Sunday, April 13, 2008

No es país para viejos: cuando el sentido no tiene sentido


Sí. Ya sé que No country for old men es un filme que ganó el Oscar a la mejor película, a la mejor dirección (Joel y Ethan Coen), al mejor actor de reparto (Javier Bardem) y al mejor guión adaptado (la cinta está basada en la novela homónima de Cormac McCarthy). También sé que obtuvo cuatro nominaciones más: mejor fotografía (Roger Deakins), mejor montaje (Roderyck Jaynes), mejor sonido y mejor edición de sonido (Skip Lievsay), además de numerosos premios en diversas justas y festivales de cine.

Y sé que he dicho en alguna parte que no suelo ver ese tipo de cintas multipremiadas de las que todo mundo habla.

Pero tampoco soy fundamentalista.

Y cuando una película, laureada o no, tiene que verse, la veo. Toda posición a priori que pudiera tenerse debe quedar de lado cuando se está frente a una obra de arte genuina y genial.

No country for old men es así. De esas obras que deslumbran e inquietan, que regocijan y al mismo tiempo desahucian al espectador. Porque es una cinta extraordinariamente concebida, pero brutal y sin concesiones a la hora de sumergirnos al mundo. A nuestro mundo. A la vida que nos toca vivir en estos tiempos. Tiempos que no son para débiles. Ni para viejos. ¿Son para alguien estos tiempos?


Los hermanos Coen (Sangre fácil, Muerte entre las flores, Fargo, El gran Lebowski) llevan a la pantalla un trabajo maduro y admirable, una especie de western posmoderno -que no necesariamente se desarrolla al oeste y en el que no todos son indios o vaqueros o sherifs, aunque los hay-, en el que nos presentan un mundo con leyes vulneradas, habitado por seres con fisuras interiores, dañados, sin plenitud existencial y acaso por ello sólo sobrevivientes.

Sobrevivientes, sí. ¿Pero por cuánto tiempo?

Las premisas de la historia son éstas: Un tipo, Llewelin Moss (Josh Brolin), encuentra dos millones de dólares en el campo de batalla de unos narcos que se mataron entre ellos, porque algo en la negociación les salió mal. Llewelin toma la decisión de llevarse el maletín con el dinero -quién no haría lo mismo que Moss- para intentar cambiar sus perspectivas de vida, al lado de su esposa Carla Jean (Kelly Macdonald). Pero ésa, por supuesto, es una pésima decisión, porque nadie, menos los narcos, están dispuestos a perder así como así dos millones de los verdes. Comienza, entonces, una cacería bestial que derramará mucha sangre, poco importa si es de culpables o inocentes.

Tal como ocurre y nos intimida en la vida real un mundo opresivo, lleno de mafias y violencia. Como en México. Como en USA.

¿Es por la droga y el dinero?, le pregunta un colega al nihilista y apesadumbrado e impotente shérif Ed Tom Bell (un actor gigante: Tommy Lee Jones). Sí, por ésas y otras razones. Por ellas, igual, no es raro ver maquinando entre nosotros, en nuestras calles, a un tipo tan desquiciado como vacío como Anton Chigurh (un intenso y de miedo Javier Bardem), que mata porque no entiende, ni le interesa entender, para qué sirve la vida. Llegué hasta aquí como llegó esta moneda, dice mientras la lanza y deja que la suerte, el azar, decida si matará o no a la víctima que tiene enfrente.

No podía ser menos. Porque queda claro, o al menos es deseable pensar, que el azar está detrás de toda esta vida posmoderna y sus re-glas-sin-re-glas. Porque de lo contrario, si todo esto tiene sentido, no tendría sentido.


La trama de No country for old men es hasta cierto punto sencilla de seguir, sí. Pero no revela a la primera toda la profundidad y vertientes que alcanza. Por fortuna, por talento, es una cinta que admite y de hecho reclama verse una segunda y tercera vez. Y una cuarta y quinta, para así terminar por comprender y reconocer que nuestro entorno completo, el actual, ha sido plasmado en la pantalla.

Ya sólo por disfrutar el sonido del silencio de la peli, su inquietante natural sound, o su extraordinaria fotografía de fotografía -o de película- que logra emocionar, intimidar, desolar o enclaustrar por igual, según lo requiera la escena, es razón más que suficiente para disfrutar No country for old men, que desde principios de marzo ya está disponible en devedé.

Ésta es una cinta intensa, disfrutable y no menos artística. Emocionante y agradecible. Para venir de donde viene, no es poco. De hecho, es paradigmática. Su final es sorprendente y con tamaños. Con actuaciones en serio y una historia que significa más de lo que cuenta. Se trata de una propuesta tal vez no del todo para débiles y quizá no del todo para viejos. O quizás sí. Para que asuman aquello en lo que han convertido el mundo. Pero, lástima, ¿acaso no se dice que los viejos están en la ópera y no en el cine?


3 comments:

  1. Anonymous10:10 PM

    Me gustó mucho la reseña. al grado de lamentar con más pesadumbre no haber visto la película.

    El Páramo

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  2. el páramo gabriel alfredo:

    pero ahora que ya está en deuvedé podrás verla cuantas veces quieras. si no la compras, al menos puedes arrendarla. no me atrevo a sugerir que la veas pirata, pero cada quién. no country... vale la pena. en mi opinión, de lo mejor de los últimos años, no sólo de los coen...

    algún día me dijiste que ibas a comentar algo sobre la piratería. qué es?

    saludos y gracias por tu comment

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  3. Anonymous11:26 AM

    Sería más fácil verla en el cine (en algún poblado cercano) que alquilarla. ¡Eso no se estila por aquí!

    Un abrazo,

    El Páramo

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