Ilustración: KmCero
Quizás el auge de los blogs ha pasado ante el furor de las redes sociales. Muchos blogs, que en algún momento ayudaron a generar la apertura necesaria y alternativa de los medios de comunicación masiva tradicionales, con la inclusión de contenidos marginales, con pluralidad y libertad de expresión, fueron de pronto abandonados por sus autores quienes se convirtieron en facebookeros o twitteros o fueron absorbidos por los medios tradicionales, y sus bitácoras se convirtieron en "ruinas digitales" como lo señaló el escritor y cineasta chileno Alberto Fuguet, en un post: Réquiem por los blogs, que dio por cerrado su Apuntes autistas.
Muchas pueden ser las razones para que las redes sociales se hayan impuesto. Bloguear implica más tiempo, más elaboración. Facebook y Twitter no sólo son en su operación plataformas más prácticas en su uso inmediato, sino que también, quizás, sirve más exactamente a quienes antes usaban blogs para expresar sus estados de ánimo, opiniones instantáneas, departir, linkear: en suma, mantener su red social. Eso igual explica en parte que se hayan creado infinidad de blogs descuidados, sin rigor, que adolecen de una mano editora, expresivamente inútiles. No todos, pero una buena cantidad de blogs, sin embargo, fueron creados para escribir en ellos. Para comunicar por medio de la escritura y con el uso de la multimedia. Esos son, muy probablemente, los que subsisten. Los que no se pelean con las redes sociales sino que las utilizan para difundir sus contenidos. Los que, acaso, permanecerán.
En su blog Vano oficio en El País, el escritor peruano Ivan Thays publicó un excelente artículo sobre la materia, que puede leerse para comprender a detalle la situación. Advierte Thays:
"Son los tiempos del triunfo de las redes sociales. Y con ello, el narcisismo ha dado paso al exhibicionismo. Antes uno se tomaba bastante en serio escribir un artículo para un diario. Luego, cuando aparecieron los blogs, la mayoría de sus administradores no se tomaron tan en serio el trabajo (insisto, la mayoría, pero hay valiosas excepciones) y los post dejaron la seriedad de la tinta impresa para convertirse en una exhibición poco pudorosa de opiniones mal argumentadas y pésima ortografía. Luego vendrá el Facebook que aumenta exponencialmente las posibilidades del exhibicionismo. Ya no se trata, ni siquiera, de escribir posts o de comentarlos sino de filtrarse en el muro de cualquiera que no tenga política de privacidad, o al que logró añadir como amigo, y comentar lo que sea y como sea, sin sentir la menor vergüenza por redactar un rebuzno o cometer una injuria. Lo importante no es el contenido, sino que su comentario quede grabado en la mayor cantidad de muros de Facebook. Y como el narcisismo no es tan importante como el exhibicionismo, estos comentarios en blogs o esos perfiles en Facebook pueden perfectamente ser anónimos.
"Al fin, llegamos al Twitter. Podemos parafrasear a Andy Warhol y decir que todos tendrán no su cuarto de hora, sino sus 140 caracteres de fama. Una frase exitosa puede llevar a centenares de retweets, que a su vez pueden convertirse en miles. Solo hay que encajarla en el momento preciso. No tiene que ser inteligente ni divertida, solo aprovechar el momento y que sea suficientemente agresiva o ingeniosa para que los demás la repitan".
En efecto, los objetivos separan a unos y otros. Las plataformas son un medio que en cualquier caso ha de determinar el usuario. depende de sus intereses e intenciones lo que haga con ellas. Thays termina con una sentencia:
"Lo bueno es que, con la aparición del Twitter y su inmediatez, el territorio de los blogs (con cada vez menos lectores y, por tanto, menos interesante para los exhibicionistas) ha quedado en manos de autores que se fijan más en el contenido. Ya no hay tantos blogs como antes, pero los que quedan son mejores. Esos contenidos sí quedarán, habrá valido la pena el esfuerzo. En cambio, los tweets serán sepultados en el olvido con la misma frecuencia con que se actualizan".
Quizás. Tal vez. Es cuestión de esperar, ver qué sucede y cómo se actualiza el tema. Porque eso sí: somos la generación del timeline.
Muy buen post, muy atinado y muy bien documentado. Te felicito.
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