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jueves, diciembre 09, 2010

Fidelio en Bellas Artes: Milagros inesperados

FOTOS: Lázaro Azar

publiqué hoy en El Financiero un texto de opinión (texto de opinión, ya que algunos discuten en buena y mala si lo que escribo son críticas, reseñas, artículos, crónicas, editoriales... en todo caso, son lo que son: un escritor-periodista hace textos. y yo agregaría que en estos tiempos cada día me da más lo mismo dónde deban clasificarse, porque soy feliz con la libertad de los híbridos, así que...). éste es sobre el fidelio de beethoven, con el que la cno reabrió operísticamente el teatro del palacio de bellas artes: bien! coloco a continuación el director's cut de mi texto, aquí dedicado especialmente a aquellas almas ceremoniosas que hoy me llamaron para hacerme notar que me leyeron en papel. eso.


Periódico El Financiero
Jueves 9 de diciembre de 2010
El Fidelio mexicano

Milagros inesperados
x José Noé Mercado

1
Ene cantidad de obras literarias, cinematográficas, operísticas, se desarrollan en una prisión. Tras las rejas se convocan múltiples historias de brutalidad o injusticia, esperanza y humanidad. En la cárcel, por ejemplo, Andy Dufresne oculta bajo un afiche de Rita Hayworth su sueño de fuga; ahí Don José Lizarrabengoa narra, en flashback, su idilio con Carmencita; Mario Cavaradossi recuerda el brillo de las estrellas, besos dulces y caricias lánguidas y Maddalena di Coigny toma el lugar de Idia Legray para ser guillotinada junto a su amado poeta Andrea Chénier.

En su momento contemporáneo como hoy Julian Assange y WikiLeaks, Ludwig van Beethoven también utiliza una cárcel (Sevilla, finales del XVIII) para ubicar Fidelio, su única ópera, cuyo estreno de la versión definitiva tuvo lugar en Viena, Austria, en 1814.

Con música a ratos monótona, pero bella por su transparencia e importante por su tránsito del clasicismo al romanticismo, Fidelio aborda las razones políticas para el encarcelamiento, la represalia a las voces críticas que señalan al poder corrupto y el amor y la fidelidad como salvación.

O sea, de lo más actual.

2
Después de 688 millones de pesos y 27 meses cerrado para su remodelación, el Teatro del Palacio de Bellas Artes reabrió su telón operístico el 5 de diciembre para una nueva producción de Fidelio, también con funciones 7, 9, 14 y 19 de este mes.

La dinámica escenografía de Jorge Ballina recreó la atención del público al dar un contexto estético a la trama y disponer el espacio escénico para crear profundidades, perspectivas, relieves y dimensiones anímicas, asunto raro en la Compañía Nacional de Ópera, en la que todo suele ocurrir a ras de suelo.

La puesta en escena de Mauricio García Lozano logró un planteamiento conceptual de las claves del argumento. En armonía con el vestuario de Jerildy Bosch, lo hizo con gusto contemporáneo, tendiente a lo significativo y vinculante. En colores, en la sustracción y encarcelamiento de ellos. De sus voces que temen, como en México, como en su ambiente lírico, donde las rejas personales y los barrotes del sistema hacen callar y doblarse ante el poder.

García Lozano acertó en su propuesta, aún si se considera un par de peros en pasajes que caricaturizan el dolor. Puesto que el dolor, para que duela y cobre sentido, debe doler. No hacer reír como, en efecto, muchos siervos del sistema.



3
La soprano rusa Elena Nebera interpretó el rol protagónico, con una emisión siempre a full, sin matices, tensa, que se mostró en la irregularidad de los ataques y en la estridencia de su registro alto que no culminó en un grito de libertad de su personaje, sino de ella como cantante.

La trayectoria del maestro Francisco Araiza, sin duda el más legendario tenor mexicano de las últimas décadas, dificulta hablar de su Don Florestan sin parecer irreverente. Caracterizado casi como Beetlejuice, con una voz cuya técnica no alcanza ya a evitar gallos y una emisión guturalmente ensanchada, lo que más parecía decir es que inevitablemente los años, acaso los mejores, han pasado.

Mientras Araiza cantaba cada vez con menos aire “Gott! Welch dunkel hier”, podía reflexionarse que escasos artistas tienen el temple de verse a sí mismos en el ocaso y seguir siendo grandes. El enorme Clint Eastwood da lecciones de ello en Space Cowboys, es de Oscar en Unforgiven e insuperable en Gran Torino. Pero los Clint, ya se sabe, no abundan en la ópera.

4
El bajo-barítono Carsten Wittmoser (Rocco) y la soprano María Alejandres (Marzelline) aportaron el canto más honesto y encomiablemente musical de la función, con frases cálidas, cuidadas, y buen desenvolvimiento histriónico. Si por algo Alejandres llegó a esta producción recién debutada de Covent Garden.

El tenor Emilio Pons (Jaquino) y el bajo Rubén Amoretti (Pizarro) también tuvieron una actuación destacable, en contraste con el bajo-barítono Guillermo Ruiz (Don Fernando), quien pese a lo breve de su papel fue abucheado.


5
Un punto muy alto en la presentación lo puso la batuta del croata Niksa Bareza. Sus tiempos, la imagen sonora buscada, el entendimiento de las voces, el trabajo al frente del Coro (preparado por Xavier Ribes) y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, resultaron admirables.

6
El equipo creativo igual fue abucheado por una minoría representativa. Mal. Bastante hizo esta propuesta con salir de telones, decorados y todos esos elementos que extasían a la vieja guardia. Bien. Se trató de una producción muy por arriba de lo que puede verse de común en México, incluso al nivel de muchos teatros internacionales. Y para como están las cosas en la CNO, donde no hay ni director fijo, si días antes el maestro Araiza aseguró en entrevista que la ópera en México es “una catástrofe total”, ello no es logro menor.

Este Fidelio mexicano, aun sin John Coffey ni Mr. Jingle, pudo llevar el título en español de otra gran obra que se desarrolla tras las rejas: Milagros inesperados. Porque, ¿acaso fue algo más?

5 comentarios:

  1. Anónimo05:50

    Gran post. No se puede esperar a leer los siguientes:)

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  2. Manuel Yrízar13:04

    Discutibles y criticables algunos puntos de la crónica de Mercado. Quienes asistimos al renovado teatro Blanquito constatamos que Francisco Araiza es sin duda ninguna nuestro cantante dentro de la cuerda tenoril más importante que ha dado México. Atrofiados o sordos o simplemente jodedores los oídos de Noecito que escuchó "Gallos" en su mente desquiciado o en su cerebro imaginativo de novelista. En la función prima Araiza no emitió ningun sonido que por metáfora lleva el nada elogioso nombre del que le cantó tres veces a San Pedro para que se arrepintiera de su pecado mortal triple de negar a su Redentor. Mercado quiere apantallar y sentirse muy chicho o muy chido. Iconoclasta trasnochado y bastante "Demodé" el periodista-escritor se pasa de tueste y demuestra un profundo desconocimiento de la terminología y la técnica vocal de la que Araiza dicta cátedra. Es un maestro. Un profesor. Y un extraordinario artista. Gran intérprete. No hubo ningun "GALLO". Lo soñó noé. Injusto sueño. Muy distintos a los de su casto tocayo bíblico José. Aún así el texto se deja leer. Pretenciosamente erudito y culterano y plagado de citas y guiños cinematográficos que gritan "¡Que culto soy¡" aporta este texto de JONOMERC algun punto de vista, siempre subjetivo, que reviste algun interés.

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  3. manuel querido
    gracias x pasar a leer
    y x tu comentario.
    celebro tu difícil labor
    de negar lo evidente no sólo
    de hoy, sino de años. si en el deber
    de tu defensa -me gustaría creer q
    autónoma-,
    se mide la amistad, supongo
    que eres un gran amigo,
    pero no el más sincero ni veraz.
    nada raro en ti.
    ahora como antes, por otro lado, la cultura está
    linkeada, interconectada y, como el amor, dicen,
    el dinero, la clase, o en algunos casos lo embustero,
    no se puede ocultar.
    tú demuestras lo que eres. y yo, mal que mal,
    también. un abrazo cinépata
    a tan apreciado, embustero y bíblico operópata.

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  4. Benito07:23

    Gracias por tu texto, apreciable amigo.

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  5. Que acaso no es posible lograr una funcion redonda en este pais? La espantosa incultura en la que se debaten nuestros nuevos "intelectuales a lo Paty-Luuuuuu" ha destruido la cultura nacional.

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