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miércoles, marzo 26, 2008

Messa da Requiem en Bellas Artes (2mil8)


Posteo mi crítica d la Messa da Requiem d Verdi en BA con q inició la Temporada 2mil8 d la CNO. Iniciaron las actividades y eso es bueno, pero igual hay cosas q decir.

Aunq la escribí en su momento, la posteo algo tarde, andaba ocupado. Ésta es, de hecho, la primera crítica q escribí después d terminar 1 gran reportaje (no es pretensión mía o del tema, así se llama el género abordado) sobre la Ópera d Bellas Artes en el sexenio 2mil - 2mil6. El sexenio pasado. El sexenio foxista. Pronto, tan pronto como defienda el gran reportaje ante 1 jurado examinador d sinodales d la Escuela d Periodismo Carlos Septién García, postearé algo por acá.

Apuntes, cifras, conclusiones, obervaciones que se desprenden de ese trabajo de investigación-académico, en breve.

Igual espero publicar en algún lado el texto íntegro, que es algo extenso: + de lo que tan poca ópera podría hacer pensar. Veamos con el tiempo, mientras va la crítica del Requiem:


Messa da Requiem en Bellas Artes
Por José Noé Mercado


Como si presentara actividad operística de sobra, la Compañía Nacional de Ópera que dirige José Areán decidió iniciar su Temporada 2008, casi mes y medio después de iniciado el año, no con ópera, sino con la Messa da Requiem de Giuseppe Verdi. Fueron dos funciones ofrecidas en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, los pasados 7 y 10 de febrero.

La decepción que generó en el público la presentación de un género por otro fue grande. Puesto que, mal que mal, la ópera se espera que venga de la institución encargada de producirla, pues conciertos, galas, misas y demás pueden escucharse con las diversas agrupaciones musicales de la ciudad o el país. Y si bien puede argumentarse que en el mundo algunos teatros o compañías de corte netamente operístico también ofrecen géneros alternativos o, si se quiere, complementarios a la ópera, puede responderse que es además de sus temporadas operísticas, lo que no es el caso de la CNO, que como pocas veces en su historia tiene una oferta operística tan pobre.

La decepción, tal vez, pareció tan severa porque, por si lo dicho fuera poco, el nivel artístico general que se ofreció en este par de funciones fue limitado. O lamentable. O triste. O musical y vocalmente desangelado.

O todo lo anterior.

Lo más rescatable fue la participación del bajo Rosendo Flores, seguro, confiable, con una voz apuntalada que sorteó los retos de la partitura. Pero la buena actuación de un artista no siempre salva el resto de una velada, ni pudo evitar, por ejemplo, las pifias de emisión vocal, el descontrol canoro y estilístico, la frialdad interpretativa de la soprano importada de Italia Francesca Scaini. ¿Quién la trajo? ¿Por qué se creyó a ciegas —o sordas— en las recomendaciones que seguramente se hicieron de ella para ser contratada? No hay nada de criticable en que se importen cantantes, siempre y cuando su nivel y desempeño lo justifiquen. Pero la realidad, en este caso, puede entenderse con el comentario que me hizo una cantante mexicana, acercándose a mí a medio camino entre la irritación y la pesadumbre, al final de la primera función: “Aquí estamos en el teatro, entre el público, por lo menos tres sopranos que podíamos haber cantado mejor o, ya de perdida, igual de mal que la Scaini. ¿Por qué, entonces, importarla y hacer a un lado a las mexicanas?”.

La voz de la mezzosoprano Grace Echauri se desinfló a partir de la mitad de la obra. Desde ese momento, la cantante comenzó a quedarse sin aire, sin volumen, sin brillo y a la vez sin oscuridad en su instrumento, a frasear ya sin intención y, en general, con poca solvencia en su canto. “Qué pena, pues empezó muy bien”, afirmó a su pareja un aficionado durante el tibio aplauso que le brindó a la cantante, concluida la obra. Y, sí. Es una pena, pero ya se sabe que en la lírica más que empezar bien, lo importante muchas veces es cómo se continúa y, sobre todo, cómo se acaba de interpretar una obra.

La parte de tenor fue encomendada al joven Diego Torre, que nuevamente demostró su potencial que con toda seguridad desarrollará de a poco en la medida en que gane experiencia en los escenarios. Es una voz con cualidades, cierto, pero requiere ya de pulir su línea de canto, de perfeccionar su fraseo. De interiorizar más lo que está cantando para luego transmitirlo con inteligencia vocal e interpretativa de por medio.



El Coro del Teatro de Bellas Artes, que en 2008 celebra 70 años de existencia, fue dirigido esta vez por el padre Xavier González, una personalidad, sin duda, en el ambiente lírico de nuestro país. Su dirección huésped fue para homenajear su longeva y destacada trayectoria. Lo cual es justo y merecido. Pero, ¿cómo se le encarga la dirección del coro a alguien que apenas, y no sin ayuda, pudo subir al escenario para recibir aplausos? ¿Qué trabajo, qué resultados puede brindar, o se le pueden exigir? ¿El homenaje no debió darse de otra forma, no debió ser también inteligente y no sólo emotivo?

La Orquesta del Teatro de Bellas Artes contó con la batuta del italiano Guido Maria Guida, un profesional como se sabe, que sin embargo tuvo que enfrentar la falta de espacio y tiempo para ensayar. Como él mismo difundió vía correo electrónico: “tuvimos que ensayar en el 4º piso —del Palacio de Bellas Artes—, en ese tiempo no era posible, diversamente, utilizar el Teatro Regina. Además, el día 4 fue fiesta nacional. ¿Qué hacer? ¿Cancelar el proyecto?”.

Al final de las funciones, el concertador mismo se dio cuenta de que “con un poco más de trabajo se hubieran podido resolver unas dificultades… Pero así son las funciones: algo sale mejor que en los ensayos, algo peor… El ensayo general salió muy bien, demasiado bien. Se dice en Italia que es cosa mala, cuando el ensayo sale bien. Personalmente opino que la Orquesta y el Coro hicieron bien, aunque algo faltó… Algunas faltas pueden también ser determinadas por una falta emocional o de concentración, y un director debe tomar su responsabilidad”.

Así es. Cuando las cosas no salen bien, asumir la responsabilidad es fundamental si es que se tiene la idea, la intención, la humildad, de que salgan mejor. O, mínimo, de que no empeoren. ¿Quién, entonces, asume la responsabilidad de que la Temporada 2008 de la Compañía Nacional de Ópera haya empezado no sólo sin ópera, sino además con tan deplorable calidad?

2 comentarios:

  1. Anónimo22:37

    Los críticos:
    artistas frustrados,
    aficionados apasionados en el mejor de los casos...
    en el medio de la Opera hay sujetos que contaminan con su superficialidad y pose al otrora espectáculo sin límites. Antes el cine y la televisión relacionaba a los gangsters hoy gracias a la cultura popular la moda de la Opera y la música vocal entre los "gays", ha dado resultados nefastos: bluff y más bluff, búsqueda de glamour y desde luego opiniones subjetivas y pasionales, pues las personas de ésa "preferencia" tienen otras características como la saña y el complejo de inferioridad, y claro que cuando son talentosos logran grandes obras, pero cuando no lo son, se convierten en empresiarios o en CRITICOS.
    ¿porqué no mejor se quedan en el mundo de la moda o si acaso en el del ballet?
    ¿cómo poder exorcizar a esa razza dannata del arte lírico?

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  2. estimado anónimo (ojalá salieras del anonimato para así saber a quién me dirijo):

    sobre el ejercico de la crítica me permito sugerirte este link, que da a un ensayo en donde buena parte de mis ideas sobre ella están plasmadas:

    http://josenoemercado.blogspot.com/2006/11/criticando-los-crticos-2-foto-ana.html

    se encuentra en este mismo blog, en los archivos de noviembre de 2006.

    por lo demás, por lo que a mí respecta, nunca he querido ser cantante o director o directivo de ópera, así que como crítico nunca me he sentido un artista frustrado, sino más bien un creador.

    los comentarios homofóbicos me parecen sospechosamente fascistas y reprobables. yo soy buga, pero nada tengo contra los gays. de hecho, me tiene sin cuidado la preferencia sexual de los demás. tengo amistades de todas las preferencias y puedo afirmar que lo valioso o lo mezquino de una persona no radica en lo que gusta de llevarse a la intimidad.

    y si hay bluff o glamour en la ópera, de hecho creo que sí lo hay, no es porque en el medio existan homosexuales o machos. es por diversas razones -entre ellas por lo que la gente tiene o no en la cabeza- que valdría la pena analizar en otra oportunidad.

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