Aquí una entrevista que me realizó Uriel Rodríguez hace un par de meses sobre mi novela Backstage. Y defínitivamente: Fausto le debe más a Capcom, que a su familia. Está más agradecido con Konami, que con muchos de sus amigos que lo han traicionado. Gracias a Uriel por haber captado-publicado ese sentir de Fausto, a partir de nuestra conversación. :)
Agosto de 2012
Por Uriel Rodríguez M.
Crítico musical con más de una década de
experiencia, José Noé Mercado ha publicado su primera novela, Backstage, bajo el sello Tierra Adentro de Conaculta, una obra ácida que muestra
el lado burdo del mundo de la ópera mexicana
El Fausto
de Backstage parece no tener ninguna
relación con el “Fausto” clásico.
Fausto es un
personaje literario, mítico y operístico que simboliza el vano intento de
conocer y adquirir el conocimiento del mundo. Al final te das cuenta de que ese
intento no sirvió de nada porque desperdiciaste –hasta cierto punto– tu vida
tratando de adquirir lo que al final de cuentas no te va a servir de mucho.
Fausto me sirvió para simbolizar eso de nuestra época. En el fondo hay mucho de
banalidad.
¿Cómo es
que tienes esta perspectiva tan desolada de la apreciación de arte?
Quería
ubicar mi novela en la época contemporánea, en lo que suele llamarse posmodernismo
o modernismo líquido, por eso recurro al cuestionamiento, a la
incertidumbre, pues es clave, ya que hay incertidumbre de los grandes
conceptos, y uno de ellos es el arte, el arte que durante muchos siglos fue
visto, no sólo como una manera acabada de expresión cultural, sino como un mito
que lograba darle consuelo existencial al ser humano. Por eso usé el ámbito
operístico, considerando que durante casi 400 años fue el género artístico por
excelencia de la cultura occidental.
¿No
consideras como una condición humana esta superficialidad sino como una
consecuencia del tiempo?
Al revisar
la historia de la ópera, de la literatura, se ve que la gente tenía más tiempo.
Cuando te encuentras con una ópera que duraba seis horas quiere decir que la
manera de concebirte dentro del universo era distinta, con la sociedad, con la
familia. Ahora vivimos en una época de estrés, de constante movilidad, en donde
es muy difícil permanecer, lo que sí tiene que ver con ese condicionamiento que
te da la época.
En
Backstage hay un periodista lleno de frustraciones, rémora de un grupo de
artistas endiosados en sus propias limitaciones, ¿a este tipo de existencias te
refieres al invocar al modernismo líquido?
Claro. Al
momento que tiramos los ídolos, en el momento que los cuestionamos, que los
criticamos, nos damos cuenta también de que tienen una buena porción de barro.
Esa era la idea de Backstage: cómo explorar, probar si eso que a veces
vemos en el lado público tiene relación con la parte no visible. En ese
sentido, Fausto puede ser un reportero frustrado y con muchas debilidades
éticas, pero la ironía es que los demás están peor.
Me llamó
la atención que transcribiste correos electrónicos y que Fausto use un Play
Station Portátil, ¿son elementos que usas para darle un contexto de actualidad?
Son
elementos que muestran que Fausto pertenece a una generación a la que también
ese tipo de manifestaciones culturales le interesan. Fausto dice –y yo estaría
de acuerdo con él– que los videojuegos también son una forma de arte, capaces
de crear mundos dignos de explorar desde el punto de vista estético. El PSP es
un símbolo de esa apertura cultural que tiene Fausto; la cultura no sólo está
en los teatros, en los libros, sino también en aquello que en algún momento se
satanizó como un enervante.
Hay una
generación cuya primera primera pieza clásica que escuchó fue el inicio de Halo
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