La tarde-noche del viernes 29 de agosto estuve en la capilla 3 de Gayosso, Félix Cuevas, donde se velaba a la maestra Gilda Morelli, quien murió cerca de las 13 horas de ese día, a los 79 años de edad.
Gilda Morelli, una mujer, una figura, sin duda legendaria y que sustenta la historia operística de México, se ha ido. Falleció porque su cuerpo, muy debilitado en los últimos días, dejó de responder, paradójicamente a ese espíritu de lucha y terquedad que siempre caracterizó al alma del Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli.
Apenas minutos después de las 13 horas, recibí una llamada que me enteraba de la triste noticia. Como si la ópera en nuestro país no se nos estuviera muriendo ya, pensé, ahora muere una piedra angular de la promoción, del descubrimiento y apoyo de la lírica nacional y sus nuevos exponentes. Una labor cercana a las tres décadas.
Una obra, un legado, que no sólo se ve, se oye. En los teatros de todos los niveles, nacionales y extranjeros.
Ahí está ahora un cúmulo de cantantes mexicanos, cuya primera vitrina fue, les guste o no, lo reconozcan o no, el certamen que doña Gilda Morelli echó a andar y mantuvo aun por encima de toda dificultad imaginable -y que ojalá quienes ahora tomen sus riendas lo lleven por ese mismo empeño de hacer ópera e impulsar a sus talentos porque no hay otra opción-.
Por eso me imaginé que al llegar a la agencia funeraria estaría llena de cantantes -y funcionarios culturales a los que sin querer queriendo les hizo la tarea lírica- agradecidos, en deuda, con Gilda Morelli. Pero no, no fue así. No, al menos ese día. Más amigos y familiares se dieron cita para darle un último adiós a doña Gilda, que gente del medio operístico nacional. En un momento dado, hábía más arreglos florales que personas. Lo que es una pena y una vergüenza. Pero mal-a-gra-de-ci-dos los hay en todas partes.
Sólo algunos rostros, digamos que operísticamente reconocibles, se encontraban presentes entre familiares y amigos durante el primer rezo (en el que "E lucevan le stelle" sonaba como música de fondo) y la misa: Francisco Méndez Padilla, Alonso Escalante, Violeta Dávalos, Amelia Sierra, Juan José Arias. Después, mucho después, cuando una tormenta que azotó la ciudad de México amainó, aparecerían otros, como Ana Caridad Acosta, María Luisa Tamez, Enrique Jaso, Raúl Díaz, Manuel y Leticia Carballar, quienes de alguna manera se organizaron con los ya presentes para despedir a la maestra Morelli interpretando algunas canciones del repertorio popular mexicano.
Hace un par de años, creo que tres, entrevisté a Gilda Morelli, por los 25 años del Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli. La entrevista apareció originalmente en la revista Pro Ópera. Incluso fue portada. A guisa de recuerdo, posteo a continuación aquella charla. O aquí está en versión PDF, con todo y fotografías (propias y rescatadas) de Ana Lourdes Herrera.
Por cierto, y al margen de que yo la haya realizado y lo quebrado que suena decirlo, una de las más completas que haya leído con la maestra Morelli.
Recuerdo nítidamente aquel encuentro. Doña Gilda gentil, inquieta por toda su casa, con esas gruesas gafas que le cubrían medio rostro, con ese olor picante de su perfume...
Descanse en paz, Gilda Morelli.
Gilda Morelli: "Medalla de hoja de lata"
x José Noé Mercado
Tocábamos por segunda vez el timbre de su hogar, ubicado en un edificio de la colonia Condesa, cuando nos sentimos observados. Levantamos la vista y desde una ventana en lo alto nuestra entrevistada ya nos recibía con frases de bienvenida y entusiasmo.
Subimos a su departamento y nos presentamos. Llegó entonces nuestro director general, Xavier Torresarpi, con un ramo de flores que entregó a la anfitriona que nos pedía sentirnos en casa: Gilda Morelli, el alma incansable del Concurso Nacional de Canto que lleva el nombre de su esposo, el barítono chileno Carlo Morelli, y que en 2005 llega a un cuarto de siglo de haber iniciado.
Estamos en un lugar en el que libros, retratos y pinturas (que el propio Carlo Morelli pintara en otra de sus facetas artísticas) nos hacen respirar un pasado que se mantiene presente a través de las palabras de Gilda Cosío, por todos mejor identificada con el apellido de su esposo. Los recuerdos se vuelven sustancia viva al conversar con ella. Lo mismo los que, únicamente por fecha, son más distantes, que los más inmediatos.
—Como cantante, tuve una carrera más bien modesta — expresó mientras nos dejaba ver fotografías en las que aparecía en diversas caracterizaciones operísticas—. Sin embargo, pude compartir el escenario con grandes figuras como Giuseppe di Stefano, Nicola Rossi-Lemeni o Fernando Corena, en no sé cuántas producciones. También, en algún tiempo, representé a un grupo de cantantes mexicanas en giras por el Oriente. Pero lo más importante fue que así pude conocer a Carlo, el gran amor de toda mi vida. Desde que nos vimos, nunca más nos dejamos.
Al escuchar la devoción y el cariño con que se expresa Gilda, no pareciera que el barítono chileno (1895-1970) haya desaparecido hace tres décadas y media. Su presencia subsiste con intensidad en todo el ambiente y acaso vivifica a la mujer que iniciara en 1980, como un homenaje a su memoria, el certamen nacional de canto del que han brotado un cúmulo considerable de artistas líricos en México.
—Esta niña es una latosa, Xavier, me está dando mucha lata —acusó en tono lúdico a Lulú, nuestra fotógrafa, durante la primera parte de la sesión fotográfica, en la que la entrevistada posó y sonrió con una mirada evocadora, llena de significaciones que no lograron cubrir sus anteojos. Y luego nos sentamos a conversar, en exclusiva para los lectores de Pro Ópera, sobre lo que ha sido el concurso a lo largo de estos 25 años, durante sus XXII ediciones. Pero no se trató de una entrevista común. Aunque no me lo dice, la señora Gilda Morelli hubiera preferido no hablar delante de la grabadora. Por eso, a la primera oportunidad, se levanta para mostrarme algunos documentos de entre sus archivos y nuestro diálogo, fragmentario en ocasiones por el repaso de anécdotas múltiples, continúa por varios rincones del apartamento y adquiere el matiz de una entretenida y amena plática si bien no informal, sí amistosa en la que preguntas y respuestas se fusionan. Escuchemos pues, a nuestra entrevistada, en primera persona:
—Lo que yo hice, con todo el cariño y amor a mi esposo, fue retomar su idea de ayudar a los jóvenes cantantes. La ilusión más grande, con la que por desgracia se quedó Carlo Morelli, fue la de formar una compañía de ópera experimental. Sin grandes pretensiones. Sin pensar en producciones fastuosas ni nada por el estilo, pero que diera oportunidad de trabajar a todos los jóvenes mexicanos, por lo menos una vez a la semana, 40 semanas al año. No pudo cristalizarse la idea, porque cuando estaba a punto de concretar el proyecto, lo sorprendió la muerte, y se desbarató el asunto.
Después de algún tiempo, me pregunté qué podía hacer por ellos, por mi esposo y por el proyecto. Y se me ocurrió que, en lugar de hacerle un monumento con mármoles a Carlo Morelli, era mejor hacérselo con el ímpetu, la armonía y las vibraciones de los muchachos, a través de la música. Ésa fue mi idea.
Por eso mi insistencia de tantos años. Creo que ha sido un gran resultado que no yo, sino los críticos, los directivos de Bellas Artes y el propio público, pueden avalar. Pienso que ha valido la pena. He molestado a mucha gente que en buena medida ha correspondido con gran interés, afortunadamente, y el concurso ha llegado casi a 25 años de existencia, sorteando diversas administraciones de la república, directores del Instituto Nacional de Bellas Artes, funcionarios de la Ópera, y los resultados para el arte lírico de México me parecen muy buenos.
Será muy presumido decirlo si se quiere. Lo cierto es que muchos jóvenes han tenido la posibilidad de darse a conocer, de iniciar una carrera, si no tan maravillosa como la han desarrollado algunos, otras regulares, unas mediocres, se han dado el lujo de concursar, de ganar o de perder, de luchar y de seguir trabajando.
¿Cómo materialicé el proyecto?, ¿Cómo concreté la primera edición del Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli? Bueno, durante años había tratado de hacerlo, aunque no había tenido éxito. Nadie me hacía caso. Hasta que la señora Nora Barabino, quien era amiga mía y también de doña Carmen Romano de López Portillo, nos invitó a comer a su casa, con el supuesto de que tal vez a la primera dama del país sí le interesara mi proyecto, pues sabíamos de su gusto por el arte.
Ahí estuvimos las tres señoras solas en la comida. Le expuse a doña Carmen mi idea, mis porqués y le encantó. Gracias a ella se hizo el primer concurso. Me mandó con el ingeniero Elías, que en ese entonces estaba en Fonapas, antecedente del Conaculta, y se echó a andar el proyecto. Ellos dieron el dinero. Bellas Artes puso la sala y la orquesta. Todo de maravilla los primeros tres años, 1980, 81 y 82, gracias al apoyo de la señora Carmen Romano.
Pero vino el cambio de sexenio y se amoló el asunto. Fue necesario ponerme a trabajar muy duro para sobrellevar los celos oficiales que en ese entonces eran muy conocidos. Por lo pronto, por decirlo de alguna manera, quedé bloqueada.
En 1984, el Palacio de Bellas Artes cumplía 50 años de ser inaugurado y las autoridades realizaron un concurso llamado Ángel R. Esquivel, del que salió triunfadora Conchita Julián. Estuvo bien, pero sólo lo hicieron ese año porque no había nada, ni nadie detrás del certamen.
Posteriormente, para reanudar el Carlo Morelli, hablé con las autoridades del Conservatorio Nacional de Música. Me dijeron que sí, aunque también que no tenían dinero, de tal manera que en papel manila, con letras chuecas, hicimos la convocatoria. Los premios los puse yo.
Mucha gente me expresaba: “¡pero cómo de tu bolsa!” Mi explicación era obvia: en lugar de una pieza de mármoles en el cementerio, deseaba hacerle a mi esposo un monumento vivo y que ayudara a los jóvenes. Eso fue en 1986. En el 87, un porcentaje de los premios me lo dio Héctor Vasconcelos de parte del Fonca. Así se llevó al cabo el concurso igual que en el 88.
Seguíamos en el Conservatorio, hasta que en el 89 me permitieron usar la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Y en 1990, que eran 10 años de haber iniciado el certamen, reanudamos con la orquesta y en el teatro. Desde entonces se ha podido continuar, con alguno que otro tropiezo que de repente me he tenido que sobar. Pero gracias a Dios, cosa que nunca creí posible, estamos llegando a un cuarto de siglo con este concurso, que más que mío se ha vuelto institucional, porque Gilda sola no habría logrado darle esta magnitud.
El único mérito, como siempre digo, por el que me deben premiar con una medalla de hoja de lata, es mi necedad. Nada más. Pero ha valido la pena. Ahora bien, ¿qué es lo que se valora y busca premiar en el Concurso Nacional de Canto? El maldito conjunto, como decía don Rómulo Ramírez. Ni más, ni menos. Desde luego, valorar a un cantante es muy difícil, porque se vuelve muy subjetivo. Lo que a Perengano le gusta, a Zutano puede no gustarle y a Mengano parecerle maravilloso.
Aun así, hay una tónica, por llamarle de alguna manera. Un cantante, en especial de ópera, necesita varios requisitos. Desde luego, la voz. Pequeño detalle, ¿verdad? Musicalidad, afinación, dicción, personalidad, interpretación. Este último aspecto es muy importante porque se puede cantar muy lindo, pero si no se interpreta y transmite, el canto mismo pierde mucho sentido. No es fácil reunir el maldito conjunto. Porque hay cantantes de voces muy bonitas que emiten perfecto, pero sólo en eso se quedan. Y otros, como mi querido y adorado Plácido Domingo, de repente desafinan y hacen lo que se les pega la gana, pero te maravillan por completo. Lo mismo ocurría con Di Stefano. Cuando cantaba, una podía decir “desafinó”, pero qué importa la desafinación si es el Rodolfo o el Cavaradossi que he soñado. El maldito conjunto muy pocas veces se da en un cantante. Y cuando se da, estamos ante una auténtica estrella. Ahí está la Callas, por ejemplo.
Claro que he escuchado eso de que somos complacientes para otorgar los premios, pero es falso. ¡Nunca, como concurso, lo hemos sido! En todo caso, los veredictos, cada año, son responsabilidad del jurado, que siempre ha contado con libertad absoluta para elegir a los ganadores. Decir que el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli es complaciente, me parece muy aventurado y subjetivo, pues en cualquier caso se premia lo que se considera más destacado.
Pero así como el jurado de algún año pudiera juzgarse más flexible en su decisión, hay otros que resultaron tan estrictos que no premiaron a nadie. En esto último tampoco estuve de acuerdo, porque además de utilizar computadoras para sus conteos, lo cual es un tanto frío para valorar a un cantante, adoptaron un carácter de divismo en el que nadie merecía nada. Y no se trata de eso: ése no es el objetivo del concurso. Por lo demás, me pareció un poquito contradictorio porque se supone que ya habían hecho una preselección de los finalistas y resultó que en el concierto final no había alguien que mereciera el premio. Sin embargo, se respeto la decisión de esos jurados.
¿Que se dice que los miembros del jurado no son profesionales de la voz? Quizá no, pero procuramos invitar a gente inmersa en el mundo del canto y la ópera, cuyos conocimientos sobre el género resultan evidentes e incuestionables. Son personas que han visto mucha ópera, tienen discotecas gigantescas y su visión artística es admirable, que de inmediato saben reconocer una voz con potencial.
No hemos tenido maestros de canto porque un cantante puede tener una técnica distinta a la que ellos enseñan a sus alumnos porque consideran que es la correcta. Es decir, pueden existir prejuicios para valorar a un joven que no mata las moscas como ellos creen que deberían matarse. Tampoco solemos invitar cantantes un poco por la misma razón. Alguna vez han estado, entre otras, Gilda Cruz- Romo, Ernestina Garfias o Mignon Dunn, pero como situaciones extraordinarias, ya que no han vuelto a ser invitadas.
¿Qué proyección tuvieron los primeros ganadores del Morelli, en qué se beneficiaron de haber ganado? El resultado ahí está. ¿A dónde fue a parar Ramón Vargas? Claro que también luego depende de la personalidad, de la vida y del trabajo del cantante. Porque ciertamente a lo largo de estos veintitantos años muchas lindas voces se perdieron. Otras andan por ahí de maestros o en los coros. Lo cierto es que mucha gente ha tenido la oportunidad. Aunque no todos han sido Ramón Vargas o Rolando Villazón o Lourdes Ambriz o Jesús Suaste o Gabriela Herrera o Carlos Almaguer.
Y, además, yo pregunto: ¿En la primera mitad del siglo XX, a nivel mundial, cuántos Carusos había en los escenarios? ¿Cuántos Plácidos, Pavarottis o Carreras aparecieron a lo largo de 40 años? La respuesta es obvia. Por eso creo que si en México, sólo en los últimos 25 años, unos cuantos cantantes espléndidos arrancaron sus carreras en el Morelli, ha valido la pena y ha sido un logro del concurso. Aunque algunos luego ya ni se acuerden de nosotros por andar en todo el mundo.
Los ganadores del Morelli, de 2004, además de una medalla y un premio en efectivo, saltaron directamente al escenario a los papeles protagónicos de La fille du régiment. Igual que en su momento lo hiciera Graciela de los Ángeles, cuando se le encomendó una Lucia di Lammermoor. Aunque los primeros ganadores también tuvieron suerte: María Luisa Tamez, Lourdes Ambriz, Ramón Vargas, porque Rómulo Ramírez estaba al frente de la Ópera y los metió a trabajar de inmediato, aunque fuera en pequeños papeles. ¿Qué edad tenía Ramón? Tenía 22 años y era importante que estuviera sobre el escenario. Violeta Dávalos, Jesús Suaste y todos los demás igual tuvieron mucho trabajo que hacer. Rómulo les dio la oportunidad. Unos se fueron, otros se quedaron, pero eso dependía mucho de las circunstancias y aspiraciones muy personales de cada quien. Cuando otros directivos estuvieron al frente, traté de acordar con ellos un plan de trabajo para los ganadores dentro de las temporadas de la Compañía Nacional de Ópera. Todos me decían que sí, pero, como la canción, no me dijeron cuándo. Sin embargo, yo les decía a los muchachos que el premio más grande para un joven cantante es pararse en el escenario de Bellas Artes, con la orquesta, el director y la sala llena, para ofrecer su arte y conquistar el aplauso del público. Eso es algo que muchos cantantes de generaciones pasadas soñaron y nunca tuvieron.
¿Qué pienso sobre el premio que daba Ramón Vargas y terminó por retirar del concurso? Me dolió mucho. Sus palabras me lastimaron con profundidad y es algo de lo que no acostumbro, ni me gusta, hablar. Sus declaraciones me sorprendieron, sobre todo viniendo de alguien como Ramón, tan entusiasta y que siempre mostró su apoyo al concurso. Estoy segura de que fueron malos entendidos que le hicieron saber terceras personas. No me interesa señalar exactamente quién, pues él ni siquiera estuvo presente en aquel concierto en el que se suscitaron las diferencias y no supo lo que pasó.
Por lo que respecta a los principales obstáculos o retos que se deben superar año con año en lo que se refiere a la parte organizativa, puedo destacar la conservación del sitio. Debe hacerse una serie de trámites medio burocráticos. Por lo que toca a los premios, debo andar, no es la palabra, lo digo de broma, como pordiosera, pidiendo parte al Fonca, al Conaculta. Lo demás me lo aporta Bellas Artes.
En ese sentido, me gustaría que fuese un concurso institucional, de Bellas Artes, que prácticamente ya lo es porque, fuera del dinero que me da el Fonca, el INBA lo pone todo. Con ellos se hace el papeleo de las inscripciones y ponen también a los pianistas.
Pero volvemos a lo mismo. No puede ser que nos preguntemos si dentro de dos años el concurso se seguirá llevando a cabo. Si ya no estoy yo, ¿se acabó el concurso? Eso yo misma quisiera saberlo. Y creo que debe trascenderme. Hay mucha gente que pudiera continuarlo. Especialmente dos personas: Francisco Méndez Padilla y Enrique Patrón de Rueda. Este último ha estado desde el primer concurso, con mucho amor y cariño, a excepción de una o dos veces que, por compromisos en el extranjero, no ha podido. Mi deseo es que el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli se institucionalice formalmente, pero que no se burocratice.
Por esta razón, mi siguiente paso será renovar la asociación civil de la que depende el certamen para que pueda mantenerse como una entidad de la sociedad, aunque con un respaldo gubernamental que no tenga límites sexenales. Porque me invade mucha satisfacción abrir una revista o un periódico y encontrar críticas o reseñas sobre cantantes que surgieron a partir del Morelli. Aunque, enfatizo, quizá algunos de ellos ya no se acuerden de este concurso ahora que tienen sus carreras desarrolladas. Pero si es así, si han logrado un nombre en el mundo de la ópera, el Morelli cumplió su misión, pues permitió que empezaran a presentarse profesionalmente en un escenario. A lo mejor en pequeñísimos papeles, pero creo que para los muchachos que quieren iniciar, lo importante es contar con un escenario que les permita mostrar sus cualidades. Y eso se ha cumplido.
Mi estimado José Noé:
ResponderEliminarcon pesar profundo y pena leí esta mañana la noticia del deceso de la maestra Gilda Morelli. Me encuentro ahora en Japón haciendo una gira de una ópera japonesa llamada Yuzuru en la que están involucrados otras dos personas que, como yo, llevan el sello "MORELLI" en sus carreras: se trata de Encarnación Vázquez
( protagonista de esta ópera ) y Angel Ruz (tenor de la misma producción ). No pude evitar el darles la noticia a la hora del desayuno, puesto que estaba yo muy consternado.No era quizás el momento para dar dicha informacion sobre todo poco antes de comenzar los ensayos de hoy pero lejos de lamentarnos fue mas bien una motivación para dar lo mejor de nosotros hoy , conmemorando asi a tan MARAVILLOSA persona que nos apoyó y creyó en nosotros en un momento para proveernos de un trampolín que nos ha traido hasta acá ahora.
Algo que si lamento es no haber podido estar más cerca de ella estos últimos tiempos. Créanlo o no, siempre me recordaba y llamaba por mi segundo nombre el cual le encantaba: "¡¡HUITZILIHUITL!!" me gritaba ella cuando la veía por los pasillos de Bellas Artes y la saludaba.
Naturalmente hubiera sido imposible estar en su último adiós, sin embargo ello no me impide guardarle luto y dedicar estas funciones a su memoria.
Mi más sincero pésame.
Descanse en paz, Gilda Morelli.
Josué Cerón. Barítono
Querid@s amig@s:
ResponderEliminarA todos aquellos que no lo saben, quiero comunicarles que Manina, mi tía, Licha, Gilda, la Maestra Morelli, como quiera que ustedes la conozcan, se fue a cantar con mi tío al otro lado de la vida. Murió el pasado viernes 29 por la tarde.
A los que sí se enteraron, pudieron acompañarnos y ayudaron a que el tránsito estuviera lleno de flores, amor, música, souvenirs para el viaje de parte de sus nietos y el canto de algunas de las voces por las que tanto luchó; voces de sus hijas musicales que, por el amor que ella les tuvo, nos agrupan en una misma familia a su hermano y cuñada, sus sobrijos, sobrinos y todos sus amigos.
¡GRACIAS, MUCHAS GRACIAS por hacer que la magia se diera aún con la tristeza de la despedida! Estoy segura de que su espíritu disfrutó esa despedida con la intensidad con que disfrutaba los conciertos y galas de sus triunfadores.
A PARTIR DE HOY, LUNES 1 DE SEPTIEMBRE se realizará el novenario de misas en la Iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza a las 7 p.m. (es la Iglesia que está sobre PERIFERICO a la altura de PERISUR, una estructura enorme que creo que es un angel aunque hay ángulos en que parece una nave espacial) Con todo nuestro amor, La familia.
Beatriz Moreno
OJALÁ PUEDAN AYUDARME A DIFUNDIRLO
Gracias
hola, josué. en efecto, la noticia del fallecimiento de doña gilda fue muy triste y lamentable. pero sí, qué bueno que su espíritu de ayuda e impulso a los jóvenes talentos nos quede como un ejemplo para seguir en la lucha diaria.
ResponderEliminarqué bueno que ahora que están allá por japón, dándoles ópera japonesa a los japoneses, en especial huitzilíhuitl, se acuerden de la maestra que les dio esa posibilidad de una primera vitrina operística, que les habría de permitir brincar a desarrollar sus carreras.
un abrazo a todos por allá.
El sábado 30 de septiembre se despidió con una Misa y un Homenaje de cuerpo presente a la maestra Gilda Morelli.
ResponderEliminarTres de las cantantes ganadoras del Concurso de canto por ella fundado interpretaron diversos obras en honor de la fallecida.
María Luisa Taméz, Caridad Acosta y Violeta Dávalos acompañadas por un teclado que tuvo como pianistas a la tambien soprano Alicia Cascante y al músico José Areán.
Aunque no faltó tambien alguna otra cantante que disgustada decía que era un velorio y no una audición. Susceptibilidades humanas.
Motivo de reflexión y análisis que hechos como este sentido deceso de quien tanto impulsara la ópera brindando apoyo y oportunidades a los jovenes cantantes mexicanos, muchos de los cuales ahora realizan una solida carrera profesional en el extranjero, no tengan ahora oportunidad de desarrollarse en su propio país.
Esfuerzos loables como el de Gilda Morelli valen más que discursos y huecas palabrerias retóricas de los funcionarios culturales surgidos del medio que jamás aparecieron a dar muestras de su duelo.
¿el 30 de septiembre, manuel? jajajajá. ¿dónde está el rigor con el que hablas las cosas?
ResponderEliminary, por otra parte, no hay que ser tan fijados en que tamez, acosta y dávalos hayan cantado en el velorio de la maestra gilda morelli. son cantantes y quieren cantar. y, si no es en este caso en el velorio, ¿dónde más? ¿en las temporadas de ópera que no tenemos? al paso que vamos terminarán haciéndolo en la calle. así de mal está todo.
El rigor del que hablas Noecito querido está en los hechos, en la triste y pauperrima realidad operística (que no operática) que se vive en México por más que se empeñen en hacernos creer lo contrario los Proóperos blandengues
ResponderEliminary los funcionarios corruptos que cobran sín trabajar. Equivocar una fecha que cualquiera logrará adivinar que es un mero lapsus brutus y desdeñar la crítica si no proviene de tí mismo me parece no solo inocente y pueril sino que grotesco y pedante. Lo real se nos presenta ante ante nuestros ojos en toda su crudeza traten de minimizarlo los defensores a ultranza de un sistema de hacer (más bien NO HACER) cultura. Como el mismo gobierno has de pensar que vamos "por el rumbo correcto". Allá tu y tus compinches. Si no entendiste nada es tu problema. Sigan aplaudiendo como focas a los causantes del desastre. Complices decadentes que pecan tanto deteniendo la pata de la vaca asesinada. Gilda Morelli tiene clase y era una dama. Nunca fue fatua y presuntuosa. Esa era su más grande virtud: la sencillez.
A petición de Ramón Vargas.
ResponderEliminar---------------------------
Gilda Morelli y su concurso fueron un parteaguas en nuestro mundo operístico nacional. Su entrega, su generosa e insistente decisión de que el Concurso Carlo Morelli siguiera vivo aun en momentos de dificultad, fueron definitivamente importantísimas para varias generaciones de cantantes en nuestro país.
Quiero comentarte que mi decision de ser cantante de ópera, nació en la final de uno de sus concursos, cuando quede de finalista con "solo chicas": Maria Luisa Taméz, Encarnación Vázquez, Lourdes Ambríz, Josefina Florez, Marisol Fuentes, Angélica Uribe y por ahi alguien más que se me escapa... (pido perdón, pero ya pasaron mas de veinticinco años).
El premio para mi fue cantar con la orquesta, que en esa ocasión fue dirigida por Ramón Shade: "Dei miei bollenti Spiriti" de la Traviata y "Il mio tesoro intanto" del Don Giovanni, creo que fueron las arias que interpreté para esa Gala.
Ahi fue, en el escenario de Bellas Artes, con su orquesta y con su público, a la mitad del aria que me dije: "Esto me gusta, esto quiero hacer siempre"... Y asi ha sido, hasta ahora.
No quiero decir que sin el Concurso Carlo Morelli, no hubieran habido cantantes en México, pero sin duda con este, fue mas fácil y motivante.
Cada año que empezaba despues del Concurso, era un período de preparación para "el próximo"... así florecieron talentos en México, con la esperanza de participar y llegar a la final, en el único concurso que mantuvo trayectoria y constancia en México.
Todo esto fue gracias a Gilda... ahora y siempre la recordaremos desde nuestra memoria y nuestros corazones le mandamos un Adios y una vez mas, nuestro agradecimiento.
Ramón Vargas
gracias, manuelito, x el comentario de ramón vargas, el segundo ganador del carlo morelli, que es muy ilustrativo. sólo nos gustaría saber por qué razón retiró el premio que otorgaba del concurso. mero interés periodístico, pues ya ves que, leyendo la entrevista con la maestra morelli, ella afirma que esa acción le dolió muchísimo. en fin, quizá nunca lo sabremos.
ResponderEliminarx cierto, manuel, nadie aquí ha desdeñado tu "crítica". pero lo que sí es que ya weba con tu discursito gastado de que los proóperos o los funcionarios, o el gobierno, etc, son un compló que te quiere engañar. la triste realidad es que tus supuestas tremendas críticas (de las que en realidad nunca te has atrevido a publicar nada), no creo que les interesen a ellos, cuando lo cierto es que muy difícilmente les interesan a tus amigos. o a alguien.
además, weba doble con tu discursito, porque aquí la idea era hablar del adiós de la maestra morelli, no de los fantasmas que te agobian.
un saludote.
Mi querido Don Noé: Usted como periodista ha entrevistado a Ramón Vargas en diversas ocasiones y nunca se atrevió a preguntarle sobre el asunto que aquí apunta del retiro del premio con su nombre
ResponderEliminaren el Concurso. Tampoco lo hizo cuando fue factible con los funcionarios de la cultura, concretamente Sergio Vela, pues José Areán no quizo que usted lo entrevistara y por ese veto fue su amigordo Charles Oppenheim quien lo entrevistó a modo en la revista PRO ÓPERA. El hecho de que a usted no le interese el manejo de los recursos públicos nacionales pagados con sus impuestos y los míos no quiere decir que a nadie más le interese. Es precisamente lo que ellos pretenden: el silencio o la adulación. En ambas virtudes son expertos aquellos a quienes usted defiende y pertenece. La falta de voces críticas es lo que conviene para que siga prevaleciendo la impunidad de la que no quiero ser parte: otros ya apostaron por lo opuesto. ¿Usted de que lado se coloca?. Y la muerte de Gilda Morelli debe servir tambien para el análisis de nuestra situación en la ópera. Un Concurso por ella fundado que tantos cantantes ha dado y que por paradójicas circunstancias tendrán que cantar, como usted apunta en su comentario anterior, si bien les va "en la calle". O en el callejón de la amargura donde algunos viven.
Lo saludo con afecto.
Y una aclaración al margen usted que es tan rigorista y puntilloso.
ResponderEliminarRAMÓN VARGAS fue no el segundo sino el TERCERO ganador del Concurso CARLO MORELLI, en 1982.
Los dos anteriores fueron Victor Manuel y María Luisa. ¡Salud¡