con los griegos, pero su vieja espada contra su
    brazo se subleva y pende rebelde a su mandato. En lid
    muy desigual Pirro arremete y enceguecido por la ira
    falla el golpe, mas el soplo que su mandoble aventa
    lanza por tierra al enervado anciano (...) (...) y
    desde la alta cima del Olimpo su eje hasta el Averno
    precipiten.

    Polonio.- Es demasiado largo.

    Hamlet.- Ya irá, junto con tus barbas, donde el
    barbero. Por favor, continúa. A éste, si no le dan
    payasadas o chistes de burdel, se duerme. Continúa la
    parte de Hécuba".

    gracias por visitar el blog, manuelonio, y forzarte a leer. ya es ganancia. y por comentar. abrazo.

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  4. Desde que recorté mis barbas todos me miran diferente. Algunos me piensan Sansón pelón y derrotado. Otros, los más, me dicen verne bien, juvenil y bizoño. Guapo más me encuentran las damiselas núbiles. Pero citarme a Shakespeare, eso si es agradecible.No es lo largo del texto criticable. Más rollos se aventó usted en sus ficciones aplaudidas. Es la equivocación. Lo fallido e híbrido. El engendro ilegible. Más formal que conceptual. ¿Soy Apolineo? No. ¡Dionisíaco¡ ¿Polonio? Menos. Polaco. Gracias por la humildad de responder. Lo saludo con respeto.

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  5. "La critica debe ser menos tímida, debe aceptar abiertamente el hecho de que sus juicios formales son morales"
    (Jonh Middleton M.)

    Saludos Noé.

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  6. manuel:
    no encuentro propicio aquí divagar sobre tus chistoretes. si ése es tu nivel de discusión, qué bien por ti. no es el mío.

    luis enrique:
    el hombre mismo es moral. lo que citas de middleton viene a ser una redundancia. pero en otra vertiente, un juicio formal o informal, puede también ser intelectual, estético.

    saludos a ambos.

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  7. me agrado la escenografia, la interpretacion en genral no me sorprendio, pero me dio gusto guiarme por su crítica, la verdad me agrado mucho la escenografia pero si tuvo demasiado protagonismo, pero debo decir que me encanto...saludos profe

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