Este blog estrena diseño y refresca su imagen. El cambio es principalmente por atención a sus lectores constantes, que con frecuencia solicitaban respeto a su vista. Ya. Por fin se hizo. Pero también esta nueva etapa es símbolo de renovación. No de negar el pasado, no de romperlo necesariamente, pero sí de dejarlo allá: en el pasado. Vivir más tiempo en el pasado que en el presente es muestra de envejecimiento. Y este blog aún no llega al ocaso. La idea es que nunca llegue. Ojalá. Sigue vivo, más que nunca, tan escribicionista como siempre, y agradece a todos sus visitantes en especial a los que me hacen llegar su comentarios sobre el contenido que lo conforma y que lo comparten.
Dicho lo anterior, y terminada la fase beta del cambio, procedo a colocar mi texto de las óperas La mulata de Córdoba y La vida breve que hace unos días se presentaron en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, mismo que apareció hoy en el periódico El Financiero. Eso sería.
Periódico El Financiero
Miércoles 2 de Marzo de 2011
¿Juay de mulata? ¿Juay De Falla?
x José Noé Mercado
1
Arrancó la temporada 2011 de la Compañía Nacional de Ópera (CNO). Dicho inicio, que podría ser motivo de celebración para los operófagos mexicanos, se diluyó frente a la programación de un par de títulos más bien sobrevalorados y, lo peor, ante su montaje desmañado que saldría ganando si no transforma la apetencia lírica en anorexia.
2
Los pasados 13, 15, 20 y 22 de febrero, en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, la CNO presentó en programa doble La mulata de Córdoba del mexicano José Pablo Moncayo y La vida breve del español Manuel de Falla, con un elenco integrado casi en su totalidad por cantantes pertenecientes a Solistas Ensamble y al Coro del Teatro de Bellas Artes, ambas agrupaciones dependientes del INBA, en lo que podría entenderse como ejemplo del más típico corporativismo azteca, que busca fortalecer a los dirigentes institucionales, adormeciendo las inquietudes de sus grupos y sindicatos a través de una relación de trato preferencial.
3
Algún destello de calidad vocal y canora mostraron la mezzosoprano Grace Echauri y la soprano Violeta Dávalos en sus respectivos roles protagónicos de Soledad y Salud, sin menospreciar el buen desempeño de los tenores Gerardo Reynoso y Dante Alcalá y de la también mezzo Nieves Navarro (Anselmo, Paco, Abuela). Pero en general el nivel lírico podría asumirse como grupal, indistinto, no de solistas, y en todo caso se estampó con la batuta poco motivadora del español Ramón Tébar, que no cuidó el volumen de la orquesta, ni mostró una particular propuesta o vigor sobre este par partituras.
4
Para 1948, año en que se estrena La mulata de Córdoba, en diversas regiones del planeta compositores como Richard Strauss, Leos Janácek, Alban Berg o Arnold Schönberg, no sólo habían incorporado –o rechazado- en sus obras las técnicas y recursos expresivos de la escena musical acumuladas a lo largo de más de tres siglo de género operístico, sino que propusieron con solidez herramientas nuevas para que la ópera continuara vigente en el siglo 20.
Ante ese escenario, un análisis mínimo de la única ópera de Moncayo arroja un desfavorable handicap para esta obra de limitados alcances expresivos y tan cuestionable cohesión músico-dramática sobre textos de Xavier Villaurrutia y Agustín Lazo que no logran armar un libreto firme y atrayente.
Poco mejor librada sale, en ese sentido, La vida breve de Manuel de Falla de 1905, aunque estrenada en francés hasta 1913, ya que si bien muestra con cierta fuerza y destellos impresionistas el folclorismo español, es fruto de romanticismo tardío entre los nacionalismos europeos, con diversos añadidos al original y con una escena última de la mano del manido Deus ex machina.
¿Cuáles son, entonces, los criterios para programar estos títulos en un país que adolece de un repertorio más básico o sexi, que atraiga nuevos públicos y encante al que ya existe? ¿Juay de mulata? ¿Juay De Falla?
5
A las preguntas anteriores se suma otra: ¿para qué una remodelación de nuestro máximo recinto artístico que costó 690 millones de pesos y que incluyó el equipamiento con tecnología teatral de punta, si las cosas se seguirán haciendo a la antigüita y mal?
La dirección escénica de Horacio Almada y la escenografía de Mauricio Trápaga, más que incapaces de brindar continuidad dramática a las tramas, evidenciaron el desconocimiento del género y ritmo operístico. En La mulata abundaron los tiempos muertos entre cuadros, en La vida faltó una pausa. En ambas, una escenografía desproporcionada, recién barnizada, e inoportunos tramoyistas en la más tamemes, con la iluminación fallida de Almada-Trápaga que no atinó ni con el seguidor.
Muchas preguntas para una sola producción. Y no tanto para el Comité Artístico del que nadie sabe si ya opera; no para Jaime Ruiz Lobera que en el organigrama sigue como director de la CNO, sino para el maestro Sergio Ramírez Cárdenas de la subdirección general del INBA, que en el escalafón es la mano que mece la cuna, ¿o no?
La pregunta con que nos deja al final mi querido José Noé no hace más que refrendar lo que ya dejó de ser "un secreto muy bien guardado" para pasar a ser una verdad incuestionable: que al menos en cuestiones musicales -y de las demás, mejor no ahondemos- la niña Vicencio no tiene NPI.
ResponderEliminarAhora bien: qué la sostiene en el cargo, porque si no es por aptitud ni por ser un elemento ornamental, ¡pues no me explico!