Nada, que el martes 10 de octubre el gran Ramón Vargas cantó una gala mozartiana, por aquello de los 250 años de Mozart, en Bellas Artes. Es cada vez más raro verlo en escenarios nacionales, por eso hay que disfrutar su arte cuando viene. Esta vez estuvo espléndido, con deslumbrantes coloraturas y agilidades, con técnica y fraseo sin mácula. La condición vocal de Vargas está en plenitud si bien se conserva fresca, como cuando era belcantista rossiniano o donizettiano. Ha ganado peso y oscuridad en el registro grave y en el centro su instrumento adquirió un timbrado aún más rico. Los agudos siguen ahí, con brillo y redondez. Cantó arias de Don Giovanni, La flauta mágica, El rapto en el serrallo, Así hacen todas (qué raro suena no poner Così fan tutte), La clemencia de Tito, e Idomeneo. La bravura de Vargas sobre el escenario fue en definitiva lo mejor que hemos escuchado desde hace mucho tiempo en Bellas Artes. Como propinas interpretó el Lamento de Federico, y su infaltable Furtiva lagrima.
El contenido vocal de la gala fue transmitido, en exclusiva, ayer en el programa de radio ¡Viva la ópera! de un amigo, Errico Zermeño, quien me invitó para hacer algunos comentarios. Como no tenía mucho qué hacer, diferencia por la que algunas veces atrás estuve impedido de aceptar otras invitaciones, y además es de todos conocido que soy un vargasfan declarado, pues fui con todo gusto. Zermeño trasmite en Opus: 94.5 FM, todos los jueves a las 21 horas, tiempo de ciudad de México.
X cierto que durante la gala le entregaron a Ramón la Medalla de Oro del INBA. La reseña, diríase oficial, con todos los detalles, la escribí para la revista Pro Ópera. Saldrá en noviembre. Así que aquí corto.
Pero bueno, unos cuantos comentarios lastimeros, no más:
Lástima que el Teatro de Bellas Artes no se llenara al máximo. ¿Se llenaría a tope la semana pasada, cuando estuvo la peruana Tania Libertad? A veces los mexicanos damos pena ajena (esa frase tan coloquial es hermosa: no sólo damos pena sino que propiciamos la ajena).
Lástima que muy pocos medios de comunicación masiva dijeran algo, antes o después, sobre esta gala y sobre la medalla con que se reconoció la destacada trayectoria de RaVa. Aunque es lógico, estando tan preocupados, como estamos: yo al menos sí que lo estoy, por si Ludwika anda o no con Pablo Montero, si Plutarco Haza sale como pareja de Claudia Lizaldi o sólo son amigos, si la Chule y LuisMi esperan bebé y para cuándo, o si debemos o no concederle el perdón a Tiziano Ferro puesto que ya reconoció que fue un error haber descrito a las mexicanas como feas y bigotonas.
Lástima que las palabras de Ramón Vargas a punto de iniciar la gala, aludiendo al plantón de la APPO cerca del Senado de la República, y de Bellas Artes, no hayan quedado claras. ¿Fueron a favor, en contra, o en ningún sentido? Esto causó cierta suceptibilidad en algunos sectores del público, ya se sabe cómo está de álgido el ambiente político en México, y en estos días no hay nada peor, al parecer, que hablar de política sin definición. A mi entender, RaVa dijo que al hacer arte podemos olvidarnos un poco de todo lo demás, lo cotidiano, y ya. Pero para el de otros, no dijo eso, sino vaya uno a saber qué. En definitiva, creo, poco importa lo que dijo o no. Lo que importaba de Vargas, en esos momentos, era su arte vocal.
Lástima que la Orquesta del Teatro de Bellas Artes bajo la dirección de Ramón Shade por ratos no estuvo a la altura de las circunstancias. Ni a la altura ni a lo ancho.
Lástima que Sara Bermudez, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, al momento de entregar la presea a Ramón Vargas equivocara el nombre de la medalla. Una pifia más. Ya ni es novedad.
Lástima de organización para entregar la medalla. Se entregó justo cuando terminó la primera parte de la gala (y sin haberlo anunciado), de modo que el público ya iba de salida. Algunos regresaron a la ceremonia, otros no.
Lástima que la medalla se entregue a cada rato. Qué bueno que se entregue a los artistas más destacados de nuestro país, pero debería darse más a desear. Este año, mínimo, he asistido a cuatro o cinco entregas de esta misma presea. Ya hasta perdí la cuenta.
Lástima que, en general, la velada haya sido tan fría. Tan aséptica. Suele pasar eso cuando hay tanta perfección interpretativa y algo se queda sin cuajar. Vaya uno a saber qué.
Pero qué gusto escuchar a Ramón Vargas a todo lo que da y con un programa tan atractivo y lucidor.
Lástima que cuando fui a solicitarle a RaVa que me firmara mi programa de mano, imagen de este post, me lo dedicara, o casi, para noe.com Por supuesto, corrigió. Y ese lapsus queda como una peculiar anécdota así que hagamos de cuenta que lo iba a dedicar a http://josenoemercado.blogspot.com y a sus visitantes. Gracias, pues, Ramón Vargas.
¡Lástima...lástima...lástima¡...Muy lastimado y lamentoso sentimos el tono de la nota de JNM pues la lastimadura que sintió lastimosa la va repitiendo como un estribillo plañidero y lacrimoso. Hay cierto dolor real en las palabras del periodista. No fue el resultado del concierto el esperado por todos. Por mucho que se empeñe el artista en cantar lo mejor posible tambien se requieren otros elementos para que la obra de arte se concrete en su totalidad: la música y la dirección concertadora son esenciales y estos estuvieron muy flojos. el maestro Schade y la orquesta del teatro no lograron unificarse, armonizar, concertar, con el tenor. Parecía que no tuvieron suficiente trabajo anterior en los ensayos para llegar a fusionarse. Cada quien iba por su lado: director, orquesta y cantante (aunque este último sea un gran artista y tenor singular) iban cada quien por donde Dios les daba a entender. Por su cuenta y riezgo el director marcaba unos tiempos pesados y lentos, sin ninguna agilidad ni estilo mozartino, la orquesta lo mal seguía con pesadez elefantíasica no excenta de las pifias tan habituales a las que ya nos tienen muy mal acostumbrados y la magía nunca apareció. El público nada respetable y conocedor negado del asunto se dedicaba a aplaudirlo todo porque de eso se trataba pues caros les costaron los boletos de entrada y no era de buen gusto no aplaudir y dejarse ver lo "conocedor" que soy como me hiciera notar alguien que si lo es.
ResponderEliminarLa ceremonia de entrega de la medalla de oro de Bellas Artes fue deslucida pues la sorpresa, que lo fue casi para todos los ajenos al asunto "secreto" y trascendental, lo fue tanto que muchos ya habian salido y no se percataron de la cermonia mal improvisada. Los discursos repetitivos de las autoridades lucidoras y lucientes que se daban pomada premiando a un artista que honra la medalla pero no a ellos. Justificada totalmente la distinción pero a destiempo y en mal momento político. No fue pues lo que esperabamos pero la voz de Vargas tuvo algunos matices y algunos instantes que nos hicieron sentir la calidad que tiene y que esta vez no brillo tanto a como nos tiene acostumbrados.
Maltiempo este de la cultura que no fue en el periodo gubernamental que termina nada brillante. En la caja de Pandora se quedo dormida la esperanza.