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viernes, junio 26, 2009
Jackson, el más pop
Jackson, el más pop
x José Noé Mercado
Michael Jackson es tan simbólico y significativo como una lata de sopa Campbell´s. Como un cómic de Marilyn Monroe o un afiche de Coca-Cola. Guste o no, es un ícono de la cultura de nuestros tiempos. De sus códigos. De su arte. De toda una estética y forma de vida: el pop. Un emblema que, por más que se niegue o critique, no dejará de ser un emblema.
Ayer murió, se supone que poco antes de las 17 horas tiempo de México. Yo me enteré por Internet. Por Messenger. Ahí estaba la noticia, no en los medios de comunicación tradicionales. Más allá de las especulaciones y de la aclaración que acarrearía su fallecimiento, el impacto mediático y cultural estaba ya en escena.
En menos de una hora aparecieron en la red miles de artículos refiriendo la muerte de Michael Jackson. En YouTube, Thriller, que marcó una forma de presentar la música, su contenido a través del clip, del corto, se acercaba a las 40 millones de reproducciones. Los demás videoclips de Jackson, que no son pocos, eran vistos igual por millones.
La televisión, la radio, los medios impresos, a nivel internacional dedicaron generosos reportajes para hablar de la muerte del rey del pop. Del mayor vendedor de discos de la historia. Probablemente del artista más famoso de nuestra época y, por tanto, acaso de todas las épocas.
Por Messenger también discutí con algunos contactos, empeñados en no conferirle ninguna importancia ni a Michael Jackson ni a su muerte. "Me vale madres el pop y Jackson una chingada", me dijo uno de puro bluff. "La pedofilia y todas esas depravaciones que estaban a su alrededor me asquean", me dijo hipócritamente otra persona que, me consta, innumerables veces ha tenido que formatear su disco duro infectado por los virus que pululan en las páginas pornográficas que visita. "No es de mi época ni está en mi historia personal, MJ para mí no existe", me explicó una chica ni tan chica aficionada a los videoclips y consumidora de literatura pop. "Qué te sorprende, por qué te admira lo que pasa en los medios, eso pasa todos los días, mejor ponte a trabajar en lo tuyo y olvídate de lo que pasa o no pasa con los demás", me dijo un tipo que estudió comunicación aunque, por supuesto, nunca logró ejercer la carrera.
Una rubia tipa semianoréxica, más en sintonía con lo que yo estaba percibiendo, me dijo "seguro así ocurrió cuando murió Elvis. O Lenon. O la Monroe, pero como no había Internet el fenómeno no se sintió igual de colectivo y en tiempo real como ahorita. Esto, por fortuna, no lo veremos ni con Fidel ni ningún otro político". Sí, pensé. Por ahí va la interpretación del asunto que, por lo demás, bien puede ser que tampoco signifique algo a todos. No cambiará la vida cotidiana de las personas ni le quitará el sueño a la gente. Pero de que es un acontecimiento cultural, como la muerte de Beethoven, de Monteverdi o Da Vinci, que para muchos tampoco significaron nada, lo es.
La muerte física de un ícono de la cultura duele en forma abstracta. Justamente porque lo que intenta toda cultura, incluso la más efímera y comercial y paradójicamente popera, es tener significación en los hechos cotidianos para poder permanecer en el tiempo. Así, incluso, se llega al arte. Y la muerte es un atentado contra toda permanencia. La muerte nulifica todo intento de significación. Contra esa falta de sentido es sobre la que debe cimentarse la creación. El arte. La cultura. La muerte de un artista famoso, que lo tuvo todo y que, sin embargo, sin nada se quedó, puede cuestionarnos para qué crear. Nos hace ver el vano intento de permanecer, de agarrarse al mundo, se haga lo que se haga.
No ver o no querer reconcer la importancia de Michael Jackson es una forma aparente de negarse a sí mismo, de hacerse blanco cuando se es negro. De hacer de cuenta que no se vive la época, la estética, que vivimos. El descrédito del pop, en el fondo, es súper pop. Restarle méritos como artista o simplemente despreciarlos, verle sólo el lado B, es la actitud popera que hoy nos define. Seguimos desacreditando el movimiento pop, como si fuera en sí mismo despreciable y no fuera solamente un periodo más, lo que no es menos, de la historia como lo fue el medioevo, el renacimiento, el barroco y demás etapas culturales.
La muerte de Michael Jackson es al pop lo que la de Mozart fue al clasicismo.
El pop es llevar elementos de lo más cotidiano al arte. Michael Jackson consiguió lo que pocos: se convirtió en un ícono de lo popular que se llevó a sí mismo al mundo artístico. Logró el éxito y su decadencia, como el pop tuvo dentro de sí el shocker pop o el acid pop que lo destruía al tiempo que lo reafirmaba.
El pop es agradable, hasta bello. Lo que no molesta sino encanta. Es una zona de confort y así, igual, es la música y la voz y el baile de Michael Jackson, el más pop. Por eso corre el riesgo, que no es poco mérito, de volverse un clásico si no lo es ya.
Quizás Michael Jackson representa una época y nos alcanza, nos toca, porque más que un inconforme era posmodernamente un insatisfecho. No se quedó negro, ni con los rasgos que le tocaron. Pero tampoco llegó a ser blanco, ni consiguió un perfil griego. Michael Jackson es muchos de nosotros porque fue capaz de desfigurarse con tal de figurar.
Descansa en paz, sumo rey del pop.
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ahora me permito no estar de acuerdo contigo. creo que la muerte de jackson --como la de cualquier figura mediàtica o cultural, si así se quiere-- es importante. pero de allí a pretender que jackson sea tan importante, tan impactante...
ResponderEliminarcreo, en todo caso, que las sociedades tienen los iconos que merecen y que si comparas la muerte de mozart con la de jackson, lo único que nos dice es que vivimos en una época muy, pero muy pinche.
y no estoy tan seguro de ello (del pinchismo de la época)... pero lo que sí creo es que esto da pie para muchas discusiones más.
por otro lado, creo que prefiero leerte cuando no concuerdo contigo.
un abrazo!!